Un paisaje fuera de este mundo: un desierto con piscinas naturales entre las dunas

Parque Nacional de los Lençóis Maranhenses.
Parque Nacional de los Lençóis Maranhenses.
Anderson Spinelli
Parque Nacional de los Lençóis Maranhenses.
Un paisaje fuera de este mundo: un desierto con piscinas naturales entre las dunas

El Parque Nacional de los Lençóis Maranhenses es un mar de dunas, literalmente. Este espacio natural de Brasil es uno de esos lugares que nos hace explotar la mente, y es que parece sacado de otro mundo. Aquí la arena se mezcla con el agua en una simbiosis perfecta, creando un espectáculo visual sin igual que es difícil de explicar con palabras, aunque podría describirse como un desierto lleno de piscinas naturales.

Un destino exótico para los amantes de la naturaleza

El estado de Maranhã, al nordeste de Brasil, es el encargado de acoger los hermosos paisajes del Parque Nacional de los Lençóis Maranhenses. Esta área protegida abarca tres municipios, Barreirinhas, Santo Amaro y Primeira Cruz, y se extiende a lo largo de 155 mil hectáreas, de las cuales 90 mil están formadas por dunas y lagos interdunares.

Parque Nacional de los Lençóis Maranhenses.
Parque Nacional de los Lençóis Maranhenses.
Getty Images/iStockphoto

Con el paso del tiempo, el lugar se ha ido convirtiendo en uno de los destinos naturales más populares del país sudamericano. Se trata de un enclave ideal para los amantes de la aventura y lo exótico, pero también para quienes busquen un plan de relax.

Actividades para todos los gustos

Los visitantes llegan atraídos al parque sobre todo por la posibilidad de bañarse en los lagos interdunales, maravillosas piscinas naturales que se llenan durante la época de lluvias y nos regalan pequeños oasis de aguas cristalinas.

Parque Nacional de los Lençóis Maranhenses.
Parque Nacional de los Lençóis Maranhenses.
CESAR OKADA

Para aquellos que busquen adrenalina encontrarán actividades como paseos en 4x4. Incluso, los más deportistas podrán disfrutar de largas caminatas y los que prefieran algo más cultural tendrán la oportunidad de conocer a las comunidades tradicionales de la zona. A ello se suma el contemplar el atardecer y los últimos rayos de sol del día que tiñen la arena de un cálido tono anaranjado.

Eso sí, es importante saber qué época es la mejor para visitar el parque. La estación lluviosa va de febrero a mayo y la seca de junio a enero. Y es justo después de la temporada de lluvias, cuanto el lugar presenta su paisaje más hermoso, es decir, cuando las piscinas naturales entre las dunas están llenas. A medida que avanza el período seco, estas se van secando poco a poco.

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