Con la llegada de la primavera, son muchas las personas que comienzan a sufrir diferentes síntomas alérgicos. Algunos de ellos puede afectar a las vías respiratorias, a los ojos, a la piel... Cuando se presentan juntos, en un cuadro parecido al de un resfriado, es lo que se conoce como rinitis alérgica o 'fiebre del heno'.
¿Qué es la fiebre del heno?
Como explica la Clínica Mayo estadounidense, la rinitis alérgica es una respuesta ante la presencia de ciertos alérgenos suspendidos en el aire, como el polen de diferentes plantas (razón por la que la incidencia de los síntomas tiende a aumentar notablemente en primavera). Otros alérgenos comunes que pueden provocar el cuadro de la rinitis alérgica incluyen las partículas de la piel, pelo o plumas de animales domésticos o los ácaros del polvo.
Como sucede en el resto de las alergias, la rinitis alérgica es una enfermedad relacionada con el sistema inmune del cuerpo. Está provocada por una respuesta exagerada de este ante elementos que en condiciones normales no supondrían una amenaza.
¿Cuáles son sus síntomas?
A grandes rasgos, los síntomas de la rinitis alérgica son similares a los de un resfriado e incluyen:
- Goteo de la nariz.
- Congestión nasal.
- Enrojecimiento y picazón en los ojos (conjuntivitis alérgica), ojos llorosos.
- Estornudos.
- Tos.
- Picazón en la nariz, el paladar o la garganta.
- Moco que baja por la parte posterior de la garganta (goteo posnasal).
- Piel azulada e inflamada debajo de los ojos (ojos morados alérgicos).
- Cansancio extremo (fatiga), falta de sueño.
¿Cómo se trata?
Existen varias medidas que se pueden tomar para aliviar o minimizar los síntomas de la rinitis alérgica. En primer lugar, resulta importante identificar el alérgeno que provoca la reacción, para limitar la exposición al mismo en la medida de lo posible.
En segundo, los antihistamínicos de venta libre suelen ser una buena opción para afrontar el problema. Muchos pacientes obtienen los mejores resultados al combinar diferentes fármacos, por lo que es posible que sea necesario probar diferentes opciones antes de dar con la adecuada. Si los síntomas son graves o no remiten, es posible que sea necesario recurrir a fármacos recetados por un profesional.
Otros tratamientos que a menudo se usan de manera complementaria son diferentes formas de inmunoterapia y rutinas de enjuagues nasales con solución salina.
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