Macron es un tipo que amas u odias. No por sus ideas, sino por su manera de hacer política. (Aviso antes de que sigáis leyendo que yo soy de las primeras).
Desde que emprendió su camino hacia el Elíseo supo identificar perfectamente el poder que tenía la nueva comunicación y sobre todo como las redes sociales habían cambiado la manera de llegar a sus votantes, primero, y a sus conciudadanos después. Por ese motivo todo lo que hace queda retratado para la posteridad por su fotógrafa de cabecera, Soazig de la Moissonniere. Lo mismo vemos a Briggite Macron descalzándose tras un acto apoyada en el Presidente de la República, que podemos escrutar cada una de las arrugas y las canas que le están saliendo al francés desde que se ha encontrado con el “marrón ruso” en su turno de la Presidencia europea.
El secreto de Macron
Su secreto, hacer de la cotidianeidad política. Aunque claro, todo parece tener un límite y las “alarmas” han saltado esta semana cuando hemos visto a Macron retratado en su despacho, en domingo, con barba de un par de días y vistiendo una informal sudadera de la Brigada Paracaidista, el cuerpo especial de las Fuerzas Armadas Francesas. La de los tipos duros. Las comparaciones con la imagen que está proyectando, y con la que está conquistando al mundo Zelensky, el aclamado e inesperado líder ucraniano, no se han hecho esperar. Qué si ha perdido la naturalidad, qué si ya está pensando más en su reelección… No lo sé, claro, que yo tampoco lo tengo que votar. Como en todo, en política el contexto es fundamental y la copia, generalmente, nunca funciona.
El abrigo verde de Kate
Hablando de comparaciones, vayamos con las monarcas europeas. En esta columna, que es un poco como mi reino, somos tan de Kate Middleton como de Macron. Cada vez que la veo me sale eso de “qué mona va esta chica siempre”. Su estilo ha evolucionado con los años y se ha convertido, por ética y por estética, en uno de los grandes valores de la Monarquía Británica. La hemos visto contar cuentos a niños, tocar el piano en un concierto de Navidad y hasta tirarse por un tobogán con tacones (¡y salir airosa del trance!). Claro, una piensa en los habitantes de Zarzuela y como que no. No lo veo. De hecho tampoco veo que en España consintiéramos el dineral que se gasta la Duquesa de Cambridge en ropa. Sin ir más lejos, el abrigo verde, de Laura Green, que llevó en el desfile del Día de San Patricio cuesta más de 3.000 euros. Ahí es nada. Bonito, de morir. Caro, carísimo. Ya profundizaremos en el vestuario de las royals, que ahí tenemos mucha puntada que dar.
Gabriel Boric y una nueva estética en política
Y terminamos este viaje semanal al otro lado del charco, concretamente en Chile. Esta semana ha tomado posesión el nuevo gobierno de Gabriel Boric. El joven progresista ¡no tiene ni 40 años! ha traído un aire estético renovado (y muy tatuado) al país andino.
He visto a unas cuantas personas llevarse las manos a la cabeza al ver a tan alto cargo arremangado y con los brazos cubiertos de tinta. Y eso que el señor Presidente desde que llegó al cargo se ha cortado el pelo, arreglado la barba y se ha hecho trajes (casi) de su talla. Cosas de los nuevos tiempos. De hecho, la foto de su equipo de Gobierno es para estudiarla con detenimiento. Las corbatas ya son cosas del pasado y las mujeres que forman parte de él han aprendido muy bien el uso del color y su significado. Vimos mucho morado, por ejemplo. Algo que me gustó particularmente, es que la banda presidencial que lució el día de la investidura estaba confeccionada por las mujeres del Sindicato Revolucionario Textil de Chile. Sebastián Piñeira, su antecesor, mandó hacer la suya en París (detalles).
En la otra mano, me tiene absolutamente descolocada su jefa de Protocolo. Un cargo cuyo mayor requerimiento es el de la prudencia, la discreción y la organización. Pues Manahi Pakarati, natural de la isla de Pascua, decidió ponerse el traje tradicional Rapanui (que no es precisamente discreto) y saludar a mano alzada a todos los presentes mientras paseaba con la comitiva presidencial camino del Palacio de la Moneda.
Yo me imagino a Jorge Mijangos, Director General de Protocolo de Moncloa, que es de Burgos, con el pantalón a la rodilla, el chaleco, la faja y el sombrero velludo típico de la zona en la gira que está haciendo estos días Sanchez y, claro, me entran las carcajadas. Y es que como dice siempre mi señor padre, que importante es eso del sentido común, que por desgracia, es el menos común de los sentidos.
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