Entre las hortalizas que están de temporada, que han llegado con el frío, está la borraja. A muchos aún hoy les suena a chino, pero en todo el Valle del Ebro la borraja se cultiva y se come con placer. Allí, como en regiones de Italia y Francia, está considerada un manjar.
Con las excepciones dichas, la borraja es una verdura poco conocida. Y sin embargo es fina y bien saludable. Posee un elevado contenido en agua, además de fibra soluble, vitaminas (A, B1, B2 y D) y minerales (potasio, magnesio, sodio calcio, hierro y fósforo).
La borraja es de la familia de las boragináceas, plantas que suelen tener el tallo y las hojas cubiertas de pelillos. Efectivamente, el pero de la borraja es que hay que limpiar bien cada tallo antes de cocinarla. No es difícil, pero requiere un tiempo que no siempre tenemos.
Cómo se limpia la borraja
Aunque empieza a haber fruterías y supermercados que la venden ya limpia y cortada (vamos, para que vaya directamente al agua de la olla), para limpiarla no hay que hacer un máster.
Lo primero es quitar la base del tronco de la borraja, los tallos dañados y las hojas superiores. Después, separamos los tallos. Cogemos cada tallo de un extremo, lo partimos y lo estiramos suavemente hacia abajo. Así quitamos su nervio central, que es la parte más dura.
Sólo queda cortar los tallos en trozos. Ya podemos hervirlos. En cualquier caso, si nos hemos dejado algún pelo, lo normal es que con la cocción caigan al fondo de la olla.
La borraja es muy perecedera y eso exige mucho cuidado a la hora de conservarla. Se aconseja guardarla en la nevera nada más comprarla y dentro de algún envase. Sólo la lavaremos cuando la vayamos a consumir.
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