La fiebre forma parte de la cotidianeidad de los niños pequeños, especialmente en el momento en el que comienzan la guardería o el colegio. Conscientes de que es una respuesta de su sistema inmunitario ante las infecciones, padres y madres aprenden a lidiar con ella aunque esto no signifique que siempre sigan las pautas más idóneas. En España, los episodios agudos febriles suponen entre el 10 y el 20 por ciento de las consultas pediátricas.
Dada su mayor fragilidad, la alerta se agudiza en el caso de los bebés ya que incluso una fiebre baja puede esconder una infección grave (meningitis, neumonía, sepsis, vías urinarias, gastroenteritis…). En estos casos se recomienda tomar la temperatura rectal para asegurar la mayor precisión posible.
Fiebre confirmada: primeras medidas a tomar en casa
Durante los primeros años de vida, la fiebre forma parte de la vida de la población infantil. Un factor desencadenante clave es la escolarización y los virus circulantes en este espacio, especialmente en invierno. En este contexto que aparezca la fiebre supone que su organismo se está defendiendo ante posibles infecciones. Una vez confirmada, en casa se pueden tomar las siguientes medidas:
- Si la temperatura del niño es mayor de 38.5 °C: restringir su actividad o incluso acostarle.
- Desabrigarlo y dejarlo con la menor ropa posible.
- Tomar la temperatura cada 4 horas.
- Tratar de que el niño beba líquidos extras: en pocas cantidades y frecuentemente.
- Darle un baño con agua tibia.
Lo que no hay que hacer
Al igual que hay ciertas pautas básicas que se pueden seguir en las primeras horas de la fiebre del niño, es importante tener en cuenta que hay medidas que se deben evitar, relacionadas algunas de ellas con las que se tomarían en el caso de las personas adultas, como los medicamentos, o con remedios que pueden resultar totalmente contraproducentes:
- No darle una aspirina.
- Antes de los tres meses de vida no darle ibuprofeno ni paracetamol si no es bajo prescripción médica. Tampoco alternarlos.
- No aplicarle hielo en la frente ni darle a beber agua fría.
- No bañarle en agua fría.
- No exponerle a corrientes de aire ni a ventiladores para que su temperatura baje.
Cuándo acudir al pediatra
Hay tres señales de alarma inequívocas para llevar al niño al médico y además de forma urgente: si tiene dificultad para respirar; si la temperatura rectal o bucal es mayor de 40,5 grados; si presenta convulsiones y/o movimientos anormales de cara o extremidades. Éstos últimos síntomas son más frecuentes entre los seis meses y los cinco años y pueden repetirse en el tiempo.
Hasta los dos años y en términos generales, el bebé no debería tener una temperatura rectal mayor de 38 grados. Con menos de tres meses de edad, esta será la alerta para acudir al pediatra. Entre tres y veinticuatro meses, no hay motivo para alarma si no rebasa la barrera de los 38,9 grados. Además del aumento termométrico hay que tener en cuenta otros síntomas: irritabilidad, goteo de nariz, tos o diarrea, entre otros.
A partir de los dos años, es importante calibrar: si hace poco contacto visual; si tiene vómitos, dolor de cabeza/garganta/estómago, o si padece convulsiones que pueden asociarse a la fiebre. Y principalmente, la fiebre no debería durar más de tres días.
Referencias
Asociación Española de Pediatría (s.f.). ¿Qué hacer cuando el niño tiene fiebre? https://enfamilia.aeped.es/temas-salud/que-hacer-cuando-nino-tiene-fiebre
Mancilla-Ramírez, J. (2002). Avances en la fisiopatología y manejo de la fiebre en niños. Salud. Vol. 8, núm. 2, 73-82. https://www.redalyc.org/pdf/487/48708206.pdf
Mayo Clínic (s.f.). Fiebre. https://www.mayoclinic.org/es/diseases-conditions/fever/symptoms-causes/syc-20352759
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