El síndrome de Hubris: así te puede afectar la enfermedad del poder (especialmente, si eres mujer)

Quienes alcanzan el poder, en ocasiones, cambian su personalidad. Hablamos con una experta para saber los motivos y para descubrir si es preciso avisar a la líder de que ha cambiado.
El precio del poder
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El precio del poder

El síndrome de Hubris o enfermedad del poder, también conocido fuera de España como síndrome de Hybris, es un trastorno que ocurre a quienes al alcanzar posiciones de poder, cambian drásticamente su personalidad. Seguro que conoces a alguna persona que al ascender, modifica su forma de ser, y para comprender el porqué de este suceso nos hemos puesto en contacto con Inma Brea es coach experta en comportamiento humano y en Humanización Corporativa, y mentora para directivos y líderes organizacionales. "Una respuesta simplista podría ser atribuirlo a una autoestima inflada pero, en realidad, los motivos subyacentes pueden ser mucho más complejos. Por ejemplo, podría tratarse de una respuesta inconsciente al miedo, como el temor a que se revele su inseguridad o vulnerabilidad. También pueden influir creencias arraigadas como "pisas o te pisan" o ganar o perder", señala.

Mujeres y liderazgo
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"Cuando las personas tienen estos patrones de pensamiento rígidos, a menudo se ven limitadas en su capacidad para comportarse de manera distinta, incluso sin darse cuenta de ello", señala. El paradigma de la sensibilidad es el que diferencia a las mujeres del poder, pero como asegura Joana Bonet, autora de ‘Chacón. La mujer que pudo gobernar’, "cuando las mujeres llegan al vértice del poder y están cerca de lograrlo, empiezan los obstáculos. Es como si las mujeres fueran casi 'outsiders' en el fondo de los sistemas y estructuras que hasta ahora estaban en la primera línea política". 

El liderazgo femenino

Se dice que al liderazgo femenino le caracteriza una mayor empatía y una mayor inteligencia afectiva. ¿Cómo hacer para que siga siendo así y no se adopte al alcanzar el poder ese tipo de mandato más vinculado al masculino, menos empático? "Hay dos factores clave: uno de ellos es la autoconfianza. Cuanto más segura te sientas de ti misma, menos se activarán los mecanismos de defensa que nos llevan a comportarnos con rigidez y falta de empatía. La confianza en uno mismo nos permite ser más abiertos y flexibles en nuestras interacciones con los demás", responde Inma Brea.

Las mujeres, al alcanzar el poder, podemos sentir aún mayores inseguridades. ¿Por eso hay veces que adoptamos una actitud mucho más agresiva que antes de haber sido líderes? "Es cierto que la agresividad y la rigidez se asocian con lo masculino, pero también se asocia la acción y el liderazgo. Creo que muchas mujeres hemos creído que cuanto más "masculinas" seamos en nuestro "performance", más competentes y competitivas seremos. Precisamente porque creemos que mostrar emociones se ve en nuestra sociedad como un signo de debilidad. Por otra parte, en un mundo donde todos estamos muy estresados, es más difícil ser empáticos; es una cuestión biológica. No podemos ser empáticos si estamos hasta arriba de cortisol, que es una de las hormonas que se activa ante el miedo", dice Inma Brea.

Cómo gestionar el poder

Tal y como indica el estudio Global Leadership Forecast 2021, seis de cada 10 directivos sufren agotamiento extremo al final de la jornada, y por ello existen coaches y psicólogos especializados en gestionar el estrés desencadenado por el peso del poder. Alcanzar una posición de liderazgo en cualquier ámbito (negocios, banca, deporte, bolsa, política, industria) conlleva una enorme dosis de esfuerzo, entrega y sacrificio y, al mismo tiempo, demanda un rendimiento físico y mental óptimo. Los grandes líderes se mueven en un mundo hiper competitivo en el que el error no está permitido y conviven de manera habitual con unos altísimos niveles de estrés y exigencia. Los viajes constantes, los cambios de huso horario, la inmediatez en la toma de decisiones o la obligación de trabajar en modo multitasking afectan, gradualmente, tanto al estado de salud general como a las capacidades cognitivas.

No hay liderazgo sin auto liderazgo, y esto requiere desarrollo interno

¿Es oportuno, al alcanzar puestos de poder, buscar un especialista en liderazgo? Inma Brea asegura que sí. "No hay liderazgo sin auto liderazgo, y esto requiere desarrollo interno. Son pocos los que han aprendido estas competencias por sí solos por lo que un coach o mentor en liderazgo y desarrollo personal puede ser fundamental para desempeñarse de manera efectiva en estos roles", asegura.

Para terminar, le preguntamos si en el caso de que haya sido fruto de un ascenso, han los que eran compañeros del mismo rango de advertirle a la líder que ha cambiado su personalidad del cambio. "Sí, claro. Otra cosa es que estemos en disponibilidad de verlo, ya que estos estados de alerta pueden nublar la razón y la objetividad. No olvidemos que el estrés es una respuesta del cuerpo ante la sensación de "peligro", y ante esa sensación, el ser humano tiene tres posibles respuestas: bloqueo, huida o ataque. Entre los líderes organizacionales es más frecuente que se den las dos últimas respuestas: evadir el tema o tomarlo como un ataque personal", concluye.

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