Los fármacos que no deberías mezclar bajo ningún concepto

Polimedicados, enfermos crónicos y mayores son los pacientes con mayor riesgo de combinar medicamentos, una opción que debe seguir la estricta pauta médica para que no correr riesgos innecesarios
Los fármacos pueden generar drogodependencia u otros efectos adversos, por los que es conveniente que se intente evitar. Eso podría hacerse con el empleo de tecnología.
La interacción medicamentosa desencadena riesgos para la salud de diversa índole, incluso la muerte en los casos más graves.
kanchanachitkhamma vía Canva.com
Los fármacos pueden generar drogodependencia u otros efectos adversos, por los que es conveniente que se intente evitar. Eso podría hacerse con el empleo de tecnología.

La Asociación de Empresas de Fabricantes y Distribuidores (AECOC) hacía público en su último congreso que el consumo de medicamentos en España se ha incrementado un 12,8 por ciento con respecto a las cifras prepandémicas. La facturación de receta médica registrada por el Ministerio de Sanidad confirma un aumento en las cifras interanuales (agosto 2023) con respecto a 2022: un 4,07 por ciento más de envases facturados y un 3,12 por ciento más de gasto farmacéutico. 

Se trata de un consumo que aumenta de forma sostenida y que obliga irremediablemente a tener en cuenta el riesgo de ingerir diversos tipos de fármacos al mismo tiempo sin la adecuada pauta médica.

¿Qué pasa si se combinan medicamentos?

Lo que coloquialmente denominamos mezcla (arriesgada) de fármacos y el impacto que esto produce se denomina interacción medicamentosa, es decir, la reacción entre dos o más medicamentos (o entre estos y un suplemento o un alimento). Las consecuencias que puede acarrear dicha combinación van desde la disminución o el aumento de la acción del fármaco o fármacos implicados en la ingesta hasta la posibilidad de sufrir reacciones adversas: efectos secundarios y, en los casos más graves, incluso la muerte.

Los antidepresivos y ansiolíticos forman ecuaciones especialmente delicadas con otros medicamentos. Esta es una cuestión relevante si tenemos en cuenta que, según datos de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, España se ha situado en los últimos años como líder mundial en el consumo de diazepam (ansiolítico). Destacamos algunos ejemplos de interacción medicamentosa en la que están implicados ambos fármacos.

Una mujer toma una pastilla con un vaso de agua.
Una mujer toma una pastilla con un vaso de agua.
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Antidepresivos y analgésicos

Un estudio publicado por médicos coreanos en The British Medical Journal alertó sobre el riesgo de hemorragias intracraneales en pacientes que combinen el consumo de antidepresivos con antiinflamatorios no esteroideos (AINE), como el ibuprofeno o naproxeno.

Ansiolíticos y opiáceos

La agencia gubernamental de Estados Unidos responsable de la regulación de medicamentos (FDA) ha alertado de que el uso de ansiolíticos como la benzodiazepina (la mitad de los consumidos en España) con medicamentos opioides desencadenan efectos secundarios graves que van desde la dificultad respiratoria hasta la muerte en los casos más graves. Las autoridades norteamericanas han pedido a pacientes y cuidadores/as que presten especial atención ante síntomas como mareos inusuales, somnolencia extrema o respiración lenta.

Ansiolíticos y relajantes musculares

En la línea de lo advertido en el apartado anterior se encontraría el riesgo en esta combinación farmacológica, es decir, el sistema respiratorio se compromete de forma grave cuando ingerimos estos dos tipos de fármacos sin la debida supervisión médica.

Anticoagulantes y aspirina

Por último, otros dos fármacos cuya combinación puede resultar perjudicial para el paciente. En este caso, ambos impactan en la coagulación de la sangre: los primeros (como la warfarina) se encaminan a su inhibición y el ácido acetilsalicílico también reduce la capacidad de coagulación. La ingesta favorece el riesgo de hemorragia.

¿Hay pacientes especialmente vulnerables?

Por probabilidad, pacientes polimedicados y personas que sufren enfermedades crónicas son las personas más expuestas a la posibilidad de combinar su pauta farmacológica con otros principios activos. La última Encuesta Europea de Salud en España (2020) revela que el 49,3 por ciento de hombres y el 59,1 por ciento de mujeres a partir de los 15 años tienen alguna patología crónica, porcentajes que aumentan con la edad y que marcan a la población femenina de forma especial (10 puntos)

En cuanto a las enfermedades, la diferencia de género también persiste: ellas sufren más artrosis y tensión alta, por este orden, y ellos tensión alta y colesterol alto. La tercera edad es otro grupo poblacional a destacar ante el riesgo de una interacción medicamentosa. En primer lugar, cabe resaltar se trata de pacientes que consumen diversos fármacos diarios. 

En segundo lugar, no es infrecuente que combinen su pauta farmacológica con suplementos dietéticos de los que no advierten a su médico/a, pudiendo ocasionar así efectos no deseados tanto para las patologías que sufren como para su salud general. 

En tercer lugar, tampoco hay que olvidar que las condiciones fisiológicas que se ven afectadas con la edad (metabolismo hepático, función renal…). Y por último, el deterioro cognitivo que afecta a la memoria y, por tanto, a la capacidad de recordar el horario de cada medicación y los detalles de la pauta farmacológica que deben seguir.

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