Muchas drogas, un mono y un elefante: la extraña relación de 'La Ruta' con los animales

Analizamos, junto a sus creadores, el fenómeno zoológico que tuvo lugar en las discotecas de Valencia y alrededores
La Ruta
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“Un puto mono no, ¡Don Julio!”. En el segundo episodio de La ruta, la nueva serie de Atresplayer Premium, el personaje de Sento (Ricardo Gómez) muestra a Antonia (Claudia Salas) su nueva adquisición. Un mono, encerrado en una jaula en el backstage de la discoteca N.O.D, que será la gran incorporación a la fiesta de esa noche.

“Imagínatelo, hora punta, todo el mundo bailando, la peña a tope, Marc pinchando y hago un corro gigante y tiro ahí a Don Julio, a bailar”. Mientras su socio Clemente (Jorge Rueda) se queda vigilando al animal, él sale de la habitación convencido de que el mono es exactamente lo que el negocio necesita.

Aunque el mono jamás existió, esta historia tiene mucho de cierta. Tal y como nos explican al teléfono Borja Soler y Roberto Martín Maiztegui, creadores de la serie, la ruta del bakalao tenía una relación muy sólida con mezclar fiesta y animales. 

“El caso más claro es el del cocodrilo Pepe”, explica Borja. “En la discoteca Spook tenían, en un terrario en la entrada, un cocodrilo llamado Pepe. No lo llegamos a sacar, pero lo planteamos. En cualquier caso, incluir al mono era coherente para presentar más tarde la leyenda del elefante, que sí es cierta”.

Efectivamente, minutos después de la aparición de Don Julio, este se ve eclipsado por otro animal salvaje: un elefante que atraviesa la pista de baile, con Sento sobre su chepa. La aparición del paquidermo desata la euforia y también la ansiedad de Clemente. Otro Clemente, el real, persona de carne y hueso que formó parte del equipo de la discoteca N.O.D alrededor del año 1991, aseguró a los creadores que no fue solo un elefante, sino que fueron tres los que aparecieron aquel día. 

Borja no duda del testimonio del hostelero, pero sí confiesa una dificultad común a la recopilación de los testimonios sobre aquella época: “muchos de los protagonistas de la ruta vivieron la noche muy intensamente y no se acuerdan de cosas concretas. ¡Los dueños del N.O.D no se ponían de acuerdo con el color de la fachada!”

El origen del elefante es tan coherente como fabuloso. No se trató de una exportación internacional hecha expresamente para animar las jornadas de farra ni en Valencia abundaban los elefantes en la década de los noventa.

Sencillamente, la discoteca N.O.D se encontraba en Ribarroja y, en el momento en el que se estaba montando la fiesta por su segundo aniversario, había llegado al municipio el circo de Ángel Cristo. Así se gestionó, por proximidad. Los gerentes de la discoteca, en una época en la que abundaba la ausencia de permisos y burocracias, pudieron alquilar durante unas horas este (y quizás dos más) controvertido reclamo para el desfase.

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