Nos hemos acostumbrado a ellos y ya no los vemos. Los castillos son parte de nuestro paisaje y de nuestra historia, y por lo uno y por lo otro son apasionantes. Cualquier visitante extranjero puede dar fe de ello. Es para ellos como toparse con un decorado de la historia.
En la Castilla de los castillos destaca la provincia de Segovia. Torres, murallas, almenas, fosos y puentes levadizos... son un patrimonio histórico y artístico que nos traslada en un instante a la Edad Media. De todos los que podemos encontrar en esta provincia destacamos estos seis, los de Turégano, Cuéllar, Coca, Pedraza, Castilnovo y, claro, el más famoso de todos, el Alcázar de Segovia, considerado uno de los mejores.
Castillo de Coca
Situado en la antigua Cauca romana -hoy Coca-, es la mayor expresión de la arquitectura militar en ladrillo. Fue edificado por el arzobispo don Alonso de Fonseca, durante el reinado de Enrique IV de Castilla, a finales del siglo XV. Con dos recintos de planta cuadrada, flanqueados en sus esquinas por torres poligonales, una de ellas la del Homenaje. Es propiedad de la Casa Ducal de Alba, pero cedido en uso a la Junta de Castilla y León y bien merece una visita, a hora y media de Madrid.
Castillo de Cuéllar
El castillo de Cuéllar aparece documentado ya en el año 1306, aunque la parte más antigua es del siglo XII. En 1464, siendo rey Enrique IV, cedió la villa de Cuéllar y el castillo a D. Beltrán de la Cueva, Duque de Alburquerque. Tiene planta rectangular con cuatro torreones en las esquinas, tres de ellos circulares. Fue declarado, junto a las murallas, Monumento Artístico Nacional en 1931. Actualmente, alberga un instituto de enseñanza secundaria, pero hay visitas teatralizadas.
Castillo de Turégano
Dominando la villa española de Turégano, en la provincia de Segovia, se ubica un castillo medieval levantado en el lugar donde existió una fortificación de origen árabe. Esta se asentó sobre un castro celtibérico y aún quedan restos de las murallas. En su interior alberga la iglesia románica de San Miguel Arcángel, a la que en los siglos XV y XVI se añadieron elementos militares, conformando esta iglesia-castillo.
Castillo de Castilnovo
El de Castilnovo es un castillo de los siglos XIV al XVI y reformado entre el XIX y XX. El actual parece haberse construido a partir de una primera edificación que podría corresponder a una casa fuerte. De planta trapezoidal, con seis torreones redondos y rectangulares con hileras de ladrillo y mampostería y ventanas ajimezadas… Destaca una torre con contrafuerte en una de las esquinas que nos recuerda a otra parecida en Monteagudo de las Vicarías (Soria). El frente meridional con su galería de madera es de 1861 y el patio de piedra actual se levantó en el siglo XX.
Castillo de Pedraza
En la famosa y muy turística Pedraza (la cercanía a Madrid) tenemos esta fortaleza, en la que estuvieron presos los hijos del rey de Francia, Francisco I. El castillo fue propiedad de los Herrera y los Velasco (duques de Frías). Es de planta poligonal, doble recinto con cubos y torres cuadradas y un foso artificial excavado en la roca. El castillo aprovecha parte de la muralla y conserva restos de un frente, con elementos románicos. La torre, que hace las veces de homenaje, presenta un aparejo distinto al del resto de las fábricas del castillo.
Alcázar de Segovia
No podía faltar. Es el castillo más conocido de Castilla y uno de los más famosos de España. Es uno de los castillos medievales más característicos del mundo, declarado Patrimonio Mundial de la Unesco. El Alcázar de Segovia Aparece en la lista de los 15 castillos medievales más espectaculares del mundo, según National Geographic.
Sobre una posición fortificada romana, visigoda, árabe y cristiana sucesivamente, edifican los Trastámaras este majestuoso castillo palacio del siglo XV, reformado y ampliado en siglos posteriores con influencias francesas e italianas. De él salió Isabel en 1474 para ser proclamada Reina de Castilla. Tras un incendio en 1862, fue reconstruido en 1882.
El solar en el que se encuentra debió de ser, desde la antigüedad, ocupado por una fortificación de importancia, ya que la conducción de aguas del acueducto muere en el Alcázar. Sus prisiones albergaron nobles como Don Álvaro de Luna y otros imaginarios como ‘Don Torcuato’ (de El Delincuente Honrado de Jovellanos).
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