Esta enfermedad del riñón es genética y el diagnóstico temprano es clave para tratarla

Riñón poliquístico.
Riñón poliquístico.
BRUCEBLAUS / WIKIMEDIA COMMONS
Riñón poliquístico.

La enfermedad renal poliquística es una patología crónica cuya gravedad progresa con el paso de tiempo, pudiendo llegar a producir complicaciones muy graves como insuficiencia renal. Por suerte, la detección a tiempo mejora notablemente las perspectivas para el paciente.

¿En qué consiste?

La enfermedad renal poliquística es un trastorno hereditario crónico que provoca que algunas células dentro del riñón muten y se conviertan en quistes. A medida que estos quistes aumentan su tamaño, van comprimiendo los tejidos sanos del órgano (a la vez que hacen que aumente de tamaño), lo que perjudica gravemente su función.

Su génesis está, en la mayoría de los casos, en una mutación que puede ocurrir en casos muy raros de manera espontánea (sin que la transmita un progenitor) o, normalmente, heredarse.

En función de la mutación concreta, puede ser autosómica dominante (si uno de los padres la tiene, cada hijo tiene un 50% de posibilidades de tenerla; además, el cuadro suele aparecer a partir de los 30 años de edad) o autosómica recesiva (para que un niño la tenga, deben padecerla ambos padres; en esta instancia, los síntomas aparecen en la niñez).

¿Cuáles son sus síntomas?

La enfermedad renal poliquística provoca síntomas como presión arterial alta, dolor de espalda o de costado, sangre en la orina, sensación de tener el abdomen lleno, aumento del tamaño del abdomen, cefaleas, cálculos renales, insuficiencia renal e infecciones urinarias o renales.

Además, puede provocar complicaciones como presión arterial alta, pérdida de función renal, dolor crónico, aparición de quistes en el hígado, aneurisma cerebral, complicaciones del embarazo, anomalías en la válvula mitral del corazón y diverticulosis.

¿Cómo se trata?

La enfermedad poliquística renal no tiene cura, aunque hay algunas estrategias de tratamiento que pueden ralentizar notablemente su progresión; por ello, el diagnóstico temprano puede mejorar bastante el pronóstico de un paciente.

Por ejemplo, las personas con esta dolencia pueden beneficiarse del control de la tensión arterial (lo que se logra mediante hábitos vitales, vigilancia de la dieta y en ocasiones el uso de fármacos), seguir una dieta saludable para los riñones (lo que implica reducir al mínimo el consumo de sal), el uso del medicamento tolvaptan y, en la etapa terminal, diálisis y trasplante de riñón (esta última opción puede salvar la vida del paciente y ser definitiva)

La mayoría de pacientes de enfermedad renal poliquística entran en la etapa terminal entre los 55 y 60 años.

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