Qué es la hiperémesis gravídica, una de las causas más comunes de ingresos obstétricos durante el embarazo

  • Los vómitos y nauseas graves durante el embarazo se conocen como hiperémesis gravídica (HG) y afectan a entre el 0,5% y el 2% de las mujeres.
  • La HG es la causa más frecuente de hospitalización durante el primer trimestre de gestación. 
Una mujer con náuseas.
Una mujer con náuseas.
UNSPLASH
Una mujer con náuseas.

Tener náuseas y vómitos durante la gestación (NVG) es algo muy frecuente y se presenta en hasta el 80% de las mujeres en algún momento del embarazo. Suelen presentarse por la mañana y son más frecuentes entre las semanas cuatro y doce. Sin embargo, hay un pequeño porcentaje de mujeres en las que estos vómitos son muy graves, persisten a lo largo de todo el día y, en muchos casos no cesan trascurridas las primeras semanas. Es lo que se conoce como hiperémesis gravídica (HG), una condición que afecta a entre 0,5 y el 2% de las gestantes y puede resultar grave y requerir incluso hospitalización.

¿Qué es y por qué se produce la hiperémesis gravídica?

La hiperemesis gravídica (HG) es el extremo más severo del espectro de NVG (náuseas y vómitos en la gestación). Cuando los vómitos se producen en muchos momentos del día -no solo por la mañana-, hasta el punto en el que la madre no consigue retener nada o casi nada en el estómago, se considera HG. Se trata de una situación que, si se alarga en el tiempo, puede llegar a ser grave, pues puede provocar deshidratación, pérdida de peso, desnutrición y, en casos más extremos, disfunción hepatorrenal y daño cerebral por déficit de tiamina (vitamina B1), lo que se conoce como síndrome de Korsakoff, encefalopatía de Wernicke.

La HG es la causa más frecuente de hospitalización durante el primer trimestre de la gestación.

No se sabe con exactitud qué causa la hiperemesis gravídica, pero, como apunta un artículo publicado en Elsevier, influyen muchos factores, sobre todo hormonales, pero pueden influir otros:

•Hormonales. Cuando hay más concentraciones de la hormona gonadotropina coriónica (HCG), de estrógenos, de progesterona o de tiroxina es más probable padecer hiperemesis gravídica. Algunos estudios también han implicado a la prolactina, la somatotropina y los andrógenos.

•Psicológicos. Es más frecuente en madres con altos niveles de estrés o ansiedad.

Inmunológicos. Se cree que puede ser una reacción materna a las sustancias del embrión o por las diferencias genéticas entre el feto y el trofoblasto con respecto al sistema inmunológico materno.

•Digestivos. Las gestantes positivas frente a Helicobacter pylori tienen más posibilidades de padecer HG.

También se sabe que la hiperémesis gravídica es más frecuente en madres primerizas, embarazos gemelares, adolescentes, que padecen obesidad o si existen malformaciones fetales. También en mujeres que la han sufrido con anterioridad en otros embarazos y que tienen antecedentes familiares.

¿Cómo se trata la hiperémesis gravídica?

La hiperémesis gravídica debe tratarse cuanto antes, pues, aunque las complicaciones graves no son frecuentes, ni para el feto ni para la madre, es preferible tratarla pronto para evitar que complicaciones como la deshidratación o el bajo peso del feto se produzcan.

Por este motivo, si los vómitos son constantes y se alargan más de dos días, es conveniente acudir al médico para controlar que el estado de la mujer embazada y el feto. Unos análisis de sangre y orina serán suficientes para comprobar si existe algún déficit nutricional, deshidratación, desequilibrios electrolíticos cuerpos cetónicos, etc.

En algunos casos será necesario el ingreso médico, al menos hasta que se corrijan la deshidratación, los desequilibrios electrolíticos y deficiencias nutricionales, generalmente por vía intravenosa.

También se puede administrar medicación para frenar las náuseas y los vómitos, como la doxilamina o la piridoxina, que son seguros durante el embarazo. Es probable que la mujer deba tomar algunos suplementos nutricionales durante todo el embarazo para prevenir deficiencias.

Además, hay una serie de hábitos que, si bien no funcionan en todos los casos, pueden ayudar, como:

•Hacer comidas muy livianas y más frecuentes (5 o 7 al día). Los mejores alimentos son los que tienen muchas proteínas o carbohidratos y poca grasa.

•Evitar comidas copiosas, rebozadas, picantes, ácidas, muy calientes, muy caldosas o con cafeína.

•Beber entre comidas en lugar de durante las comidas, a menudo y en pequeños sorbos.

Evitar permanecer en lugares calurosos.

•No utilizar ropa apretada.

•No lavarse los dientes ni ducharse nada más comer.

•Tomar suplementos de vitamina b6 y/o de jengibre.

•Hay estudios que sugieren que la acupuntura podría ayudar.

A menudo, las mujeres que padecen esta patología se muestran deprimidas o ansiosas por las molestias que les ocasiona. Si esto ocurre, se recomienda recurrir a apoyo psicológico.

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