Hemos estado de alfombras rojas esta última semana. Qué sensación de normalidad, oigan. ¡Qué maravilla! Bueno, algunas técnicamente lo eran, otras lo parecían.
Empecemos por la de los Oscars, la oficial. Esa que llevábamos esperando un par de años y que estuvieron a punto de cancelar por la invasión a Ucrania. Afortunadamente el mundo de la moda dio un puñetazo en la mesa y dijo que ya estaba bien. Que esto de pasear trapitos por un photocall no sólo es un sueño, sino también una industria que mueve muchísimo dinero: Concrétamente más de 2 billones (sí con b) en todo el mundo. Finalmente el paseillo frente a las cámaras se produjo aunque la Academia, que todavía no sabía lo que se le venía encima, pidió discreción, corrección y respeto. Incluso sugirió a las mujeres que se ciñeran a la etiqueta llevando vestido largo y a los hombres que se limitaran al esmoquin. El resultado fue una alfombra roja que me hizo viajar hasta los años más glamurosos de la meca del cine. Una que es clásica y todavía sueña con el Hollywood de los grandes estudios, disfrutó a lo grande.
Ay, ay , ay
Pero claro, en los años 50 no tenían a Kristen Stwart y Timothée Chalamet, que son de los que llevan fatal eso de cumplir normas. Él se olvidó la camisa en casa, ella la falda. Porque por muy Chanel que fuera lo que llevaba, era una braguita grande. Ojo, que no estoy diciendo que aquellas que optaron por llevar pantalones no fueran correctas. De hecho el conjunto de pantalón, de Valentino, que llevó Ariana de Bosé (ganadora del Oscar a la mejor actriz de reparto) fue uno de los looks más aplaudidos de la noche.
La etiqueta social es así, recomienda, pero no obliga, por lo que es el invitado el que decide hasta qué punto quiere seguir estas pautas. La jugada está claro que sale rentable, porque aquí estoy hablando de ellos y no de Uma Thurman y Maggie Gylenhall que fueron mis favoritas.
De una fiesta a una especie de funeral
El otro acontecimiento, casi de alfombra roja, fue la mayor reunión de monarquías que recordamos en los últimos años. Ellos también recibieron pautas de vestuario para asistir a la Misa Memorial en nombre del Duque de Edimburgo que se ha celebrado esta semana en Londres. No era un funeral, por lo que no se debía vestir de negro, pero se recomendaban tonos oscuros en señal de respeto. Tanto Isabel II, como la Princesa Ana o Camila Parker optaron por el verde. Un color que representaba en todos los sentidos al homenajeado. El verde de Escocia, el 'verde Edimburgo', que hasta su propio nombre tiene.
Casualmente o no, también fue de verde Doña Letizia.Con un abrigo vestido muy british. Por cierto que este color tiene mucho significado para la Monarquía española. El acrónimo de “Viva el Rey de España” se escribe V.E.R.D.E. Se desconoce cuándo empezó a usarse exactamente con este simbólico fin, pero durante la Primera República ya se encontraron documentos firmados en tinta de este color por reconocidos monárquicos.
Si nadie va de gala, nadie nota que Andrés no tiene galones
Volvemos a Londres y nos vamos con ellos, los hombres tampoco llevaban corbata o traje negro, que es de luto, sino oscuro, de respeto. Sorprendente que los militares no fueran de uniforme, pero fue una forma de la Reina de Inglaterra de proteger a su hijo Andrés, que la acompañó en esa jornada, y que ha perdido todos sus galones debido a sus acusaciones de delitos sexuales.
Medias ¿si o no?
Volvemos a las mujeres, porque hay una cosa que últimamente no puedo sacarme de la cabeza: ver a casi todas las mujeres sin medias. Algo que daría un gran disgusto a nuestras abuelas, que son las que decían que una señora debe llevar panties hasta en agosto en una boda en Sevilla. Las cosas cambian y evolucionan, afortunadamente, pero lo de una misa en Westminster, en marzo, con frío… no sé a mí me pedía unas oscuras, poco tupiditas. Me parece más elegante. Además de clásica soy una antigua, con el pelo rosa, pero antigua. Hay que quererme así.
El 'defecto' de Kate
Por cierto, que lo encontré. Por fin le puedo sacar un 'pero' a Kate Middleton. Estaba divina con ese vestido de pequeños lunares. Era una preciosidad y le quedaba como un guante, pero la pamela (otra maravilla) me pareció demasiado festiva para el tipo de acontecimiento. Ahora, que si alguien me consigue su contacto, se la quiero pedir para la próxima boda de día a la que me inviten.
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