Por qué no deberías dormir con tu gato

Los dueños de gatos saben que sus mascotas son algo así como los dueños de la casa: hacen lo que quieren, deambulan por donde les place, se suben donde les apetece y eligen la cama que más les gusta.

En las épocas más frías del año, los gatos suelen buscar también el calor humano, el que nosotros mismos desprendemos. Es frecuente que por las noches, los gatos se acostumbren a acudir a nuestra cama.

Pero los gatos son animales nocturnos, pasan la mayor parte del día durmiendo y no tienen los hábitos humanos, por lo que será raro que nuestro minino respete estrictamente nuestros horarios.

Si le acostumbras desde el principio a no dormir en tu cama, este lo aceptará sin problemas. Una cama para él le aportará seguridad, según afirman en Zooplus, donde además señalan que desacostumbrarle después puede acabar generando estrés al animal.

Al obvio tema de que un gato en tu cama redunda en pérdida de higiene al dormir, también hay que estar especialmente pendiente a evitar la compañía del felino en los casos de que seas alérgico o asmático, pero también si no lo eres. Los gatos liberan alérgenos que pueden quedar adheridos en la ropa de cama, en el colchón o en las almohadas. Aunque no seas alérgico, la acumulación de estos alérgenos pueden hacer que tengas problemas respiratorios.

El hábito nocturno del gato es uno de los motivos por los que no deberíamos dormir con nuestros gatos en nuestra cama. Tal y como recoge Las Provincias, pese a la tentación de dormir con ellos (por el efecto relajante de su ronroneo y porque de hecho, son animales calentitos —su temperatura normal está entre los 38 y los 39 grados—), hacerlo puede alterar nuestro ciclo de sueño.

Otro inconveniente de dormir con el gato, sobre todo si vivimos en zonas rurales o en una casa con jardín, es que este pequeño cazador se plante en nuestra cama con algún bicho que haya cazado en el exterior, a modo de trofeo, además de parásitos como pulgas o chinches.