La rubéola, un ejemplo de la eficacia de las vacunas que ataca especialmente a los recién nacidos

Sarpullido característico de la rubéola.
Sarpullido característico de la rubéola.
DANVASILIS / WIKIMEDIA COMMONS
Sarpullido característico de la rubéola.

La rubéola es un ejemplo claro de la eficacia de las estrategias de vacunación contra las enfermedades infecciosas; muy prevalente en el pasado, ahora prácticamente ha desaparecido de las zonas en las que se inmuniza a los niños contra ella. Sin embargo, también nos ofrece otra lección: y es que en las zonas que no tienen recursos para poner en marcha estas campañas, la enfermedad sigue causando graves problemas especialmente a los niños pequeños.

¿Qué es la rubéola?

La rubéola es la infección por un virus de ARN de la familia Matonaviridae. Por lo general, se trata de una enfermedad leve para la mayoría de las personas: sin embargo, en las mujeres embarazadas puede ocasionar serias complicaciones que afectan a la salud del feto.

El virus se contagia principalmente a través de las secreciones respiratorias de las personas infectadas, ya sea por el aire (tos y estornudos) o por contacto directo. Además, puede pasar al feto a través del cordón umbilical, si la madre contrae el virus.

¿Cuáles son sus síntomas?

Por lo general, los síntomas de la rubéola son leves: fiebre baja, cefaleas, goteo o congestión nasal, inflamación o enrojecimiento de los ojos, inflamación de los ganglios linfáticos, sarpullido leve que comienza en la cara y dolor articular.

Pasar la enfermedad proporciona inmunidad contra ella, por lo que en la mayoría de los casos quienes han pasado la infección no vuelven a padecerla más adelante durante su vida.

En casos raros, no obstante, la rubéola puede provocar infección o inflamación del cerebro (encefalitis), una complicación grave que puede llegar a ser fatal.

Cuando la enfermedad es más problemática es cuando afecta a mujeres embarazadas, ya que puede provocar complicaciones en el feto como el síndrome de rubéola congénita o incluso la muerte.

El síndrome de rubéola congénita se caracteriza por complicaciones como retrasos en el crecimiento, cataratas, sordera, defectos cardíacos, defectos en otros órganos y discapacidad intelectual.

¿Cómo se trata?

Normalmente, la rubéola, por su propia gravedad, no requiere de tratamiento alguno, más allá de las precauciones básicas adecuadas para los cuadros febriles (destinadas principalmente a evitar la deshidratación). No obstante, si que es conveniente el aislamiento de la persona afectada para evitar la transmisión de la enfermedad.

En el caso de las mujeres embarazadas, se puede reducir ligeramente el riesgo de que el bebé nazca con síndrome de rubéola congénita mediante el anticuerpo globulina hiperinmunitaria, si bien la probabilidad sigue siendo elevada. 

El síndrome de rubéola congénita necesita de un tratamiento multidisciplinar temprano para evitar en lo posible que se produzcan complicaciones.

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