¿Sabías que el pavo contiene una elevada cantidad de triptófano? ¿Cuál es su función? Se trata de un aminoácido esencial que el organismo no puede sintetizar y que se obtiene, principalmente, a través de los alimentos al encontrarse de forma natural en las proteínas de los animales y de las plantas.
Según la Clínica Universidad de Navarra (CUN), el ser humano "necesita un total de 20 aminoácidos, de los cuales, nueve no es capaz de sintetizar por sí mismo y deben ser aportados por la dieta. Estos nueve son los denominados aminoácidos esenciales y si falta uno solo de ellos, no será posible sintetizar ninguna de las proteínas en la que sea requerido dicho aminoácido".
Así, el triptófano contribuye al crecimiento normal de los más pequeños y a producir y mantener las proteínas, músculos, enzimas y neurotransmisores del cuerpo, tal y como explican en MedlinePlus, la Biblioteca Nacional de Medicina de los EE. UU.
¿Cuáles son sus funciones?
Pero, ¿cómo utiliza el cuerpo este aminoácido? En primer lugar, interviene en la producción de melatonina, una hormona que ayuda a regular el ciclo del sueño y de la vigilia. Del mismo modo, ayuda a producir serotonina, un neurotransmisor que contribuye en la regulación del apetito, del sueño, del estado de ánimo y del dolor.
Por otra parte, "el hígado también puede utilizar el triptófano para producir niacina (vitamina B3), la cual es necesaria para el metabolismo energético y la producción de ADN", añaden. Pero para que el triptófano se convierta en niacina es necesario que el organismo disponga de suficientes cantidades de hierro, riboflavina y vitamina B6.
¿Qué podemos comer para obtener este aminoácido?
La mayoría de alimentos que contienen altos niveles de proteínas también suelen estar compuestos por una considerable cantidad de triptófano. Estos son algunos de los más ricos en este aminoácido:
- Huevos.
- Lácteos como el queso o la leche.
- Pescado azul, como el salmón, el emperador o las sardinas.
- Carnes blancas como el pollo o el pavo.
- Frutos secos como el cacahuete, las nueces o las almendras.
- Semillas como las de girasol o calabaza.
- Cereales, sobre todo integrales.
- Legumbres como las judías, los garbanzos o las lentejas.
- Frutas como el plátano o la piña.
- Verduras como las espinacas o la remolacha.
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