La desesperación de Hollywood por la taquilla de 2023 conduce a las nominaciones más extrañas de los Globos de Oro

Taylor Swift destaca con 'The Eras Tour' en una categoría que podríamos traducir prudentemente como "Mayor logro cinematográfico y taquillero". Veamos lo que significa.
'Taylor Swift: The Eras Tour'
'Taylor Swift: The Eras Tour' se cuela en los Globos de Oro
AMC Theatres Distribution
'Taylor Swift: The Eras Tour'

El mundo ha convenido en olvidarlo pero hace unos cinco años causó bastante debate el Oscar a Mejor película popular. Si no recuerdas qué fue aquello es normal, porque la Academia de Hollywood decidió dar marcha atrás al poco de desatar una furibunda ola de desprecio colectivo. 

Corría 2018, y la organización de los premios sopesaba estrategias para paliar el gran problema que la gala venía arrastrando casi una década, en cuanto al declive imparable de audiencia. En los últimos años la ceremonia de entrega de los Oscar tenía suerte si congregaba a unos 20 millones de espectadores (cifra que la pandemia estrechó aún más).

Nunca quedó muy claro, pero la idea con la Mejor película popular era, pues eso, premiar a películas populares. Blockbusters que aseguraran la atención del público (entonces el Universo de Marvel se hallaba en la cúspide de su popularidad, entre Black Panther y el díptico Infinity War/Endgame), y remitieran a las ceremonias donde El señor de los anillos o Titanic acumulaban estatuillas. 

La propuesta no cuajó. “La Academia ha decidido que la nueva categoría a Mejor película popular merece un estudio más profundo y no se presentará en la próxima 91 edición de los premios Oscar”, fue el comunicado que expidió entonces. Cuatro años después nos topamos con una ocurrencia similar.

Solo que esta sí llegó a dirimirse en directo. En 2022 aparecieron las categorías Fan Favourite y Cheer Moment, que permitían a los fans votar sus títulos favoritos y los momentos de la cosecha anual que más les hubieran emocionado. Zack Snyder ganó ambas, por Ejército de los muertos y una escena de su Liga de la Justicia donde Ezra Miller alcanzaba la máxima velocidad como Flash

Un año después, tras las sospechas de que el fandom de Snyder manipuló las votaciones, no hubo ni rastro de Fan Favourite o Cheer Moment en los nuevos Oscar. Y nadie en la Academia lo mencionó. Como si nunca hubiera ocurrido. Al tiempo que el Flash de Miller reaparecía… para estrellarse en taquilla.

Todo lo cual nos lleva a la última ocurrencia de los Globos de Oro: esa nueva categoría llamada “Cinematic and Box Office Achievement” que nadie sabe muy bien qué significa. 

¿Qué significan estas nominaciones?
¿Qué significan estas nominaciones?

El camino al premio para… ¿las películas taquilleras?

Últimamente los Globos de Oro han tenido problemas más acuciantes que la audiencia. Las críticas por la falta de diversidad entre los miembros de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood (la HFPA que ha acostumbrado a expedir los premios de la “antesala de los Oscar”) llegaron a un punto de no retorno en 2021, cuando empezaron a perder anunciantes y compañías como Netflix, Amazon o Warner les dieron la espalda. La misma NBC que se encargaba de emitir cada año la gala se sumó al boicot, de modo que los premios se quedaron sin cadena, y hubieron de celebrarse ajeno a las cámaras y a los invitados de postín.

A Hollywood no le tembló el pulso a la hora de defenestrar a la HFPA, y los esfuerzos inmediatos por mejorar su funcionamiento se consideraron insuficientes. Hasta que en julio de 2022 tuvo lugar una reestructuración completa. La HFPA se disolvió, de modo que solo 95 periodistas salidos de ahí se involucraron en la Fundación de los Globos de Oro mientras la marca era adquirida por Eldridge Industries. Conglomerado liderado por Todd Boehly que también tenía en su seno Dick Clark Productions: la productora habitual del programa. Los hilos se movieron de forma que los Globos de Oro se distanciaran del antiguo funcionamiento y presumieran de un caudal de votantes más heterogéneo, y se allanó el camino para que CBS se comprometiera a emitir la gala próximamente.

Los Globos de Oro sufrirán una gran remodelación
Los Globos de Oro han sufrido una gran remodelación

Con lo que en 2023 la situación se ha solucionado. Los Globos de Oro pueden volver a emitirse y congregar estrellas, y el plan ahora es que la edición número 81 se celebre el próximo 7 de enero de 2024. Las nominaciones acaban de darse a conocer, desarrollándose según lo esperable y un sabor inequívocamente HFPA. Por ejemplo Barbie ha arrasado con sus nominaciones (tiene tres candidaturas en una sola categoría, Mejor canción original), y Emma Stone puede competir con una película y una serie, Pobres criaturas y The Curse

Hasta aquí todo normal. Solo que resulta que de cara a este comeback han debutado dos categorías. La primera es Mejor interpretación en comedia stand-up, y sus candidatos suscriben el habitual empeño de los Globos de Oro por celebrar la flor y la nata de Hollywood, sin demasiado interés por reconocer nuevas voces ya que todos ellos tienen carreras consagradas en el humor: son Ricky Gervais, Amy Schumer, Sarah Silverman, Wanda Sykes, Trevor Noah y Chris Rock, que se ha tirado todo este tiempo gritando en sus shows sobre la bofetada que Will Smith le dio en los Oscar. Un ABC basiquísimo de la escena estadounidense, que acaso quiera asegurarse la asistencia de nominados célebres para las fotos de la alfombra roja y los titulares. Vamos, Globos de Oro style.

Pero sí es más raro lo de “Cinematic and Box Office Achievement”, que acaso podríamos traducir como “Logro cinematográfico y taquillero”. Osea, películas buenas que además han dado dinero y por lo que sea los periodistas han querido recompensar más allá de estas ganancias económicas. Lo lógico es asumir que las películas nominadas han tenido una recaudación portentosa aunando los elogios de la crítica, pero esto no tiene por qué aplicarse a todos los casos. Vayamos por partes.

Uno de tantos montajes sobre el Barbenheimer
Uno de tantos montajes sobre el Barbenheimer

En primer lugar, el Barbenheimer. Como sabemos, el fenómeno cultural del verano no solo arrasó en la taquilla, sino que también fue muy bien recibido globalmente por la crítica. Barbie es la película más taquillera del año (y de toda la historia de Warner Bros.) con 1.441 millones de dólares, mientras Oppenheimer ha hecho unos flamantes 951 millones. No es el segundo film más taquillero del año, pues antes está Super Mario Bros. La película. Cuya nominación a Logro cinematográfico y taquillero encaja por el dinero (1.361 millones), pero no por las críticas, que recibieron con bastante frialdad la adaptación de Nintendo.

Con lo que empezamos a ver que el criterio se tambalea. No hay queja con John Wick 4 (440 millones de dólares, la más taquillera de una saga aplaudida que nunca ha lidiado con presupuestos muy prominentes), ni con Spider-Man: Cruzando el multiverso (buenísimas críticas y 690 millones), ¿pero es lícito que esté ahí Misión imposible: Sentencia mortal - Parte 1? La última entrega de la saga recaudó 567 millones de dólares, y como hizo bastante menos dinero que las películas anteriores (Fallout, Nación secreta y Protocolo fantasma con 791, 682 y 694 respectivamente), este verano se instauró la narrativa de que Tom Cruise no había podido repetir el éxito de Top Gun: Maverick el año pasado.

Tom Cruise con su equipo
Tom Cruise con su equipo
Paramount

Aunque fuera un fracaso matizable, nadie celebró en exceso Sentencia mortal. Como tampoco se celebró Guardianes de la Galaxia. Volumen 3, cuyos 845 millones suenan bien sobre el papel si no caemos en la cuenta de que el Volumen 2 ganó más dinero y si apartamos la película de James Gunn del catastrófico declive que ha experimentado Marvel (a nivel de crítica y público) en 2023. Y luego está lo de Taylor Swift, cuyo docuconcierto The Eras Tour efectivamente ha generado una gran afluencia de público. ¿Pero qué pinta ahí, rodeado de películas de ficción? ¿Podría haber competido igualmente Renaissance: A Film by Beyoncé

Una imagen de la industria

El Logro cinematográfico y taquillero parece aludir a un mérito líquido donde confluyan el dinero, la calidad y algo así como la narrativa mediática. Lo ocurrido por Swift, por ejemplo, ha sido valorado en el contexto de una fase muy concreta en la carrera de la cantante, cuando puede ser nombrada Persona del Año por Time mientras la gira The Eras Tour endereza varias economías locales y su docuconcierto, siendo distribuido de forma independiente a lo largo del mundo, amedrenta a un estreno convencional como El exorcista: Creyente y provoca que se retrase. Los Globos de Oro están reconociendo este impacto mediático.

Y lo hacen en un contexto muy determinado, que es el que al final explica que haya aparecido una categoría tan rocambolesca. Por un lado, los Globos de Oro tienen que volver a presentarse en sociedad, decir “aquí estamos” con una sonrisa amigable que vuelva a garantizar el flujo mediático y económico. 

Así que, ¿por qué no celebrar películas a cargo de grandes distribuidoras que muy difícilmente habrían tenido hueco en las categorías tradicionales? Un John Wick 4, una película de Marvel… los nuevos premios retendrán una mayor atención de este modo, siguiendo una estrategia semejante a la que movió a los Oscar a articular la Película popular y el díptico Fan favourite/Cheer moment.

No es descabellado que esto del Logro cinematográfico/taquillero se mantenga porque los Globos de Oro tienen una vocación más frívola que la Academia de Hollywood, pero lo interesante es la desesperación que trasluce. No la organización de los premios como tal, sino el clima al que responden con esta parodia de categoría

2023 ha sido un año bastante fatídico para Hollywood. Sin llegar a recuperar la afluencia total en cines tras la pandemia, la industria ha tenido que lidiar con una doble huelga de actores y guionistas que ha durado muchos meses, y ha provocado el retraso de estrenos en sintonía a posibles taquillas decepcionantes por la imposibilidad de promocionar los films con sus estrellas.

Disney, que en 2023 celebraba su centenario, solo puede presumir más o menos de la taquilla de Guardianes 3 y, si acaso, los pírricos números de Elemental (tenerla compitiendo contra Wish: El poder de los deseos en Mejor película animada, habida la cuenta de la taquilla de la segunda, obedece a una inercia de tantas). DC por su parte no ha hecho más que encadenar fracasos superheroicos, así que tiene lógica este empeño desesperado por replegarse sobre lo que ha sido el Barbenheimer, auténtico faro en el mar de tormentas que ha sido la recaudación anual.

Indiana Jones, Transformers, la propia Sentencia mortal, han demostrado que el público está cansado de las sagas de Hollywood, y ante la incertidumbre a lo que esto puede llevar (no hay aún un Plan B), los Globos de Oro han asumido afablemente el rol de anfitrión para celebrar los (escasos) logros. Como organismo que hace lo que sea necesario para sobrevivir, y se limita a hacer lo que un sistema de relaciones e intereses quieran de él, no cabe esperar otra cosa de estos premios fuera de su dócil apego a lo popular/taquillero, como unos MTV Awards. Mucho menos que el ridículo en el que caen trascienda a las juntas de accionistas.

Porque, al final, la crisis de 2023 se sustenta en la polarización que ha hecho presa de Hollywood en los últimos años, según la cual la diferencia entre blockbusters y lo que no son blockbusters se iba ensanchando. Las películas de perfil medio, de peso industrial y capacidad de enganchar al público, acostumbraban a ser feudo de los circuitos de premios, en función a una imagen que Hollywood quería transmitir sobre sí mismo. Como estas producciones están hoy por hoy abocadas a la inexistencia, a los Globos de Oro no les queda otra que recurrir a mastodontes exitosos (que ni siquiera lo son, como el caso Misión imposible, pero lo “parecen”) para seguir ajustándose a un determinado papel industrial.

Keanu Reeves interpreta a John Wick en las películas de la franquicia.
Keanu Reeves interpreta a John Wick en las películas de la franquicia.
Lionsgate

Y esto, al final, es anecdótico. Una ocurrencia de tantas, que tendrá la relevancia que le quiera dar cada cual. El problema es el posible futuro que deja entrever esa perífrasis imposible y pesadillesca: Logro cinematográfico y taquillero. Porque, siga existiendo o no una categoría para estos “logros” en los años siguientes, no es descabellado que las necesidades de la industria hagan que esa retórica se vaya infiltrando cada vez más en el resto de categorías. John Wick 5 nominada al Globo de Oro a Mejor película dramática. Eso sí que tendría gracia. 

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