¿En qué consiste una alimentación sostenible?

Varias frutas y verduras en una imagen de archivo.
Varias frutas y verduras en una imagen de archivo.
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Varias frutas y verduras en una imagen de archivo.

Cada vez más, los consumidores se preocupan por la sostenibilidad de los alimentos, convirtiéndose este factor en uno de los criterios en los que se fijan para decantarse por uno u otro alimento del mercado. 

Lo primero que hay que saber, tal y como indica la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), hay tres pilares fundamentales en los que se apoya la alimentación sostenible: 

  • La sostenibilidad ambiental: tiene que ver con el impacto en el medio ambiente, no solo la huella de carbono, sino también la huella hídrica, impacto sobre el paisaje, uso de suelo, impacto en la biodiversidad etc.
  • El impacto social: que se refiere a la población encargada de llevar a cabo al producción de alimentos, las condiciones laborales dignas, los salarios justos, la fijación de población rural…
  • La sostenibilidad económica: afecta a las relaciones equilibradas con los proveedores, el pago justo de impuestos, el fomento del empleo rural en el sector primario, la resiliencia de los territorios rurales… es necesario apostar por un sector primario fuerte.

Sin embargo, a la hora de ir a hacer la compra, es difícil saber cuál de los alimentos adquiridos es más sostenible, ya que son muchos los factores a tener en cuenta. 

10 principios para conseguir una dieta sostenible

Por ello, la OCU ha elaborado una guía de 10 principios básicos para conseguir unos alimentos más sanos y sostenibles: 

  • Evitar el desperdicio alimentario: lo menos sostenible es tirar comida, sea cual sea, ya que si se tira se ha desperdiciado.
  • Reducir la ingesta de alimentos de origen animal: nuestro consumo de alimentos de origen animal está por encima de las recomendaciones nutricionales. Así, se puede consumir menos carne, sustituirla por legumbres o convirtiéndola en un ingrediente más de otros platos.
  • Comer carne de más calidad: si se consumen productos de origen animal, optar por los que procedan de producciones extensivas, de pasto, ya que estos animales tiene un impacto social de fijación de población rural, además limpian el campo, lo que previene los incendios, y presentan una huella de carbono mucho más baja que la de la cría intensiva.
  • Elegir productos producidos de forma agroecológica: usan menos pesticidas, rotan cultivos para favorecer la productividad del suelo, etc. Cualquier forma de agricultura que favorezca un uso menor de pesticidas, un cultivo más racional y un adecuado manejo del suelo es mejor, aunque no necesariamente el impacto de los productos sea menor.
  • Consumir productos locales, de cercanía: esto, además de disminuir el impacto ambiental, contribuye a mejorar el impacto social y económico en nuestro entorno.
  • Consumir productos de temporada: es una medida muy fácil, y que nos permite comer los productos cercanos y en su mejor momento de calidad y precio.
  • Evitar los alimentos trasportados por avión, algunas frutas tropicales o productos delicados. 
  • Preferir producto a granel, pero manipularlo y conservarlo bien para evitar el desperdicio:  a granel las caducidades son más cortas, y debe conservarse tras la compra de forma adecuada para evitar problemas.
  • Apostar por el comercio justo: hay productos que no se producen en nuestras latitudes y es difícil prescindir de ellos (café, té, cacao...). En esos casos, lo ideal es apostar por comercio justo para favorecer la sostenibilidad social y económica en los países productores.
  • Comprar menos productos procesados y priorizar productos frescos en la dieta
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