Logran controlar los síntomas del párkinson usando implantes

Una mujer hace ejercicios para combatir la enfermedad.
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De la enfermedad de Párkinson se desconoce su origen, pero sí se sabe que se presenta por la deficiencia de dopamina en un área del cerebro. Esto es lo que provoca movimientos lentos, rigidez y temblores, síntomas de la enfermedad.

Ahora, pensando en cómo liberar la dopamina que falta, un grupo de científicos mexicanos ha conseguido en ratones controlar mediante implantes los efectos del párkinson. Creen los investigadores que, en el medio plazo, su procedimiento podría ser utilizado ya en los seres humanos.

La investigación está centrada en inyectar y liberar dopamina de manera eficaz en el cerebro. La deficiencia de dopamina en un área del cerebro llamada neoestriado provoca movimientos lentos, rigidez muscular y temblores en reposo, los principales síntomas de la enfermedad.

De hecho, en el párkinson, las neuronas que producen dopamina mueren o no funcionan adecuadamente. En este sentido, la molécula cumple funciones de neurotransmisor en el sistema nervioso central y participa en funciones como control de los movimientos, y latido cardiaco, entre otros.

Que la dopamina llegue al cerebro directamente

Los medicamentos actuales emplean precursores de la dopamina. Sin embargo, la muerte neuronal no decae y sigue habiendo un déficit de dopamina. Por tanto, estos tratamientos al principio logran brindar buenos resultados, pero con el paso del tiempo se requieren mayores dosis, hasta que finalmente ya no responden.

Los investigadores mexicanos han desarrollado un material capaz de encapsular la dopamina y evitar que se oxide, para que así llegue al cerebro de manera directa. Estos reservorios que guardan la dopamina están hechos con dióxido de titanio.

De acuerdo con los investigadores, el material es como una esponja que se llena del fármaco –dopamina– que lo conserva bien, permanece hasta meses activa, y la lleva al neurotransmisor como lo requieren las neuronas, al menos en los estudios realizados con ratones.

Las pruebas en roedores, a los que se les indujo la enfermedad, han mostrado una recuperación de la función motora de hasta el 90%. Dados estos resultados, los científicos están buscando ahora financiación para llevar a cabo pruebas en humanos, debido a que el alto nivel de control de los protocolos requieren los estudios clínicos.