¿Qué es el trastorno antisocial de la personalidad y cómo es posible identificarlo?

El trastorno antisocial de la personalidad puede provocar graves problemas socioeconómicos.
El trastorno antisocial de la personalidad puede provocar graves problemas socioeconómicos.
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El trastorno antisocial de la personalidad puede provocar graves problemas socioeconómicos.

Los trastornos de la personalidad constituyen un grupo complejo de condiciones que afectan a cómo las personas se relacionan con los demás y a cómo se desempeñan en su vida diaria. Uno de los más importantes es el trastorno antisocial de la personalidad.

¿En qué consiste el trastorno antisocial de la personalidad?

A grandes rasgos, el trastorno antisocial de la personalidad se caracteriza por que la persona que lo sufre no discierne entre el bien y el mal, y a menudo ignora el impacto de sus acciones en los demás. Por ello, pueden mostrarse indiferentes o incluso crueles hacia otras personas. Igualmente, frecuentemente no muestran sentimientos de culpa o remordimiento.

En algunos casos, este tipo de tendencias llevan a los pacientes con este trastorno a tener problemas legales, socioeconómicos o relacionados con el consumo de alcohol u otras sustancias.

Se desconoce cuáles son sus causas exactas, pero sí se sabe que existe una serie de factores de riesgo: el diagnóstico de trastornos de conducta infantil, los antecedentes familiares de problemas de salud mental, el maltrato o la negligencia durante la infancia y la vida familiar inestable o violenta durante la infancia.

¿Cómo se puede detectar?

Hay algunos rasgos conductuales que pueden apuntar a que una persona padece este tipo de trastorno de la personalidad. Por ejemplo, estos pacientes pueden mostrar desprecio por el bien y el mal, pueden embarcarse en mentiras y engaños persistentes, mostrarse insensibles o irrespetuosos hacia los demás, usar su encanto para obtener beneficios de los demás, mostrar arrogancia o sentido de superioridad, tener frecuentes problemas legales, violar los derechos de otros, mostrar impulsividad, mostrar agresividad o violencia, no expresar remordimiento por acciones que han dañado a otros, tomar riesgos innecesarios, mantener relaciones personales pobres o abusivas, y faltar repetidamente al cumplimiento de sus obligaciones.

A menudo, los primeros síntomas (agresión hacia personas o animales, destrucción de objetos, uso del engaño, robo, violaciones graves y repetidas de las normas) aparecen antes de los 15 años de edad.

En algunas personas, el trastorno puede provocar graves problemas socioeconómicos como la perpetración de violencia machista o intrafamiliar, problemas con el consumo de sustancias, ingreso en prisión, el desarrollo de conductas homicidas o suicidas, la comorbilidad con otros trastornos psiquiátricos (trastornos depresivos o de ansiedad principalmente), dificultad para salir de la pobreza o muerte violenta.

¿Se puede tratar?

Aunque se considera un trastorno generalmente difícil de tratar, algunos pacientes sí logran experimentar ciertas mejorías, especialmente en sus relaciones con otras personas y con la sociedad en su conjunto.

Normalmente, la estrategia se centra en psicoterapia (con un foco en el manejo de la ira y la violencia, el tratamiento de posibles adicciones y el tratamiento de trastornos asociados) y farmacología (para controlar los trastornos asociados; eso sí, es importante la cautela con aquellos medicamentos con potencial de abuso).

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