Cuenta Pau Durà que estaban rodando en el Danubio cuando una bandada de aves cruzó veloz sobre la cubierta del barco en el que viajaban y que, afortunadamente, pudieron capturar su vuelo con la cámara. A veces ocurren estos golpes de suerte en los rodajes pero tiene más gracia cuando tu película se titula Pájaros. O cuando uno de tus personajes principales no se mueve sin sus prismáticos de avistamiento.
Así es Mario, un hombre apocado, torturado por un pasado del que no habla y que parece entenderse mejor con los avechuchos que con los seres humanos. A trompicones, en un coche destartalado, llega al taller en el que trabaja Colombo –sí, por el mítico detective de Peter Falk–, un tipo inmaduro y jeta, el típico que se olvida del cumpleaños de su hijo pequeño y que saca de quicio a su exmujer cada vez que se retrasa en los pagos de la pensión de manutención.
Mario quiere ir a la Costa Brava para ver grullas, y de ahí a Rumanía. Colombo necesita el dinero que este se ofrece a pagarle. Así, esta extraña pareja se embarca en un viaje por carretera sin que ninguno confiese sus motivaciones reales. “Mario y Colombo son dos hombres entrados en la madurez (biológica, no emocional), perdidos en sus respectivos mundos. Como en mis trabajos anteriores, los protagonistas de esta historia son poco o nada heroicos, y han ido labrándose ellos mismos sus problemas debido a sus miedos, flaquezas y errores”, explica Pau Durà, que vuelve a ponerse tras la cámara tras Formentera Lady (2018) y Toscana (2022).
Por esto mismo no harán falta muchos kilómetros recorridos para que surjan las primeras sorpresas y se revelen las motivaciones secretas de esta pareja forzosa. Uno esconde marihuana en su equipaje y el otro no persigue precisamente grullas sino el perdón de una mujer rumana a la que amó y traicionó. Tan distintos, les une sin embargo lo encerrados que están en sí mismos. Algo que, claro, va a cambiar en este viaje cruzando Europa entre bodas judías, desplazados que huyen de la guerra y policías corruptos.
Para interpretar a estos dos hombres, Pau Durà contó con dos grandes de la actuación, a los que acompaña la actriz napolitana Teresa Saponangelo. “La feliz consecución de este viaje no hubiera sido posible sin la magnífica actuación de Javier Gutiérrez y Luis Zahera, sin su complicidad artística y humana, sin su sutil capacidad dramática y su enorme sentido del humor”, cuenta el director, que además los coloca en registros bastante novedosos. Especialmente a Luis Zahera, cuyo trabajo, tan alejado de esos personajes con mala baba a los que nos tiene acostumbrados, le ha valido un premio en la pasada edición del Festival de Málaga.
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