Trazar paralelismos entre el creador y lo creado es un pasatiempo peligroso. Por ejemplo, Stephen King: el padre de payasos multiformes, Dráculas estadounidenses e hirientes letraheridas es, en la vida real, un pacífico amante de las series de televisión (le gusta La casa de papel), el longevo marido de Tabitha (destinataria de la mayoría de sus dedicatorias) y el orgulloso dueño de una Corgi llamada Molly, y apodada (también por él) como “La cosa del mal”. Entre tanto, King escribe sin parar: el 21 de septiembre, llegará a España su último libro, Holly.
En su incesante dedicación a la literatura no hay, por el momento, señales de agotamiento. El cotidiano y pacífico mundo que rodea a Stephen King es una fuente de inspiración constante para sus pesadillas. Al hijo pródigo de Maine se le ocurrió la trama de Cementerio de animales cuando su hijo (que, con los años, llegaría a ser escritor, y de cierto prestigio) se soltó de su mano y se fue corriendo a toda velocidad hacia la autopista.
Pero, sin duda, la materia prima más peregrina de cuantas alimentan su sala de máquinas es la que, más tarde, se transformó en una de sus novelas cortas más celebradas: Comprando en un supermercado, King observó las grandes cristaleras que rodeaban el recinto y, como además de seriéfilo, de marido fiel y de amante de los perros, es un escritor de terror, se preguntó qué pasaría si, de repente, decenas de insectos gigantes salieran de la nada y arremetieran contra las ventanas del supermercado. Así nació La niebla, cuya serie está disponible en Netflix.
El monstruo está aquí dentro
El también escritor Juan Gómez Jurado defendía, en el pódcast de Todopoderosos dedicado a Stephen King, que el género del de Maine no es tanto el fantástico como el costumbrismo. Que King se sirve de criaturas sobrenaturales para fotografiar a la sociedad americana actual, con sus miserias, sus febles victorias y su posteridad imposible. Y La Niebla es uno de los mejores ejemplos al respecto: un variopinto catálogo de estadounidenses se acantona en un supermercado cuando el exterior es tomado por una espesa niebla, bajo cuyo manto algo se mueve.
Las relaciones y tensiones entre este grupo de supervivientes es el núcleo tanto de la novela de King, como de la apasionante (y disruptiva, el escritor siempre envidió el final de este título) película de Frank Darabont (también disponible en Netflix), como de la serie de 2017.
A diferencia de los dos títulos anteriores, la serie carece de conclusión, puesto que fue cancelada en su primera temporada. No obstante, sus 10 primeros episodios son un entretenimiento complementario a la obra literaria y audiovisual que los precede. En su reparto no hay grandes nombres: Morgan Spector, protagonista de esta producción, aparecía también en La conjura contra América, otra serie basada en la novela de un escritor americano y eterno candidato al Nobel, Philip Roth.
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