Seminci 2023 | 'Green Border': Agnieszka Holland elabora un durísimo retrato sobre la ruina moral de las fronteras en Europa

Refugiados, policías y activistas conforman las diferentes perspectivas de un drama que no cesa.
'Green Border', de Agnieszka Holland
'Green Border', de Agnieszka Holland
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'Green Border', de Agnieszka Holland

La veterana Agnieszka Holland firma en Green Border una película que se asoma al drama migratorio en Europa desde varios personajes: migrantes extracomunitarios, fuerzas del orden y activistas. Su propósito, condenar las políticas fronterizas de Polonia y la actitud de Bielorrusia, que no cesa en sabotear al país vecino permitiendo que los refugiados entren de forma relativamente segura en territorio de la UE.

Xenofobia, violencia y sufrimiento son las tres constantes de un filme con el que la directora de Europa, Europa se alzó con el Premio Especial del Jurado en la última Mostra de Venecia al tiempo que se granjeaba enemigos en su país de origen. La cineasta fue acusada por el gobierno polaco de ultraderecha de “hacer propaganda nazi” con Green Border y  se vio en la tesitura de tener que recurrir a seguridad privada durante esas semanas de tensión. Con todo, la película ha sido uno de los éxitos de taquilla de la temporada en Polonia.

'Green Border', crítica de la película

Valoración:

¿Cómo de extremo y violento debería ser un retrato sobre la extrema y violenta experiencia de la migración contemporánea? ¿Cómo de dura y violenta ha de ser una película sobre la irresponsabilidad de Europa con el drama migratorio? ¿Cómo de cruda ha de ser, por último, una obra que refleje tu postura al respecto? Agnieszka Holland y su película Green Border, presentada hoy en la 68ª edición de la Seminci, sean tal vez la respuesta.

Dividida en varios segmentos que siguen a los diferentes actores del drama migratorio –familias de refugiados extracomunitarios, fuerzas del orden y activistas–, Green Border está filmada en un riguroso blanco y negro y nos traslada a la frontera entre Polonia y Bielorrusia para elaborar un durísimo retrato sobre el sufrimiento que padecen quienes ansían vivir en Europa y no poseen el color de piel adecuado.

Green Border arranca con una situación diríamos que cotidiana: estamos en la cabina de pasajeros de un avión y nada parece adelantar que pronto esas personas que vamos conociendo van a acabar al merced de la crueldad de los soldados de Polonia y Bielorrusia que vigilan la frontera entre ambos países. Una vez pisen tierra y sean traicionados por el guía que ha de trasladarlos a Varsovia, comenzará un vía crucis para los protagonistas, espejo de la degradación moral de la Unión Europea

Por momentos, demasiados, la película se asemeja a un catálogo de atrocidades que, ciertamente, cuesta ver sin parpadear o cerrar los ojos. Soldados que patean a ancianos, mujeres embarazadas desangrándose a las que arrastran hasta lograr llevarlas al otro lado de la frontera, niños que mueren en mitad del bosque..., apenas hay un atisbo de derechos humanos ni de piedad en esta cruelísima propuesta que pretende alzar la voz contra una UE que parece mirar hacia otro lado cuando Polonia y Bielorrusia utilizan a los migrantes como carne de cañón. 

Holland dispara contra todos en la que quizá sea su película más combativa y probablemente la más maniquea. La urgencia de nuestro presente tal vez requiera de una obra tan extrema, tan a ras del suelo, pero el efecto acumulativo deja el cuerpo del espectador machacado, tratando de asimilar si realmente este es el mundo que nos ha tocado vivir.

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