Es fría, implacable, astuta y tan peligrosa como solo puede serlo una integrante de las Bene Gesserit. Lady Margot Fenring, el personaje de Léa Seydoux en Dune: Parte Dos, es una de las figuras más memorables de la película de Denis Villeneuve: por breve que sea su intervención, nos revela todo el peligro que esconde esa orden de mujeres que opera en las sombras de un futuro ferozmente patriarcal.
El nombre de Seydoux brilla dentro del reparto estelar (en todos los sentidos) con el que Villeneuve ha contado para su película. Sin embargo, a diferencia de Timothée Chalamet, Zendaya, Austin Butler y tantos otros intérpretes de relumbrón, la actriz francesa tiene vínculos muy directos con la novela de Frank Herbert y las tentativas para llevarla a la pantalla. Vínculos, para ser más precisos, de cariz familiar.
Lazos de sangre sobre la arena
Si hablamos de Léa Seydoux, es inevitable señalar que se trata de una de las actrices europeas más populares del momento. Su carrera abarca desde el cine 'de autor' (La vida de Adéle) a la saga de James Bond, pasando por sus trabajos para cineastas como David Cronenberg, Yorgos Lanthimos y Bertrand Bonello, entre otros.
Ahora bien: la intérprete de Margot Fenring está también vinculada a la aristocracia del cine francés en su árbol genealógico. Concretamente, hablamos de la sobrina nieta de Michel Seydoux, un empresario de larga trayectoria que ha financiado películas como On connaît la chanson, la versión de Cyrano de Bergerac con Gérard Depardieu y Quemado por el sol. Además de haber presidido clubes de fútbol, pero esa es otra.
En 1975, diez años justos antes de que naciera Léa, Michel Seydoux se implicó en una de las primeras intentonas para llevar Dune al cine. Hablamos de esa producción encabezada por Alejandro Jodorowsky que, si bien nunca llegó a los platós, resulta legendario por derecho propio.
Según relata el documental Jodorowsky's Dune (donde Seydoux, además de ejercer como productor, aparece como testigo), el chileno se empeñó en contar en su adaptación con un star system donde figuraban desde Orson Welles a Mick Jagger, pasando por un Salvador Dalí que exigió cobrar 100.000 dólares de la época (algo menos de 600.000, ajustados a la inflación) por cada hora de rodaje.
En el apartado técnico, 'Jodo' tampoco se anduvo con chiquitas. El dibujante de cómics Moebius, el pintor H. R. Giger (futuro diseñador de Alien) y el ilustrador Chris Foss trabajaron en un proyecto de cuya banda sonora se hubiesen encargado unos Pink Floyd por entonces en el cénit de su popularidad.
¿Qué ocurrió con aquel proyecto? Pues que, cual barón Harkonnen privado de dispositivos suspensores, murió aplastado por su propio peso. Tras haberse gastado dos millones de dólares en preproducción (no ajustados), Jodorowsky y Seydoux descubrieron que ningún estudio de Hollywood estaban interesados en financiar una cinta cuya duración se calculaba en doce horas de desparrame cósmico.
Pese a ello, la Dune de Jodorowsky ha quedado como la película no rodada más influyente de la historia. Tras haberse quedado con un palmo de narices, los miembros del equipo acabaron viéndose las caras cuatro años después en cierto filme titulado Alien, que sí llegaría a los cines y daría bastante de qué hablar.
En 1985, una década después de que las ambiciones de Jodorowsky acabaran hechas arenilla, vino al mundo Léa Seydoux. Y ahora, a sus 38 años, la vemos poner pie en el universo de Paul Atreides y familia. Lo cual puede valer como desquite simbólico... y, si nos ponemos conspiranoicos, también como algo más: ya se sabe que las Bene Gesserit son expertas en tramar estrategias a largo plazo.
¿Quieres estar a la última de todas las novedades de cine y series? Apúntate a nuestra newsletter.
Comentarios