No tengo ganas de nada, solo de llorar: consejos para superar este estado de ánimo

Hombre llorando.
Hombre llorando.
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Hombre llorando.

La escritora, feminista y primera mujer en asistir a una universidad española Concepción Arenal expresó en el siglo XIX que “el llanto es a veces el modo de expresar las cosas que no pueden decirse con palabras”. La ciencia, de alguna manera, coincide con ella al considerar que llorar es una respuesta fisiológica totalmente natural al procesamiento de emociones que nos producen un fuerte impacto mental como la tristeza o la frustración.

Las lágrimas son uno de los mejores mecanismos de defensa del ser humano para liberar estrés y ayudar a equilibrar las emociones. La tristeza, por ejemplo, provoca que el cerebro acumule mucha tensión y para eliminar esa ansiedad, el organismo se vale de las lágrimas, un mecanismo que le proporciona el alivio.

Comprobado está también científicamente que tras el lloro se segregan endorfinas que hacen que nos sintamos mejor y mucho más relajados, por ello los expertos recomienda nos reprimir esta necesidad. Por otro lado, las lágrimas emocionales poseen algunas hormonas, como la leucina encefálica, que actúa como un calmante natural producido por nuestro propio cuerpo.

Podría decirse, por tanto, que llorar es, hasta cierto punto, completamente natural y totalmente sano. Pero, ¿qué ocurre cuando una persona no puede reprimir las ganas de llorar o cuando tiene ganas de llorar por todo y no sabe por qué? ¿Sigue siendo una situación aceptable o por el contrario puede afectar a su salud física y mental?

Los expertos recomiendan buscar, en primer lugar, las causas de ese llanto constante, ya que aunque en muchas ocasiones pensemos que esas lágrimas no tienen motivo aparente siempre existe un malestar emocional que las provoca. Los motivos de un llanto incontrolable podría explicarse por un suceso estresante o pérdida (como una separación sentimental, un despido, la muerte de un ser querido...), por determinados rasgos de personalidad (las personas neuróticas, por ejemplo, tienen más predisposición a llorar), por cambios hormonales que pueden hacernos más sensibles a las emociones temporalmente, o bien, por la existencia de un trastorno depresivo.

Por tanto, resulta de vital importancia identificar si ese llanto se debe a un episodio de tristeza temporal (como puede ser un duelo o un cambio hormonal como el del embarazo) o a un trastorno psicológico como una depresión. La principal diferencia entre ambos está en que la tristeza es un estado de ánimo temporal y habitual en las personas, una reacción normal ante un hecho o una serie de hechos que nos parecen difíciles de superar; mientras que la depresión es un malestar que se prolonga en el tiempo, que va asociado a la apatía y que puede llegar a convertirse en crónico.

Otra gran diferencia entre tristeza y depresión es que en el primero de los casos somos capaces de identificar claramente el motivo o circunstancia que nos provoca las lágrimas, mientras que cuando se desarrolla o sufre un cuadro depresivo se puede llegar a llorar sin razón ya que no se tiene la capacidad para identificar qué es lo que está provocando ese malestar prolongado en el tiempo.

¿Qué consejos pueden seguirse para superar este estado de ánimo? 
Los expertos señalan en primer lugar que hay que identificar la causa del malestar, ya que como hemos mencionado anteriormente esta podría encontrase el una situación concreta y temporal o, bien, en un trastorno de carácter depresivo.

A continuación, habría que abordad ese causa. En el caso de que ese estado de ánimo bajo que causa el llano se deba a un problema psicológico los especialistas recomiendan acudir a terapia.

Otras pautas que pueden ayudar en este estado sería:

- Poner en práctica técnicas de respiración para desviar la atención de los pensamientos negativos.

- Practicar técnicas de relajación y mindfulness.

- Aprender a identificar los pensamientos negativos para someterlos a una prueba de realidad. 

- Escribir un diario para plasmar los sentimientos y aprender a gestionar las emociones.

- Realizar actividades que nos ayuden a ocupar el tiempo y a sentirnos útiles y motivados.

- Apoyarse en familiares y amigos. Las relaciones sociales mejoran el estado de ánimo.

- Tiempo para uno mismo. Centrarse en el autocuidado.

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