Ruta entre acantilados y fiordos por los pueblos más bellos de la Costa Amalfitana

La Strada 163 recorre la Costa Amalfitana.
La Strada 163 recorre la Costa Amalfitana.
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La Strada 163 recorre la Costa Amalfitana.

Pocos kilómetros al sur de Nápoles nos topamos con una de las zonas más visitadas y deseadas de Italia. Unos 50 kilómetros de costa con estilo propio en la que los altos acantilados solo dejan espacio para pequeños pueblos y sus famosísimos limoneros antes de caer al azul luminoso del mar Tirreno.

La ruta la marca la Strada 163, que recorre toda la Costierra, como la llaman los locales. Se trata de una carretera sinuosa que bordea los acantilados (en ocasiones desafiando demasiado a la gravedad) y que recorre los pueblos de la costa.

La ruta la marca la sinuosa Strada 163, que recorre toda la Costierra, como la llaman los locales
El Golfo de Salerno desde los jardines de Villa Rufolo, en Ravello.
El Golfo de Salerno desde los jardines de Villa Rufolo, en Ravello.
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Antes de ir

Entre los “esto me hubiese gustado saberlo antes” tenemos que destacar cuatro puntos muy importantes. Cuando te plantees cómo moverte por la zona, pregúntate (y sé muy sincero) cómo de experto conductor eres. Moverte en coche puede convertirse en una gran pesadilla, por el tráfico, por lo complicado que es aparcar y por la carretera en sí. Hay una línea de autobús que recorre esa misma carretera con unos horarios muy amplios y unos precios muy económicos. Piénsalo.

Segundo. Es una zona muy cara y también pequeña, por lo que, si buscas alojamiento en un pueblo cercano, ahorrarás dinero y no perderás mucho tiempo. Una excelente opción es Sorrento. No es Costa Amalfitana propiamente dicho, pero es más grande y hay mucha más variedad.

Tercero. No te obsesiones por buscar las postales que ya has visto en las redes sociales. En la Costa Amalfitana hay un millón de rincones preciosos, muchísimos balcones a los que asomarse y enamorarse con las vistas.

Y, por último. No es un destino de playa.

Positano, siempre decorado con flores.
Positano, siempre decorado con flores.
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Empezamos a lo grande

Aquí no hay que pensar qué se ve primero, el orden lo marca la propia carretera y los pueblos perfectamente ordenados. El primero, si se viene del norte, es Positano, el pueblo más pintoresco, fotografiado y soñado de la Costa Amalfitana. Sus casas pintadas en tonos pastel, entre las que asoma alguna cúpula brillante, parecen derramarse ladera abajo, dejando la imagen más idílica de la Costa Amalfitana. Eso sí, para lograr las mejores vistas hay que demostrar lo en forma que se está y perderse entre sus preciosas y empinadas callejuelas decoradas con flores y repletas de tiendas con muchísimo estilo.

Espectacular vista de Amalfi por la mañana.
Espectacular vista de Amalfi por la mañana.
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Seguimos la costa y, tras pasar el algo más tranquilo Praiano, llegamos a otros de los platos fuertes, Amalfi. Aquí el acantilado y el mar se dan una tregua que se traduce en una amplia plaza junto al puerto. Desde allí toca subir hasta la siguiente plaza, en la que encontramos su majestuosa catedral. Ante su fachada multicolor de estilo neogótico nos esperan solamente 57 escalones, aunque la perspectiva parezca que la entrada al templo es algo inalcanzable. Una excusa más para luego poder tomarse un riquísimo helado en otro de sus bellos rincones.

En las alturas

Llega el momento de separarse un poquito de la costa y subir hasta Ravello. Es un pueblo muy pequeño, tan cuidado y elegante que parece un decorado. Villa Cimbrone es uno de los motivos por los que visitar Ravello, sobre todo sus jardines y las maravillosas vistas que se tienen desde su barandilla jalonada de estatuas. Costa Amalfitana en estado puro.

Terraza de Villa Cimbrone, en Ravello.
Terraza de Villa Cimbrone, en Ravello.
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Después de ese placentero descanso entre sus exóticas flores se puede optar por llegar hasta Minori dando un paseo. La buena noticia es que, en esta ocasión, es todo bajada. Entre callejuelas, olivares, pequeñas casas tradicionales y muchas escaleras se encuentran preciosos paisajes que se pueden disfrutar con mucha más intimidad. Minori no tiene la fama de sus vecinos, por lo que aún conserva un aire más auténtico y es mucho más tranquilo. Además, tienen un tipo de pasta de especialidad propia, los scilatielli.

El sorprendente Fiordo di Furore, tesoro natural en la ruta.
El sorprendente Fiordo di Furore, tesoro natural en la ruta.
Getty Images/iStockphoto

Un regalo más

Además de sus preciosísimos pueblos, la Costa Amalfitana tiene algunos tesoros naturales bien escondidos. Uno de los más sorprendentes es el Fiordo di Furore. Sí, el Mediterráneo también tiene fiordos y este termina en una playa pequeñísima pero preciosa encajada entre paredes de más de 250 metros de altitud. Muy cerquita se encuentra Gruta Esmeralda, cuyo nombre, obviamente, viene del tono de sus aguas. La entrada da derecho a una barquita de remos con la que moverse por la gruta y disfrutar de la paz que se respira en este entorno maravilloso.

Vista de Salerno desde un barco de recreo en el mar.
Vista de Salerno desde un barco de recreo en el mar.
Getty Images/iStockphoto

¿Quieres más?

Al final de esta ruta se llega a Salerno. Más grande que Sorrento, esta ciudad puede ser otro buen punto base para conocer la zona, incluso si luego se quiere seguir rumbo al sur. Además, sus playas son más amplias y accesibles. Más información en enit.it

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