Situado entre Olite y Puente la Reina, dos de las localidades con un mayor reclamo turístico de Navarra, esta joya medieval de España parece haberse quedado olvidada. Aun así, su estado de conservación es inmejorable y pasear con calma entre sus calles y admirar la belleza de su muralla todavía es posible. Solo es necesario desviarse un poco de la carretera principal para conocer Artajona, maravilla del medievo navarro.
El cuidado recinto amurallado de Artajona se mandó construir bajo el auspicio de los canónigos de Saint Sernin de Toulouse
En la parte alta, además de estar ubicadas dos grandes zonas donde poder aparcar, encontramos la mejor panorámica de la muralla, una de las grandes postales de Artajona. El recinto amurallado es totalmente irregular debido al propio terreno y se percibe una clara influencia francesa. De hecho, se mandó construir bajo el auspicio de los canónigos de Saint Sernin de Toulouse.
Hoy la muralla está salpicada de nueve torres, aunque en el pasado llegó a haber catorce. También había tres entradas, de las que sigue siendo la más importante la puerta norte, conocida como la de San Miguel. Solo acercarte a ella ya es retroceder varios siglos en la historia.
¿Torres huecas?
Eso es lo primero que llama la atención al ver las altas torres de la muralla, que son huecas y dejan un lateral descubierto. Llamadas bestorres, tenían una doble función: por un lado, servían de refuerzo de la propia muralla, y, por otro, eran un punto de vigilancia y defensa. En su época contaban con una estructura de madera que separaba el espacio en tres pisos, cada una con una función.
La zona medieval conocida como El Cerco de Artajona fue declarada Bien de Interés Cultural en 1999
Esta zona, conocida como El Cerco, se abandonó cuando Navarra entró a formar parte del Reino de Castilla, en el siglo XVI. Después se volvió a utilizar durante las guerras carlistas, para volver de nuevo al olvido. De hecho, en el siglo XIX esta muralla solo era la cantera de la que se obtenía piedra para otras construcciones, como es el caso del colegio del pueblo. Ya en 1999 fue declarado Bien de Interés Cultural y se trabajó para que hoy se pueda visitar y apreciar.
En su interior
Una vez cruzamos la muralla nos encontramos con un pueblo tan bien conservado y cuidado que parece un auténtico decorado. En la parte más alta destaca la Iglesia Fortaleza de San Saturnino. Al templo se accede por la puerta lateral, aunque antes hay que admirar la portada principal, una imponente fachada rectangular con un gran rosetón que fue una gran novedad para la Navarra del siglo XIII.
La iglesia fortaleza posee cuatro campanas: la más antigua data de 1735 y la más grande pesa 1.801 kilos
Eso sí, el interior no se corresponde a su época y es que estamos en una iglesia fortaleza, por lo que es mucho más sobria y los elementos defensivos predominan frente a otros más decorativos propios del gótico. Una curiosidad más la encontramos en el campanario. Posee cuatro campanas: la más antigua data de 1735, la más grande pesa 1.801 kilos y todas se voltean al revés y de forma manual.
Fuera de la muralla
Aunque cuesta abandonar este espacio tan especial, fuera del reciento amurallado Artajona ha crecido y también destacan algunos puntos interesantes, como la Basílica de Nuestra Señora de Jerusalén, de estilo barroco, o los dólmenes del Portillo de Enériz y de la Mina, a los que se accede por un camino que hay en la trasera del cementerio. Son una de las muestras más ricas de la cultura megalítica romana en Navarra. Otra singularidad más de esta bella y casi desconocida joya española.
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