Una cena con vistas al mar o una ruta cultural en Funchal, un pícnic al amanecer en Ponta do Rosto, disfrutar de una ruta de senderismo en una levada (canales de irrigación en la naturaleza) o “caminar sobre el agua” de Madeira, sin olvidar un jeep tour por el área de San Vicente rematado por una visita guiada a un viñedo típico del norte de la isla, un chapuzón en las piscinas naturales de Porto Moniz o un paseo por la playa de nueve kilómetros de Porto Santo. Estos son algunos de los planes que ofrece el archipiélago portugués de Madeira, declarado Mejor Destino Insular del Mundo en 2023, formado por cuatro grupos de islas (Madeira, Porto Santo, Islas Desiertas e Islas Salvajes) y ubicado a dos horas y media de vuelo directo desde España.
Funchal, epicentro cultural
Uno de los grandes reclamos de este destino es la propia capital del archipiélago, Funchal, que se abre como un balcón al Atlántico, extendiéndose en la costa sur de la isla y erigiéndose como centro turístico, comercial y cultural. Es además un epicentro creativo en la isla que encuentra en la ciudad el espacio necesario para desarrollar originales iniciativas como el proyecto cultural “Arte de Puertas Abiertas”, que la convierte en una galería de arte al aire libre.
La capital del archipiélago, Funchal, ofrece experiencias únicas como subir en su teleférico y bajar luego en un carro de cesto
También brinda al visitante una ruta cultural a través de su gran variedad de museos que permiten conocer y entender la historia de Madeira en general y de Funchal en particular desde diferentes ópticas como el Museo CR7 (del futbolista Cristiano Ronaldo, nativo de aquí), el Museo del Juguete, el Museo del Bordado o el Museo del Arte Sacro. Divisar Madeira desde el teleférico o descubrirla paseando por el casco antiguo de la ciudad, visitar la bella e histórica Catedral de Sé, el Parque Santa Catarina, la Marina de Funchal o el Mercado dos Lavradores son algunos planes interesantes (sin olvidar la experiencia de los carros de cesto, llena de adrenalina). Y para terminar el día, una buena cena con vistas al horizonte infinito del Atlántico.
Un recuerdo del océano
Una de las formas de conocer Madeira es desde el mar. El color azul rodea al archipiélago, brindando de experiencias acuáticas (y refrescantes) que junto con el buceo, el surf o el paddle surf, o lo que es lo mismo, “caminar sobre las aguas”, invitan a descubrirla a golpe de chapuzón. Los tours gastronómicos con chef a bordo son una interesante (y deliciosa) manera de conocer el litoral madeirense degustando la mejor cocina al ritmo de las olas, con olor a océano y avistando cetáceos, convirtiendo a las ballenas y delfines en los mejores compañeros de viaje. Además de llevarse el mejor recuerdo del océano, la tierra firme, con dos terceras partes declaradas Parque Natural, el Bosque de Laurisilva es su principal reclamo, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1999.
Pícnic al amanecer
Los que disfruten con el turismo activo pueden empezar la jornada con un pícnic en Ponta do Rosto para disfrutar de una ruta en el extremo este de la isla de Madeira, donde surge la Ponta de São Lourenço, una península con cerca de 328 hectáreas y una altitud media de 100 metros. Las rutas de senderismo por las denominadas levadas permiten, con sus cientos de kilómetros de diferentes niveles de dificultad, conocer Madeira a fondo. La Levada do Furado es una de las más antiguas, y muchos prefieren la Vereda da Encumeada, que arranca a unos metros del refugio de Pico Ruivo, el más alto de Madeira (1.862 metros) y el tercero de Portugal. Un jeep tour por la zona de San Vicente es otro plan recomendable para conocer la Madeira verde, profunda y de postal, sin olvidar Santana, con sus famosas casas para hacerse a la idea del estilo de vida tradicional y cuyo municipio fue reconocido por la Unesco en 2011 como Reserva de la Biosfera.
Gastronomía y vino
Si algo caracteriza a Madeira es su riqueza de sabores y por ser un destino que conquista también por el paladar. En muchas actividades está presente la gastronomía, ya sea a través de experiencias como la Ruta de la Caña de Azúcar y del Ron de Madeira, la visita a quintas donde conocer los viñedos y catar sus vinos o la degustación de platos populares como la espetada regional, un pincho confeccionado a base de carne de vaca cortada en dados que se coloca en un pinchito de laurel, y el “bolo do caco”, un tipo de pan elaborado con harina de trigo que se come preferentemente con mantequilla de ajo. Especial mención merece la Zona Vieja de Funchal, con sus bares con música ambiente donde se sirve la tradicional poncha y restaurantes para probar las especialidades culinarias de Madeira, como el filete de pez espada o la brocheta de carne de res sazonada con ajo, sal y laurel.
Porto Santo, la “hermana pequeña”
A poco más de dos horas en ferry desde Madeira y a una hora y media de vuelo desde Lisboa, “la isla dorada”, Porto Santo, es la playa por excelencia para todos los madeirenses. Además de su extensa playa de nueve kilómetros de longitud, otros atractivos de la “hermana pequeña” de Madeira son el Pico de Facho (517 metros), la mayor altitud de la isla; los acantilados con pianos, raras formaciones geológicas en zonas compuestas de lava, y rincones de postal como Ponta Da Calheta, el punto más cercano a la isla de Madeira y que cuenta con el Mirador das Flores. Los aficionados al golf deben visitar el campo de Seve Ballesteros, y los amantes de la historia tienen cita en la Casa Museo de Cristóbal Colón, que concentra la historia de Porto Santo entre sus paredes. Más información en visitmadeira.com
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