El recóndito pueblo fantasma de Cáceres cuyo único acceso está controlado por una muralla

Tras perder su último habitante en 1964, la localidad de Granadilla quedó a merced del silencio y del abandono. A día de hoy, se encuentra restaurado y se ha convertido en un pueblo museo con un único acceso controlado por una muralla.

El recóndito pueblo fantasma de Cáceres cuyo único acceso está controlado por una muralla
El recóndito pueblo fantasma de Cáceres cuyo único acceso está controlado por una muralla
Europa Press
El recóndito pueblo fantasma de Cáceres cuyo único acceso está controlado por una muralla

No cabe duda de que desde que el mundo es mundo el ser humano se ha sentido fascinado por los lugares recónditos, misteriosos y apartados que le han permitido fantasear y escapar del tedio de la realidad. Este es el caso de un pueblo fantasma ubicado en España. Concretamente se encuentra en Granadilla, el norte de la provincia de Cáceres. A decir verdad, esconde una triste historia detrás y aunque a día de hoy se encuentre en un buen estado de conservación, está vacío y nadie vive allí. Pero, ¿cuál es el motivo de que esto siga ocurriendo en la actualidad? 

Pues bien, para responder a esta cuestión, lo primero que hay que saber es que este pueblo es una antigua villa fundada por los árabes en el siglo XI. Con la conquista cristiana, el pueblo, entonces llamado Granada, en recuerdo del fruto, el cual se reproducía en el perímetro original. Sin embargo, al ser tomada la ciudad andaluza por los Reyes Católico en 1492, mutó en Granadilla para evitar confuiones. Pasó por las manos de varios linajes nobles y fue creciendo hasta convertirse en el mayor núcleo de una amplia zona, por lo que ostentaba la capitalidad del señorío homónimo. Tras ser capital de comarca, fue abandonada en la década de 1960 a causa de la construcción de un embalse.

Entre sus posesiones más destacadas sobresalen una muralla, un castillo fundado por la Casa de Alba, una iglesia del siglo XVI y edificios de interés como el Ayuntamiento, el juzgado de primera instancia o casas de raigambre y nombre propio. Todas ellas en peligro de inundación, según los técnicos responsables del pantano de Gabriel y Galán, que, nunca llegó a inundarse. Milagrosamente aún resisten en pie para el deleite de los visitantes. 

La historia del pueblo que Franco arrebató a sus habitantes

El capítulo más triste en la historia de Granadilla llega siglos más tarde, en plena dictadura fascista de Franco. En el año 1955, con motivo de la construcción del cercano embalse de Gabriel y Galán y que, en teoría, iba a anegar el pueblo, el Congreso de Ministros toma la decisión de expropiar la mayor parte del término municipal

Los vecinos fueron empujados a tomar sus posesiones y marcharse a medida que el nivel de las aguas crecía y arruinaba las tierras fértiles de la Vega Baja, y finalmente el municipio fue oficialmente disuelto en 1965. Sin embargo, el pueblo nunca llegó a inundarse. Cuando el agua del pantano alcanzó su nivel definitivo, quedó claro que Granadilla estaba suficientemente por encima, si bien había quedado aislado en una península de difícil acceso. 

A pesar de todo, nunca se permitió que los antiguos habitantes regresasen a unas casas que ya habían pasado a manos públicas. A partir de 1980, Granadilla emprendió una última transformación: la localidad fue declarada Conjunto histórico-artístico y restaurada hasta convertirse en un pueblo museo. Desde entonces, un buen número de estudiantes ayudan cada verano a apuntar sus muros, rescatar su memoria e incluso jugar a ser agricultor o ganadero mientras viven y trabajan intramuros. 

Visitas guiadas a Granadilla

A pesar del constante diálogo con los fantasmas del pasado, Granadilla se ha convertido desde su restauración en una discreta atracción turística, aunque con una afluencia claramente mitigada por la falta de servicios, ya que no hay ni bares, ni restaurantes, ni alojamientos en los que hospedarse. Aquellas personas que se animen a acercarse al paraje pueden disfrutar de sus antiguas murallas; de su majestuoso castillo; de casas como la de las Conchas o la del Ayuntamiento; y de la Iglesia de la Asunción. Pero, quizás, el mayor atractivo está en el paraje natural circundante en el que se pueden practicar deportes acuáticos y en el que se puede observar un gran número de especies animales.

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