El futuro incierto de los humanos tras 'anular' la selección natural: ¿seguimos evolucionando como especie?

Humanos.
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Gabby K de Pexels.
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El origen de las especies (1859), de Charles Darwin, revolucionó el mundo de la biología. En él, exponía la que hoy conocemos como teoría de la biología evolutiva, y que postula que las especies evolucionan a través de las generaciones gracias a un mecanismo conocido como selección natural. Con este fenómeno, explicaba la diversidad biológica de nuestro planeta y el propio origen del género humano sin necesidad de recurrir a ningún mecanismo sobrenatural o divino.

De manera simplificada, la selección natural consiste en que aquellos rasgos de un organismo que aumentan sus posibilidades de sobrevivir y reproducirse, por lógica, tienen mayores probabilidades de pasar a su descendencia, lentamente generalizándose entre los miembros de la especie.

Con todo, existe una especie que podría parecer que, en tiempos recientes y de modo gradual, podría haber superado este mecanismo. Esa especie somos nosotros.

Y es que los avances en la medicina moderna han aumentado considerablemente la posibilidad de sobrevivir y reproducirse de muchas personas con patologías y condiciones que, sin todo ese conocimiento, resultarían mortales. Con ello, sus genes se perpetúan donde la selección natural lo hubiera impedido.

Evolución biológica y evolución por selección natural

Para dilucidar si la especie humana continúa sujeta a la evolución tenemos que revisar algunos conceptos básicos desde una óptica técnica. Como explica a 20Minutos Carlos Varea González, presidente de la Asociación para el estudio de la Ecología Humana y profesor e investigador del Departamento de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid, la definición de 'evolución', en términos biológicos, sería "los cambios en las frecuencias génicas de una población; es decir, en el conjunto de genes de una especie".

"En ese sentido, hay que decir", prosigue, "que nuestra especie tiene una variedad biológica muy limitada. Somos llamativamente distintos en unos pocos rasgos biológicos (como la pigmentación piel o la forma de la cara) pero en términos generales somos muy parecidos biológicamente", algo que, desarrolla, se ve influido por factores como la movilidad geográfica.

"Según esta definición de evolución biológica", dice Varea, "haría más referencia a un hecho que ha sido constante en nuestra historia como especie que es la movilidad. La movilidad sí que hace que la gente viaje más, se entrecruce, cada vez haya menores barreras biológicas y culturales para ello y provoca un proceso de homogenización de nuestros genes".

"Ahora bien, el concepto más clásico que tenemos es el de evolución por selección natural", detalla este experto. "Siempre que hablamos de selección natural, tenemos que tener presente que en términos estrictos se refiere a mortalidad y fertilidad diferenciales".

"Es decir, que para responder a la pregunta de si seguimos evolucionando por selección natural", advierte Varea, "tendríamos que encontrar algún rasgo o alguna característica que determine si alguien muere o se reproduce diferencialmente respecto a otras".

"Y, en este sentido", opina, "yo creo que no hay grandes factores en la actualidad que determinen esto".

Cómo hemos 'anulado' la selección natural

Varea argumenta que, en términos generales, "cuesta encontrar alguna acción de la selección natural principalmente porque somos una especie cultural y social donde la reproducción no está determinada por valores biológicos, sino que  lo está más por factores culturales, ideológicos, religiosos, tradicionales..."

"Y, en cuanto a la mortalidad", señala, "hay diferencias, pero no determinadas por cualidades biológicas sino por factores sociales que hacen que poblaciones más desfavorecidas tengan tasas de mortalidad infantil mucho mayores".

Y resume: "Es difícil que se esté fijando algún rasgo por selección natural en nuestras poblaciones".

Este fenómeno es algo exclusivo de los humanos: "en especies sociales como los primates, nuestros parientes más cercanos, hay rasgos biológicos en sentido estricto que por ejemplo la selección sexual de los machos permite que se sigan fijando en la población".

Varea apunta que "nuestra especie es muy especial desde el punto de vista biológico, porque nuestra evolución lo que ha determinado es que la cultura canalice nuestra propia evolución biológica. Y esto no es de ahora, sino que ocurre desde la aparición del género Homo hace dos millones de años".

Cultura vs selección natural

Como vemos, tal vez debamos pensar en el devenir humano en otros términos. Este experto argumenta que particularidades de la especie humana como "la tecnología, la capacidad de manipulación, la creación de herramientas o la estructuración social hacen que nuestra biología y la expresión de nuestros genes estén canalizadas socialmente y culturalmente".

Varea lo ejemplifica con el caso de la esperanza de vida. "La esperanza de vida es un indicador demográfico y biológico de primer orden, porque es la mortalidad. Pues bien, hace un siglo, en España, la esperanza de vida era de treinta y tantos años; ahora, es de más de ochenta".

"Esto no es porque la potencialidad de vivir ese tiempo no estuviera ahí antes. No hemos ganado biológicamente en ese sentido. Es porque antes había una mortalidad infantil y al destete mucho más alta, y la gente más adulta moría por enfermedades asociadas con el trabajo o ciertos estilos de vida".

Pero insiste en que "nuestra longevidad como especie no ha cambiado. Nuestra biología, en términos reales, no ha cambiado nada. Vivimos más gracias a nuevas pautas de conducta y mejores condiciones".

Varea, no obstante, advierte contra ciertas lecturas que se pueden hacer de esta relación del ser humano con la selección natural. "Es cierto", reconoce, "que gracias a la medicina y gracias a la salud pública algunos tipos de mutaciones que pueden provocar enfermedades o limitaciones se mantienen más porque se permite que los individuos que las portan vivan cuando en condiciones naturales no hubieran sobrevivido. Pero en cualquier caso esto no supone ninguna dirección evolutiva; no hay que preocuparse de que nuestra especie esté degenerando, como se planteaban los eugenistas del siglo pasado".

"Lo único, simplemente, es que personas que antes tenían limitaciones y no sobrevivían puedan hacerlo en condiciones de dignidad", explica, y reitera que "Nuestra historia evolutiva está canalizada por nuestra plasticidad biológica y cultural, ya que al crecer muy lentamente somos muy sensibles a las condiciones ambientales y tenemos la capacidad de innovar, cambiar y mejorar".

Dueños de nuestro futuro

Asumiendo todo esto, nos damos cuenta de que el ser humano queda entonces en una posición privilegiada: la de intervenir sobre su propio futuro como especie. Este experto defiende que "tenemos mucho que intervenir en mejorar la vida de la gente". 

"Aún hay muchas diferencias en mortalidad, por ejemplo, según el nivel socioeconómico. También en el peso al nacer, que determina que la gente tenga un desarrollo biológico más limitado o más propenso a enfermedades", expone.

"De tal manera", desarrolla, "que es en la intervención social, en la sanidad, en la educación pública, etc. donde más resultados vamos a obtener".

"Nuestros genes no van a cambiar. A lo mejor con terapias determinadas podemos lograr modificarlos en individuos, o con prevención fetal podemos evitar que haya gente que porte genes deletéreos porque causan enfermedades, pero la perspectiva tiene que ser que, a medida que las condiciones globales mejoren, mejorarán la esperanza y la calidad de vida en todo el mundo", continúa.

"La lógica que podemos imaginar para las poblaciones humanas", prosigue, "es que vamos a llegar (esperamos) a niveles de bienestar económico y social que van a mejorar cómo somos".

Resumiendo, concluye, "lo que tenemos que pensar es que vamos a poder mejorar la vida de la gente y que su fenotipo, sus características biológicas, su cuadro de salud, su esperanza de vida y su envejecimiento en buenas condiciones van a ir a mejor, mientras nos preocupemos por el bienestar social".

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