El peligro de tener un meningioma, el tumor craneal más frecuente y silencioso

Resonancia magnética y meningioma
Resonancia magnética y meningioma
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Resonancia magnética y meningioma

Los meningiomas son uno de los tumores intracraneales y espinales más frecuentes y aunque no siempre causan síntomas, son uno de los principales responsables de la aparición de alteraciones neurológicas de aparición progresiva. 

Guillermo Montes (Neurocirujano)

Dr. Guillermo Montes

  • Neurocirujano. Instituto Clavel, Barcelona

Se considera que seis de cada cien mil personas presentan meningiomas, aunque pueden estar perfectamente asintomáticos. Se ha observado que alrededor del 2-3% de autopsias de fallecimientos por cualquier causa en mayores de 60 años tienen hallazgos de meningiomas. Se trata del tercer tipo de tumor intracraneal más frecuente (14-19% del total), y en su gran mayoría su aparición se da de forma espontánea sin existir transmisión familiar, salvo en enfermedades hereditarias como la neurofibromatosis. 

En la mayoría de los casos son tumores únicos

Habitualmente, se trata de tumores únicos, en menos del 10% de los casos existe la aparición de tumores múltiples, y habitualmente tiene que ver con antecedentes de radiación craneal previa como en tratamiento de cánceres infantiles o juveniles.

Los meningiomas no son tumores propiamente cerebrales o del tejido nervioso, sino que se originan en las meninges, las tres capas membranosas que recubren, protegen y nutren al cerebro y al resto del sistema nervioso central. Por tanto, no suelen originar destrucción directa del tejido neuronal salvo cuando adquieren grandes volúmenes e interfieren en la correcta oxigenación del tejido circundante por presión, ya que en su gran mayoría son de tipo benigno Grado 1 de la OMS. 

Solamente una pequeña parte de los mismos presentan signos de agresividad (meningiomas atípicos o grado 2), y de ellos es todavía menor la proporción que tiene un comportamiento maligno de infiltración y destrucción de los órganos circundantes, pudiendo considerarse este tipo bastante raro (meningosarcomas o grado 3).

Sintomatología variada

Su sintomatología es muy variada dependiendo de en qué localización aparezcan y sobre qué área cerebral produzcan compresión. La edad más frecuente de debut y de diagnóstico está entre la quinta y sexta décadas de vida. Uno de los síntomas más frecuentes es la cefalea, que se da cuando el tumor provoca mucha inflamación en el tejido cerebral circundante (edema) o bien cuando ha adquirido un volumen muy importante y causa hipertensión endocraneal.

Si esto pasa, pueden darse también vómitos incontrolables en casos avanzados coincidiendo con el dolor de cabeza. Suele tratarse de un dolor de cabeza de aparición lenta, pero que se incrementa progresivamente a lo largo de semanas. Son también posibles productores de crisis epilépticas al presionar la corteza cerebral. 

Otras veces, cuando presionan el área motora cerebral, pueden crear debilidad de las extremidades del lado contrario del cuerpo (hemiparesia). Cuando crecen en la línea divisoria de los dos hemisferios pueden llegar a afectar la fuerza de las dos piernas y provocar incontinencia urinaria. Si crecen cercanas al área del lenguaje pueden ocasionar alteraciones del mismo (afasia). A veces, crecen en la base del cráneo afectando a la salida de los nervios olfatorios o a los nervios auditivos, e incluso pueden llegar a crecer cerca de los nervios ópticos condicionando pérdida de visión. Los diferentes nervios encargados de los sentidos se hallan en localizaciones alejadas entre ellos del cráneo por lo que no es común tener una afectación simultánea de los mismos.

Tumores de crecimiento lento

Estos tumores, al ser muchas veces de crecimiento lento, si lo hacen en un área poco elocuente (de función poco vistosa) pueden dar lugar a cuadros de deterioro cognitivo o de memoria, e incluso de depresión o alteración de la conducta o la personalidad, que se confunden con patologías neurológicas o psiquiátricas de otra estirpe. 

Por ello, aunque los tumores no sean ni mucho menos la causa más frecuente de aparición de estos síntomas, siempre conviene disponer de una prueba de imagen cerebral al inicio de estudio de estos cuadros ya que su manejo sería radicalmente distinto. Por supuesto, en cualquiera de los casos antes mencionados, cuanto mayor sea el tamaño que adquieran mayor será la probabilidad de ocasionar síntomas y mayor la severidad de los mismos.

Cuando los meningiomas se hallan de forma incidental, si no se observa crecimiento y no son los responsables de los síntomas que presente el paciente, cabe la opción de realizar controles periódicos y adoptar una conducta vigilante. Sin embargo, cuando muestran signos de crecimiento o empiezan a ser sintomáticos se debe considerar la escisión quirúrgica, ya que es el único tratamiento potencialmente curativo.

Tras la resección, como cualquier tumor, tienen un cierto riesgo de recrecimiento o recidiva, oscilando entre el 7-20% de los casos en los de grado 1, hasta el 50-78% en los grado 3.

Se ha observado que el principal factor determinante de la probabilidad de reaparición es el grado de resección inicial. Cuando este es máximo, a los 10 años tan solo un 9% de los casos ha reaparecido. Sin embargo, cuando no es posible por localización o afectación de estructuras vitales que podrían dañarse, puede haber signos de recrecimiento en un tercio de los casos en el mismo plazo.

Optimismo respecto a la supervivencia

La supervivencia por lo general es buena, siendo en el caso de los benignos superior al 80% de los casos a los 5 años (especialmente por debajo de los 40 años).

El principal riesgo de los meningiomas es no considerar su posibilidad diagnóstica ante la aparición de síntomas neurológicos relevantes o dolor de cabeza en especial si la intensidad de los síntomas se va haciendo progresivamente patente en el plazo de días o semanas. Un diagnóstico temprano permite minimizar las secuelas y optimizar el grado de resección tumoral.

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