¿Qué es la difteria? Estos son sus síntomas, sus causas y su tratamiento

Corynebacterium diphteriae, la bacteria causante de la difteria.
Corynebacterium diphteriae, la bacteria causante de la difteria.
CDC / WIKIMEDIA COMMONS
Corynebacterium diphteriae, la bacteria causante de la difteria.

La difteria es una de esas enfermedades que, por haberse conseguido su casi completa erradicación de la mayoría de países desarrollados, ha quedado casi relegada al olvido a pesar de que a día de hoy sigue causando estragos en buena parte del mundo.

¿Qué es la difteria? ¿Cuáles son sus causas?

La difteria es una enfermedad infecciosa provocada por el bacilo de Klebs-Löffler (Corynebacterium diphteriae) y, más concretamente, por la exotoxina proteica que produce. Se trata de una infección que afecta principalmente a las vías respiratorias y digestivas altas, pero que también puede atacar las fibras nerviosas y la piel. A menudo resulta mortal, incluso con tratamiento.

Es especialmente prevalente en los niños menores de cinco años, siendo más virulenta en la franja de edad entre los cinco y los seis años, pero también se da en los adultos.

Como otras infecciones respiratorias, se transmite por el aire a través de las gotas y los aerosoles que expelen al toser o estornudar las personas infectadas, incluso si éstas se encuentran en la fase asintomática de la enfermedad.

¿Cuáles son sus síntomas?

Cuando no es asintomática, la difteria normalmente comienza a manifestarse entre dos y cinco días después de la infección. Después, varían según la parte del cuerpo que a la que ataque la enfermedad.

Si son las vías respiratorias altas, aparece una característica membrana gruesa, densa y de color grisáceo sobre las amígdalas y la garganta. Esto puede venir acompañado de ronquera, dolor de garganta, inflamación de los ganglios en el cuello, dificultad para tragar, dificultad para respirar, secreción nasal, fiebre, escalofríos y cansancio.

Por el contrario, en la piel causa úlceras (a veces cubiertas por una membrana gris parecida a la que aparece en las vías respiratorias) enrojecidas, inflamadas y dolorosas.

Esta sintomatología puede derivar, en ambos supuestos, en problemas respiratorios, daño cardíaco leve o grave (miocarditis, pudiendo llegar al extremo de provocar una insuficiencia cardíaca grave) y daños nerviosos. En los casos más extremos, puede provocar parálisis de los músculos respiratorios (requiriendo el paciente asistencia mecánica para respirar).

¿Cómo se trata?

El tratamiento de la difteria tiene que ser rápido y agresivo. Además de las actuaciones destinadas a mantener las constantes vitales del paciente (normalmente, a impedir que cese la respiración), el enfoque consiste en el aislamiento hospitalario y la administración de antibióticos junto a antitoxinas.

Los dos antibióticos más comunes son la penicilina y la eritromicina, que además de reducir la duración de la enfermedad suelen lograr una reducción también en el tiempo en el que el paciente es infeccioso.

La antitoxina, por su parte, se inyecta en vena o por vía intramuscular. Hay que notar que a menudo produce reacciones alérgicas, por lo que es frecuente que se hagan pruebas cutáneas antes de su administración. Si hay reacción, es posible que se prescinda de este fármaco.

Actualmente, la difteria es mortal entre un 5 y un 10% de las veces.

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