Ictus: síntomas, prevención y cómo actuar ante una emergencia

El ictus es una patología tiempo-dependiente en la que cada minuto cuenta. Conocer sus señales de alarma y factores de riesgo modificables puede marcar la diferencia.

Un hombre con fuerte dolor de cabeza.
Un hombre con fuerte dolor de cabeza.
Getty Images/iStockphoto
Un hombre con fuerte dolor de cabeza.

El ictus, también conocido como accidente cerebrovascular, representa una de las principales causas de discapacidad y mortalidad en España. Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), cada año se registran alrededor de 120.000 casos nuevos en nuestro país. Ante un ictus, el tiempo es cerebro; cada minuto que pasa desde la aparición de los síntomas se pierden miles de neuronas que podrían salvarse si se aplican las medidas terapéuticas adecuadas de forma precoz.

Los síntomas del ictus suelen aparecer de forma súbita y sin avisar. Entre las señales de alarma más frecuentes se encuentran: pérdida brusca de fuerza o sensibilidad en un lado del cuerpo, torcedura de la comisura bucal, dificultad para hablar o comprender, alteraciones visuales, inestabilidad y cefalea intensa de características inusuales. Ante cualquiera de estos síntomas, es crucial activar rápidamente los servicios de emergencias llamando al 112, evitando perder tiempo valioso en traslados por cuenta propia o administración de medicamentos.

Una vez en el hospital, se realizarán pruebas diagnósticas como el TAC craneal para determinar si se trata de un ictus isquémico (80% de los casos, causado por la oclusión de una arteria cerebral) o hemorrágico (debido a la rotura de un vaso sanguíneo). Mientras que en el ictus isquémico contamos con tratamientos efectivos como la trombólisis intravenosa y la trombectomía mecánica, en el hemorrágico las opciones terapéuticas son más limitadas, aunque se sigue investigando para mejorar su abordaje.

Factores de riesgo y prevención

Aproximadamente el 90% de los ictus son potencialmente prevenibles incidiendo sobre los factores de riesgo modificables. Aunque existen condicionantes no modificables como la edad, el sexo, la raza o los antecedentes familiares, en la mayoría de casos es posible actuar sobre:

  • Hipertensión arterial
  • Diabetes mellitus
  • Dislipemia
  • Tabaquismo
  • Obesidad
  • Sedentarismo
  • Consumo excesivo de alcohol
  • Anticonceptivos orales
  • Cardiopatías embolígenas

El control adecuado de estos factores, junto con unos hábitos de vida saludables, constituye la base de la prevención primaria del ictus. En palabras del Dr. Jaime Masjuan, coordinador del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la SEN, "invertir en prevención no solo salvavidas, sino que además genera un importante ahorro".

El ictus es una emergencia médica que requiere un abordaje precoz basado en el reconocimiento temprano de los síntomas y la activación inmediata de los servicios de emergencias. Solo así podremos minimizar sus devastadoras secuelas. Además, concienciar a la población sobre sus factores de riesgo modificables y promover hábitos de vida saludables resulta fundamental para reducir su incidencia.

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