Cómo hacer galletas caseras con solo tres ingredientes en pocos minutos

Una receta fácil, barata y con ingredientes que todos tenemos en casa para disfrutar de unas galletas caseras con infinitas posibilidades de personalización según el gusto de cada uno.
Galletas saladas de queso.
Solo se necesitan 3 ingredientes para hacer galletas caseras.
porosolka / iStock
Galletas saladas de queso.

Preparar galletas caseras no requiere grandes dosis de tiempo ni habilidad culinaria. De hecho, con tan solo 3 ingredientes básicos que se pueden encontrar en cualquier despensa de España, es posible crear en pocos minutos unas deliciosas galletas de mantequilla, también conocidas como pastas de té. El resultado son unas galletas crujientes y sabrosas que se pueden conservar perfectamente durante días.

La base de estas galletas exprés es a base de mantequilla, azúcar y harina. A partir de esta combinación elemental, las posibilidades de personalización son infinitas: se puede añadir esencia de vainilla, espolvorear azúcar glas, incorporar almendra picada, cubrirlas de chocolate... Todo depende de la creatividad y el gusto de cada uno.

En cuanto a la forma y grosor de las galletas, también hay varias opciones. Si se opta por una masa fina de medio centímetro, lo ideal es utilizar cortapastas para darles la silueta deseada. Si se prefiere una textura más gruesa y consistente, la recomendación es formar un rollo con la masa, refrigerarlo y cortarlo en discos de 1 centímetro con un cuchillo bien afilado.

Ingredientes de las galletas caseras

  • 125 gramos de mantequilla.
  • ​50 gramos de azúcar.
  • ​170 gramos de harina.

Elaboración de las galletas caseras

  1. Lo primero es mezclar en un bol la harina previamente tamizada, el azúcar y la mantequilla a temperatura ambiente.
  2. Se amasa con las manos o con una amasadora hasta obtener una masa uniforme y manejable. Aunque al principio puede parecer que hay demasiada harina, en pocos minutos se consigue la consistencia perfecta.
  3. A continuación, se divide la masa en dos partes iguales y se forma una bola con cada mitad. Se refrigeran durante 15 minutos. Mientras, se precalienta el horno a 180 grados.
  4. Pasado el tiempo de reposo en frío, se aplana cada bola con un rodillo hasta dejar una masa de medio centímetro de espesor. Si se pega, basta con engrasar ligeramente el rodillo con unas gotas de aceite.
  5. Después, se van cortando las formas deseadas con ayuda de cortapastas y se van colocando en la bandeja de horno sobre papel sulfurizado.
  6. El tiempo de horneado son 15 minutos, siempre vigilando que no se quemen. El punto perfecto es cuando las galletas están ligeramente tostadas pero sin llegar a dorarse demasiado. Al sacarlas pueden parecer muy blandas, pero es la textura típica de este tipo de masa que endurece al enfriarse fuera del horno. 
  7. Solo queda dejar que las galletas se templen sobre una rejilla... ¡y disfrutarlas!

Una tentación irresistible para acompañar el café, el té o simplemente como capricho dulce a cualquier hora. Además, su larga conservación las convierte en una estupenda idea para regalar a familiares y amigos.

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