Qué es una neovejiga: en qué casos puede crearse una ‘vejiga nueva’ y qué riesgos tiene

  • Cuando se extirpa la vejiga, puede crearse ‘una nueva’ a partir de tejido del intestino del paciente.
Imagen de un cáacner de vejiga
Imagen de un cáacner de vejiga
Wikimedia Commons
Imagen de un cáacner de vejiga

Aunque hay menos concienciación que sobre otros tipos de cáncer, el de vejiga es uno de los más frecuentes en el mundo occidental, pues se diagnostican al año unos 151.000 casos nuevos en Europa, unos 22.000 de ellos en España. Se trata, además de un  cáncer que más afecta mucho a nivel psicológico a los pacientes que lo padecen, especialmente si tienen que someterse a una cistectomía, extirpación de la vejiga. Para reducir el impacto a nivel psicológico y sobre la calidad de vida de esta operación, en algunos casos puede construirse una neovejiga que sustituya al órgano extirpado. Se trata de una operación muy complicada y no exenta de riesgos, como nos explica el Dr. Fernando Lista, jefe de Sección de Endourología de MD Anderson Cancer Center Madrid.

¿Cómo se crea una neovejiga?

Para minimizar el impacto del cáncer de vejiga en los pacientes, especialmente si se ha llevado a cabo la extirpación del órgano, en muchos puede crearse lo que se conoce como una neovejiga que, como su propio nombre indica, es una ‘nueva vejiga’ que se crea a partir de tejido del propio paciente, “la intervención consiste en utilizar un segmento de intestino delgado (ileon distal habitualmente) para construir una “bolsa” que haga las veces de vejiga. Uno de los extremos se une (anastomosis) a la uretra original, mientras que el extremo proximal se une a los uréteres del paciente. Hay diferentes modos de construir esta neovejiga, cada una con sus pequeñas variaciones técnicas”, explica Fernando Lista. Esta intervención se lleva a cabo en la misma operación, en el mismo acto quirúrgico en el que se extirpa la vejiga afectada por el tumor.

Para qué pacientes está indicada

La creación de una neovejiga no está indicada en todos los casos de cáncer de vejiga, pues como nos aclara el Dr. Lista, solo está se recomienda cuando “los pacientes que presentan tumores infiltrantes de vejiga (con afectación de la capa muscular vesical) o bien tumores superficiales de alto grado con mala respuesta y/o recidiva a tratamientos conservadores con Quimioterapia o Inmunoterapia endovesical (BCG)”. También es necesario que el paciente no tenga afectación de la uretra para realizar una neovejiga y es recomendable “que tenga más de 10 años de esperanza de vida, para facilitar su manejo posterior”. Es decir, que se podría realizar en pacientes de 50-60 años, en buen estado general y sin demasiadas patologías concomitantes. 

A pesar de estos requisitos, el Dr. Lima asegura que se puede llevar a cabo en el 90% de los casos en los que se extirpa la vejiga, “salvo que no podamos por contraindicación quirúrgica o porque esté invadida la uretra, porque es más complejo y el postoperatorio es más complicado”, advierte.

Como cualquier intervención, y más aún de esta complejidad, no está exenta de riesgos, “dado que, además de extirpar la vejiga, tenemos que excluir un segmento de intestino, y esto puede traer complicaciones derivadas como interrupción del tránsito intestinal, isquemia, sangrado. Por eso son postoperatorios que requieren un manejo especializado”

Una vejiga funcional, pero con la que hay que aprender a vivir

La creación de una neovejiga en pacientes que se han sometido a una cistectomía repercute de manera muy positiva en comparación con los pacientes que en los que no se puede llevar a cabo, sobre todo a nivel psicológico, “mejora de manera exponencial la calidad de vida del paciente y, sin duda, su autoestima -asegura Lista-, porque la percepción de ‘yo tenía un tumor y me lo han quitado y yo por fuera no me veo nada’ es de gran importancia. La alternativa de realizar una derivación urinaria a piel con un estoma cutáneo en muchos casos supone un gran problema para los pacientes, que al verse con una ‘bolsa’ que recoge la orina en el abdomen les produce un importante deterioro en su calidad de vida”.

Sin embargo, no se puede obviar que tener una neovejiga también implica ‘cuidados especiales’ y una especie de ‘rehabilitación’ para ‘reaprender’, “el paciente ya no va a orinar de la misma manera, su sensación es diferente, y debe aprender a percibirla y manejarla. Además, es frecuente que al menos de manera inicial estos pacientes presenten mayor tasa de infección de orina y un grado de incontinencia variable”, alerta.

Para evitarlo o minimizarlo, el proceso de aprendizaje tiene que empezar en el hospital. Así, tras la retirada de la sonda unos 10 días de la operación, como indican en esta publicación de Actas Urológicas Españolas, el paciente es enseñado a orinar sentado cada 2 horas por el día y cada 3 horas por la noche. Esto se consigue mediante el aprendizaje de una técnica basada en la relajación del suelo pélvico seguida de una leve prensa abdominal. El periodo entre micciones se irá aumentando progresivamente hasta conseguir, por un lado, que el paciente aprenda da orinar de nuevo y por otro que el tamaño de la neovejiga aumente hasta una capacidad final de 400-500 cc.

Con el tiempo, la mayoría de las personas recupera la capacidad de orinar normalmente durante el día, aunque, sobre todo por la noche, pueden quedar algunos episodios de incontinencia. 

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