Un paseo en bicicleta, una comida tranquila con ostras en la mesa, una jornada de compras con mucho estilo y un precioso atardecer. Así es un día en este paraíso en el que el “savoir faire” y el buen gusto suben un nivel.
Tan diferente es la isla de Ré (Francia) que hasta ella sí podemos llegar en coche, pagando un peaje al comienzo del puente, eso sí. Una vez en la isla, que se encuentra a unos 160 km en coche al sur de Nantes, también es fácil olvidarnos del vehículo y la gasolina, ya que el medio de transporte más extendido en la bicicleta. Algo normal si tenemos en cuenta que la isla solo mide 30 kilómetros de largo y 5 de ancho, y, además, es totalmente plana.
Olas cuadradas y avistamiento de ballenas
Sí, has leído bien, las olas en el extremo oeste de la isla de Ré son cuadradas. Y no nos referimos a que su cresta termine en pico y en vez de los tubos que tanto buscan los surfistas se hagan pasillos. Las olas cuadradas es un efecto que el cruce de dos mares provoca. Una muestra más de que este rincón es mágico.
El mejor lugar para ver este curioso efecto es desde lo alto del Faro de las Ballenas. Después de subir sus más de 250 escalones, podrás disfrutar de unas vistas de impresión, ver las famosas olas cuadradas y, si tienes algo de suerte, ballenas. De ahí su nombre.
Una playa cada día
Como buena isla que es la de Ré, aquí hablar de playas son palabras mayores. Las mejores se encuentran en la zona suroeste. Largas, de arena fina, con un precioso bosque mediterráneo de fondo entre el que destacan las tan preciadas malvarrosas y, como no, con el inconfundible sonido del Atlántico, siempre tan vivo.
Entre las mejores valoradas destacan la playa de Trousse-Chemise, más tranquila y familiar, la de la Conche, una de las más largas situada junto al Faro de las Ballenas, o la playa de Gremettes y la Pergola, dónde siempre están las mejores olas para el disfrute de los deportes acuáticos.
Si te cuesta decantarte solo por una, debes saber que todas ellas están unidas por un sendero que, sorteando dunas o atravesando bosque, recorre gran parte de la isla.
10 pequeños pueblos con mucho encanto
Aunque tranquilidad e intimidad es lo que buscan la mayoría de las personas que llegan a esta isla (incluidos famosos varios que ya están cansados del siempre abarrotado Saint-Tropez o la clásica Biarritz) también hay pequeños pueblos en los que disfrutar de algo de vida social. En total son 10 los pueblos que encontramos en esta reducida isla.
Saint-Martin-de-Ré no solo es su capital, también uno de los pueblos con más encanto que puedas visitar. Fácilmente reconocible por su puerto, defendido por recias murallas de piedra, aquí los aires marineros son mucho más elegantes y cada detalle es un derroche de buen gusto.
Sentarse en una de sus muchas terrazas y degustar la exquisita comida local mientras se disfruta del ir y venir de sus veleros es un placer de los que se recuerdan con nostalgia cuando se regresa a casa.
Llenar la maleta con camisetas a rayas
A Ré hay que llegar con algo de sitio en la maleta porque salir de allí sin haber picado en una de sus tiendas es una misión casi imposible. Obviamente, las rayas son el estampado rey. Pero no solo de camisetas marineras viven sus numerosas tiendas, el estilo boho pega fuerte tanto en moda como decoración. Perderse entre las callejuelas estrechas del centro, enamorarse de los colores de sus contraventanas y querer copiar cada detalle que adorna sus puertas es una constante en Saint-Martin-de-Ré.
Más información en español
Para saber sobre la historia de esta isla, no tan idílica como son sus paisajes, o encontrar más información sobre el resto de sus pueblos, tienen una web en español muy completa: https://www.isladere.es
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