El sumergible que llevó a James Cameron al punto más profundo del océano: así es el Deepsea Challenger

Deepsea Challenger se mueve en vertical a tres nudos de velocidad y solo tiene capacidad para un tripulante.
Deepsea Challenger se mueve en vertical a tres nudos de velocidad y solo tiene capacidad para un tripulante.
Rolex
Deepsea Challenger se mueve en vertical a tres nudos de velocidad y solo tiene capacidad para un tripulante.

James Cameron, el director de películas como el Titanic, Avatar o Aliens, no solo es conocido por su trabajo en la gran pantalla. También debe su fama a ser el explorador marino que más se ha sumergido en las profundidades del océano, más allá de los restos del transatlántico, que se hundió en 1912.

La semana pasada, tras conocer el trágico final del submarino Titán, de OceanGate, dio su opinión como experto. El vídeo se difundió en redes sociales, con usuarios comentando sus grandes hitos y con otros sorprendidos porque desconocían su afición por el fondo marino.

Algunos internautas detallaron que, de hecho, el 26 de marzo de 2012 viajó a lo que se calcula que es el punto más profundo de los océanos de la Tierra. Se trata del ‘abismo de Challenger’, situado en la fosa de las Marianas, a una distancia de 10.902 a 10.929 metros de la superficie y con una presión 1.095 veces mayor que en la superficie. Lo hizo a bordo de Deepsea Challenger (DCV 1) y esto lo convirtió en la única persona que ha ido hasta ahí abajo solo, y la tercera en haberlo hecho en la historia.

Deepsea Challenger

Como ya se puede adivinar por la coincidencia del nombre del abismo con el del sumergible, sus desarrolladores lo diseñaron pensando en que permitiese llegar a la zona más profunda del mundo. El submarino cuenta con más de 180 instrumentos científicos, como sistemas de soporte vital, cámaras tridimensionales, mandos, 40 focos LED y pantallas táctiles, entre otros.

Su construcción fue posible gracias a la empresa de investigación y diseño Acheron Project Pty Ltd, con la colaboración de National Geographic, Rolex, el Instituto Scripps de Oceanografía, el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, la empresa australiana de telecomunicaciones Telstra y Universidad de Hawái, entre otros. El propio Cameron afirmó que "el diseño del submarino requería de cosas que no existían".

Las dimensiones de Deepsea Challenger no son especialmente grandes. Su eslora (largo) es de 7,3 metros y su manga (ancho) de 2,4 metros. Por su parte, solo tiene una pequeña cavidad de 1,1 metros de diámetro para que se introduzca el único tripulante que puede llevar dentro. Esta esfera para solo una persona está recubierta por unas paredes de acero de 64 milímetros de grosos y fue sometida a pruebas de presión en la Universidad Estatal de Pennsylvania, donde se corroboró que podía soportar la presión de las profundidades.

El vehículo pesa 11,8 toneladas, se mueve en posición vertical y gracias a un motor eléctrico de 12 impulsores a una velocidad de 3 nudos (unos 5,55 km/h). Además, cuenta con media tonelada de lastre para facilitar el descenso, que se libera para volver a la superficie. En caso de que la liberación del lastre falle, tiene una válvula de respaldo de liberación galvánica, es decir, que se corroe con agua salada tras un cierto periodo de tiempo, permitiendo que el sumergible suba automáticamente.

El National Geographic explicó que el Deepsea Challenger estaba compuesto un 70% por una espuma sintáctica estructural. Este nuevo material se encogía unos 6,4 centímetros en las zonas de mayor presión, sin poner en riesgo la seguridad del tripulante a bordo ni las herramientas científicas.

Por otro lado, la portilla de la cabina de mando la construyeron con acrílico óptico (no con cristal, que no aguantaría la presión). Dicho elemento puede cambiar de forma ante la presión sin agrietarse o romperse y permiten que el piloto del vehículo pueda circular sabiendo por donde va.

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