Un equipo HF de radio, bombillas led y mucho hormigón: así han evolucionado los búnkeres de guerra

Interior del búnker en el Parque del Capricho
Interior del búnker en el Parque del Capricho
Turismo Madrid
Interior del búnker en el Parque del Capricho

La Guerra entre Rusia y Ucrania ha hecho que volvamos a hablar de armamento, de refugios y de todo lo referente a lo bélico que, en muchos casos, teníamos algo olvidados, ya que, a pesar de que sigue habiendo este tipo de conflictos en el mundo, quizá hacía tiempo que no vivíamos uno de tal gravedad y de forma tan próxima. Además, para algunos, es la primera vez.

Los refugios bélicos llevan años acompañando a nuestra sociedad en guerra, comenzaron siendo pequeños lugares de supervivencia y, ahora, incluso llegan a ser mansiones de lujo con toda clase de comodidades.

Hace unos días publicábamos en 20Bits cómo era sobrevivir en un búnker y qué tipo de tecnología era imprescindible para sobrevivir en un refugio subterráneo.

Lo primero de todo, es importante saber distinguir entre un búnker, una construcción designada específicamente a servir de refugio ante una amenaza y, refugio, un sitio adaptado para este tipo de circunstancias. Los búnkeres suelen estar bajo tierra, algo que complica sobre todo el acceso a las comunicaciones y la energía.

Qué nos aporta la tecnología actual

Siempre que nos refiramos a un refugio que nos permita protegernos de un conflicto bélico, vamos a tener una serie de limitaciones, ya que estamos hablando de un lugar sin ventanas y como pocos accesos al exterior.

En la actualidad, es fundamental que un refugio de este tipo logre comunicarse de alguna forma y tenga acceso a la energía. Es imprescindible un equipo HF de radioaficionado, aunque depende de una antena exterior que permite, en caso de emergencia, que las personas que se encuentran dentro puedan comunicarse y recibir noticias.

Este tipo de equipos es imprescindible, ya que una red WiFi subterránea es prácticamente imposible y depender de cables exteriores y del funcionamiento de otros servicios en tiempos de crisis lo hace aún más complicado.

El hormigón es el material estrella en su construcción, ya que es más resistente y más rentable aunque, en ocasiones, se utiliza también el acero. Además, es importante impermeabilizarlo.

En lo que se refiere a energía, no es aconsejable depender de baterías que precisan combustible si se trata de un espacio cerrado. Lo preferible con baterías que se recargan con electricidad, pero destinadas a hogares que suelen proporcionar unos 18 kilovatios por hora durante un día seguido.

Para que nos hagamos una idea, un hogar español consume un promedio de unos 20 kilovatios hora y hay que tener en cuenta que en un búnker no tenemos, por ejemplo, electrodomésticos que consumen mucha electricidad, por lo que el rendimiento de este tipo de baterías puede alargarse hasta una semana. Además, las luces de iluminación led son totalmente necesarias.

Por supuesto, evitar neveras o lavadoras y calentar la comida mediante un hervidor, los hay incluso de capacidad de hasta 20 litros.

Usar agua hirviendo para cocinar reduce los humos que puede producir cualquier tipo de cocina, hay que tener en cuenta que el humo no tiene salida en un búnker.

Los purificadores de aire evitan la acumulación de dióxido de carbono producida por las personas que se encuentran en el interior y, a su vez, impiden que entren partículas tóxicas del exterior.

Pero ¿y si nos remontamos a años atrás? No hay que irse muy lejos para hablar de la Guerra Fría o de la Segunda Guerra Mundial, donde ya había búnkeres que contaban con la tecnología posible del momento.

Túneles de la Segunda Guerra Mundial

En Reino Unido se encuentran los Túneles de Drakelow que, durante la Segunda Guerra Mundial, fueron parte de una fábrica secreta de aviones y después se convertirían en un refugio del gobierno en el caso de guerra nuclear.

Cuando comenzaron los bombardeos en el Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial, se construyeron, lejos de las ciudades, fábricas bajo la superficie, que después pasarían a transformarse en búnkeres.

Normalmente, contaban con una pesada puerta de acero, sin ventanas y al entrar en ellos había unos tanques de agua que permitían almacenar hasta tres meses de líquido potable.

Contaban también con un botón de emergencia que podía activarse fuera de la salida de seguridad, baños, comedor…

Algunas zonas se revistieron de acero para contener el efecto de la temperatura sobre la pared de la roca y para evitar derrumbes.

Más tarde, con la llegada de la Guerra Fría, el mismo gobierno comenzó a construir salas fortificadas en distintas partes del país. Aunque, en esta ocasión, eran ubicaciones pequeñas y cercanas a las ciudades, algo que se convertía en blancos perfectos para el ataque.

Fue entonces cuando el Comité dirigido por William Strath, jefe de la Secretaría para Centralizar Planes de Guerra, viendo los efectos que estaban teniendo los ataques nucleares en Japón, recomendó la construcción de una red de búnkeres antinucleares para proteger a la población.

Estos refugios se convertirían en sedes regionales del Gobierno, desde allí podrían dirigirse las labores de administración pública en cada zona o transmisión de información, ya que incluían estudios de la BBC.

Era Fundamental que estuviesen lejos de la concentración de población para evitar ataques directos, suficientemente profundos y prácticos para alojar a personas por largos periodos de tiempo. Los Túneles de Drankelow cumplían con estos requisitos.

Por ello, era imprescindible que tuviesen un enorme sistema de ventilación para combatir la humedad. Además, necesitaban de un generador para mantener el área libre de humedad y para tener luz.

Ya por aquel entonces, requerían de un equipo HF de radioaficionado, lo que nos indica que, para lo imprescindible, son bastante similares a los búnkeres actuales. 

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