Este fue el rodaje en el que James Cameron casi pierde la vida hace 34 años

El canadiense megalómano estuvo a punto de irse a dormir con los peces durante la producción de 'Abyss', uno de sus filmes menos taquilleros y más conflictivos
James Cameron
James Cameron
Kevin Winter/Getty Images
James Cameron

Que a James Cameron le importa un pito el bienestar de sus actores durante los rodajes es bien sabido: que les pregunten a Leonardo DiCaprio y Kate Winslet. Ahora bien, el canadiense más megalómano también muestra un arrojado desprecio por su propia vida cuando está en el plató, y ahora acaba de recordarlo rememorando el rodaje de Abyss (1989). 

La película, una de las menos taquilleras del autor, tuvo una producción infernal debido en parte al empeño de Cameron por rodar escenas subacuáticas adelantadas a su época. En el coloquio posterior al pase de su versión extendida en el Beyond Fest de Los Ángeles, el cineasta ha recordado un incidente de rodaje que casi acaba con él. 

Gran parte del rodaje de Abyss tuvo lugar en una central nuclear abandonada, cuyos restos fueron aprovechados para construir un gigantesco estanque. "Teníamos a nuestros 'ángeles', que eran los salvavidas submarinos que estaban siempre ahí", recuerda Cameron "Cada uno de ellos tenía asignado a uno o dos actores que no podían perder de vista. Pero a mí no me vigilaban". 

El accidente que casi le cuesta la vida a Cameron

Para rodar a casi 10 metros de profundidad, Cameron se equipó con "pesos en los pies, sin aletas y con un cinturón muy pesado a la cintura". Un equipo que le ponía en peligro pese a su experiencia como buceador, pero que llevó sin incidentes... hasta que llegó el susto. 

Resulta, explica el director, que el aire de su bombona de oxígeno empezó a agotarse. "Todo el mundo estaba poniendo las luces y nadie me miraba. Yo intenté hablar con Al Giddings [director de fotografía submarina] a través del interfono, pero él se había reventado los tímpanos en un accidente de submarinismo y estaba sordo como una tapia. Ahí estaba yo, desperdiciando mi última bocanada de aire gritando '¡Al! ¡Al!' mientras él trabajaba dándome la espalda". 

Cuando uno de los salvavidas fue a por él, Cameron se vio a salvo... hasta que registró un nuevo caso de mala pata. "Me puso un respirador en la boca, pero no lo había revisado: aquello llevaba tres semanas dándose golpes en el fondo del tanque y tenía una grieta en el diafragma. Así que lo purgué con cuidado y tomé una profunda bocanada... de agua. Lo purgué otra vez, y volví a tragar agua". 

La forma en la que Cameron se libró de acabar asfixiado es, tenemos que decirlo, muy suya. "Los buceadores saben que, cuando te acercas a la superficie, tienen que contenerte para que no entres en embolia y tus pulmones se expandan al ascender. Pero yo sabía lo que estaba haciendo. Él no quería dejarme subir y yo no podía avisarle de que mi regulador no funcionaba, así que le di un puñetazo en la cara, nadé hacia la superficie y sobreviví". 

El rodaje de Abyss estuvo lleno de anécdotas peligrosas. Sin ir más lejos, Ed Harris acabó propinándole un tortazo al propio James Cameron por haber seguido rodando mientras él estaba a punto de ahogarse. Para colmo, la película tuvo una taquilla modesta para sus ambiciones... pero el director se resarció dos años más tarde con Terminator 2. Y, en 1996, Titanic le coronó por fin como rey del cine pasado por agua. 

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