En qué consiste el 'síndrome de Wendy' y por qué es más común entre mujeres

Wendy y Peter Pan en la mítica película de Disney
Wendy y Peter Pan en la mítica película de Disney
Cortesía
Wendy y Peter Pan en la mítica película de Disney

Cada día se presentan nuevas patologías que afectan a la salud mental y, a la postre, física, que en muchos casos están relacionadas con el ritmo de vida frenético que experimentamos. Sin embargo, otros tienen su origen en el pasado, en nuestra más tierna infancia, según nuestra educación y en el poso cultural que va quedando en nuestro interior. Este es el caso del síndrome de Wendy.

Como ya podemos suponer por su nombre, este trastorno tiene su origen en el personaje homónimo de Peter Pan, que reafirma su identidad a través de los cuidados. El primero en nombrarlo fue el psicólogo Dan Kiley (responsable a su vez del denominado síndrome de Peter Pan) en 1983, y quienes lo padecen suelen manifestar una excesiva preocupación por los demás, llegando incluso a dejar de lado sus propias necesidades. 

La primera pregunta sería, por supuesto, cómo saber cuándo alguien simplemente es buena persona y cuándo estamos hablando de alguien que tiene un problema. "Las personas que padecen este síndrome sienten la necesidad de satisfacer a los demás a través de los cuidados o la protección, entendiendo el afecto como un acto de sacrificio. Además, existe cierta resignación en este comportamiento que se produce por miedo al rechazo o al abandono. La diferencia radica en que estas personas anteponen siempre a los demás sobre los deseos o necesidades propias", dice Soraya Bajat, jefa de Psicología del Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela y jefa de Salud Mental del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja.

"La diferencia entre alguien bondadoso y una persona con este síndrome radica en el malestar que estos últimos acaban padeciendo. Cuando una persona hace algo bueno por otro lo suele hacer de manera gratuita y desinteresada. Sin embargo, una persona que sufre este síndrome, padecerá niveles elevados de ansiedad y se sentirá excesivamente culpable si no cuida o protege correctamente al otro, olvidando su propia identidad, su felicidad y realizando conductas autodestructivas con el mero fin de complacer. Además, pese a que para una persona bondadosa el objetivo es ayudar o cuidar al otro de manera genuina o altruista, las personas con este síndrome tendrán su motivación siempre asociada al fuerte miedo a la soledad, rechazo, fracaso y abandono y serán serviles por la necesidad de sentirse aceptados", dice el equipo de contenido clínico de TherapyChat, liderado por Isabel Aranda, psicóloga sanitaria y Chief Content Officer de la compañía. 

Comentan que pese a que el síndrome de Wendy no tiene una entidad clínica reconocida como para poder estar hablando de una patología, sí que posee determinadas características clínicas que son susceptibles de tratamiento. "Esta actitud de cuidado es llevada al extremo, hasta el punto de que se olvidan de su propia felicidad y se dedican a vivir por y para los demás. Asimismo, se caracterizan por ser personas inseguras, con baja autoestima y pobre autoconcepto y por ser incapaces de marcar sus propios límites o tomar decisiones sin la aprobación de los demás. Todo lo que hacen lo hacen para conseguir una validación externa y un reconocimiento que afirme su propia identidad", aseguran.

Wendy en una mítica imagen de la película de Disney
Wendy y Peter Pan
Cortesía

Complicado de indentificar y asumir

Es esencial que quien padece este síndrome logre terminar con tal necesidad de complacer y de anteponer las necesidades ajenas a las suyas, y para hacerlo, lo más adecuado siempre es ponerse en manos de profesionales. "El problema de este tipo de conductas o estilo de personalidad es que no suelen ser fáciles de reconocer por parte de quien los padece y, por lo tanto, necesitan la ayuda adecuada para darse cuenta de este comportamiento y adquirir las herramientas para tratarlo. En estos casos habrá que detectar las causas que lo provocan y, a partir de ahí, establecer los pasos para solventarlo, algo que también requiere de la participación activa del entorno cercano. Una adecuada salud mental mantiene un equilibrio entre el autocuidado y el cuidado a los demás, ambos necesarios para un adecuado bienestar psicosocial", dice Soraya Bajat.

Mujeres cuidadoras

Asegura que el hecho de que sea más común que las mujeres padezcan este síndrome se debe a una cuestión cultural, pues tradicionalmente se ha otorgado a las mujeres roles de cuidadoras. "De hecho, comparte sus principales características con el síndrome de la mujer rescatadora o el síndrome de la mujer salvadora, ambos caracterizados por el cuidado de los demás. Asimismo, son factores como las influencias culturales, el estilo educativo, los rasgos de personalidad y ciertos comportamientos sociales los que alimentan la aparición de este síndrome entre las mujeres", añade el equipo de contenido clínico de TherapyChat. 

"Tradicionalmente, esta necesidad absoluta de anteponer los deseos de otra persona a los propios es una norma de conducta en la que muchas mujeres han sido educadas en sus relaciones afectivas. Antiguamente, eran educadas para estar siempre en un segundo plano, de tal forma que, en vez de ser protagonistas de sus propias vidas, crecían siendo hijas y continuaban el resto de su vida siendo esposas y madres, perdiendo por completo su identidad más allá del rol de cuidadoras. De igual modo, este síndrome es más común entre mujeres, puesto que está muy asociado a la maternidad. Según esto, la sociedad espera de manera inconsciente que una mujer adopte el papel de figura materna, incluso en situaciones en las que no se les ha pedido que lo hagan", dicen desde el equipo liderado por Isabel Aranda.

Marge, Lisa, Bart, Maggie y Homer, la familia Simpson al completo.
Marge siempre ha ejercido de madre cuidadora en 'Los Simpson' 
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Para finalizar, y por más que no sea lo mismo el síndrome de Wendy que el mito de la supermujer, no queremos dejar de señalar lo nocivo que resulta ese yugo de la mujer que puede con todo. "Presuponer que una mujer puede y debe asumir todas las responsabilidades en los distintos roles que desempeña, no solo las perjudica a nivel social, haciendo perdurar el rol de cuidadora, sino que acarrea consecuencias físicas (agotamiento, dolor corporal, falta de descanso, etc.) y, sobre todo, psicológicas (frustración, dependencia emocional, síntomas relacionados con la ansiedad y los estados depresivos)", dice Bajat.

La supermujer, otra gran carga del siglo XXI

 "El mito de la supermujer impide que se pueda conseguir un equilibrio entre las obligaciones y los placeres del día a día y condena a las mujeres a una sobreproductividad en la que se olvidan de sí mismas. Por ello, es normal la aparición del sentimiento de culpa por no conseguir asumir todas las responsabilidades impuestas y por no saber delegar o compartir responsabilidades con los demás sin considerarlo un sacrificio personal o sin considerar que se están fallando a sí mismas. Esta necesidad imperiosa de llegar a todo es nociva, puesto que provoca en las mujeres niveles elevados de frustración y ansiedad al poseer unos estándares tan altos que no se pueden llegar a cumplir. Esta sobrecarga de trabajo y responsabilidades puede llegar a desencadenar un síndrome de 'burnout', y por ende, un colapso físico y mental", asegura el equipo de Isabel Aranda. 

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