Qué es la displasia mesenquimal placentaria o 'placenta gelatinosa' y qué peligros tiene para el feto

  • Es una anomalía poco frecuente que puede provocar enfermedades de gravedad en el feto e incluso la muerte.
  • No entraña riesgo para la madre y no se puede diagnosticar definitivamente hasta después del parto.
Ecografía a una paciente embarazada
A través de la ecografía se detectan algunos de los signos de displasia mesenquimal placentaria
ICS
Ecografía a una paciente embarazada

La planta es un órgano y, como tal, puede sufrir determinadas patologías. Entre las más conocidas, encontramos la placenta previa, la placenta envejecida, el desprendimiento o el acretismo, afecciones que hay que vigilar de cerca, pues pueden afectar tanto a la salud del feto como a la de la madre.

Además de estos, que son las más frecuentes, existen otros menos conocidos, pero que pueden llegar a ser muy graves. Es el caso de la placenta gelatinosa o displasia mesenquimal placentaria (DMP), una anomalía que fue descrita por primera vez en 1991 y que tiene una baja incidencia (el 0,02% de los embarazos), pero que se estima que está subdiagnosticada.

En qué consiste y cómo se diagnostica

La displasia mesenquimal placentaria (DMP) es una anomalía vascular de este órgano que se caracteriza por un aumento significativo del tamaño de la placenta (placentomegalia) y por la presencia de vesículas o quistes en forma de grano de uva y vasos sanguíneos dilatados. Estas anomalías pueden localizarse al realizarse un examen ecográfico durante el embarazo, sobre todo durante el segundo o tercer trimestre, pero, al tratarse de una patología tan infrecuente y desconocida, a menudo se confunde con mola hidatidiforme parcial, una enfermedad trofoblástica gestacional en la que la placenta presenta características parecidas. A diferencia de esta, la DMP suele coexistir con feto viable.

Aparte de las imágenes ecográficas alteradas, no hay una sintomatología especifica asociada a la DMP, por lo que el diagnóstico definitivo no se da hasta después del parto, cuando se analizan las células placentarias.

En cuanto al origen de la displasia mesenquimal placentaria, todavía es incierto y se cree que es multifactorial. Dado que afecta mayoritariamente a fetos femeninos y que se asocia con una enfermedad genética (síndrome de Beckwith-Wiedemann), existe la posibilidad de que tenga un origen genético. Otra hipótesis es que la presencia de hipoxia temprana (falta de oxígeno) en la placenta ocasiona la proliferación de mayor tejido.

Cómo puede afectar a la madre y al bebé

Más allá de una posible preeclamsia (presión alta durante el embarazo), la DMP no se asocia a un aumento de la morbimortalidad materna, es decir, que no provoca daños en la madre ni se asocia a ninguna enfermedad que pudiera tener antes o durante la gestación. A lo que sí se asocia es a una tasa elevada de muerte fetal y neonatal (hasta un 40%) y a distintas complicaciones. 

Las más frecuente son la prematuridad (la mayoría de los niños nacen ante de las 37 semanas), un crecimiento intrauterino retardado (CIR) presente desde las 22-24 semanas de gestación, y el síndrome de Beckwith-Wiedemann, un trastorno genético caracterizado por sobrecrecimiento, predisposición tumoral y malformaciones congénitas. Este trastorno aparece en un 30% de los casos diagnosticados de displasia mesenquimal placentaria. 

Otras patologías frecuentes son anemia, tumores -especialmente hepáticos- en el recién nacido o hiperplasia suprarrenal congénita, una mutación que provoca que las glándulas suprarrenales produzcan muy poco cortisol.

Dado que no se puede diagnosticar definitivamente hasta después del parto, se recomienda vigilar de cerca los embarazos que presentan anomalías en la placenta y tener presente una posible no descartar una DMP, sobre todo si existe un feto viable. 

Ante la sospecha de una DMP, se puede recomendar inducir el parto a partir de las 37 semanas para evitar riesgos a la madre y al feto. Después del parto, será tarea de las matronas, como aseguran en un artículo publicado sobre la enfermedad en la revisa de la FAME (Federación de Asociaciones de Matronas de España), revisar la placenta y mandarla analizar. Una vez confirmado el diagnóstico, se deberá vigilar al feto de cerca, descartar las patologías más probables y, en caso de que no existan, hacerle un seguimiento, pues se desconocen las consecuencias que la displasia mesenquimal placentaria a largo plazo en niños nacidos sin anomalías genéticas. 

Mostrar comentarios

Códigos Descuento