El neurólogo Rafael Yuste: "En 20 años tendremos tecnología para acceder al cerebro y manipularlo"

Las conexiones cerebro-sensoriales jugarán un papel clave en la forma en que nos relacionamos con nuestro entorno.
Las conexiones cerebro-sensoriales jugarán un papel clave en la forma en que nos relacionamos con nuestro entorno.
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Las conexiones cerebro-sensoriales jugarán un papel clave en la forma en que nos relacionamos con nuestro entorno.

El neurocientífico de la Universidad de Columbia (Nueva York) Rafael Yuste sostiene que “en un plazo de 10 o 20 años como mucho ya existirán tecnologías capaces de adentrase en el cerebro humano para registrar nuestra actividad y también para manipularla”.

Así lo reconoció en un debate ‘online’ sobre ‘Los neuroderechos’ que organizó ayer jueves la Fundación Ramón Areces, en el que también afirmó que “en los laboratorios ya hemos sido capaces de alterar el comportamiento de animales, por lo que esas posibilidades se explorarán en humanos para combatir un sinfín de enfermedades”, por lo que advirtió a la sociedad de la necesidad de preparar las leyes para regular ese futuro escenario.

En el encuentro, moderado por la jurista María Emilia Casas, también participó el exministro de Justicia Tomás de la Quadra-Salcedo, quien apeló a “reconocer, entre otros ‘neuroderechos’, el derecho a la propia personalidad y al libre albedrío y que nadie pueda interferir en estas con ninguna máquina”.

“El cerebro humano tiene tantos nodos o conexiones como tres veces todo el Internet de la Tierra”, comentó Yuste. Para él, principal impulsor del proyecto ‘Brain’, en el que el Gobierno de Estados Unidos ha invertido 6.000 millones de dólares, "el objetivo principal de estas investigaciones hacia tecnologías que permitan adentrarse en el cerebro humano es la búsqueda de soluciones y tratamientos a enfermedades como el alzhéimer, el párkinson, la depresión, la epilepsia, la esquizofrenia...".

“Esas mismas herramientas que nos podrían ayudar a curar a una persona esquizofrénica nos podrían permitir registrar la actividad cerebral de una persona sana y descifrarla o cambiarla y alterar esa mente” explicó, aunque añadió que “aún nos faltan herramientas -ópticas, acústicas, químicas, o magnéticas”.

El debate legal

Sobre los posibles cambios en la regulación, Yuste mencionó la responsabilidad de los científicos de alertar a la sociedad y a los juristas. “Si no afrontamos esto con cautela, se nos puede llevar por delante, ya que puede cambiar la esencia del ser humano”, aseguró al respecto.

Y es que, ya en 2017, un grupo de expertos en neurociencia e inteligencia artificial estudiaron el potencial de estas tecnologías y concluyeron que estaban ante un problema de derechos humanos. “Propusimos nuevos derechos humanos o neuroderechos para proteger a la ciudadanía de estas tecnologías tan potentes, como el derecho a que nadie entre sin nuestro consentimiento en nuestro cerebro, el derecho a conservar la propia personalidad, también el derecho al libre albedrío o el derecho a la protección ante posibles sesgos”, recordó Yuste.

Para Tomás de la Quadra-Salcedo, la solución pasa por “regular esos neuroderechos”. “El derecho suele ir detrás del progreso científico, pero en este caso tenemos la suerte de contar con un plazo de tiempo razonable para adaptar el derecho a esa futura situación que está por venir y contemplar las posibilidades de estas interfaces cerebro-computadora”, precisó; al tiempo que recordó que ya existen herramientas “capaces de escribir lo que pensamos”.

Por su parte, la jurista del Consejo de Ciencias Sociales de la Fundación Ramón Areces María Emilia Casas, sostuvo que “estas neurociencias tienen una capacidad de invasión en la dignidad humana aún mayor que la digitalización”.

“Necesitamos un instrumento internacional que proteja a los ciudadanos de estos nuevos riesgos. Hay que construir un sistema entero. Quien tiene la tecnología tiene un ejercicio de poder frente a quienes no la tienen. Necesitamos unir fuerzas porque cuando la ciencia llegue a estos límites tendríamos que haberle encontrado ya acomodo en el derecho”, concluyó.

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