Isabel Sánchez: "Cuidar es una forma de amar que implica mucho sacrificio pero que trae siempre un gran retorno"

Opina Isabel Sánchez que la cada vez mayor longevidad, la baja tasa de natalidad y una educación individualista nos ponen ante un panorama difícil: "mucha gente que cuidar y pocos brazos para hacerlo". En su último libro, 'Cuidarnos', apuesta por una revolución social que sitúe los cuidados y la interdependencia en primer plano.
Isabel Sánchez, autora de 'Cuidarnos'.
Isabel Sánchez, autora de 'Cuidarnos'.
Paola Gutiérrez.
Isabel Sánchez, autora de 'Cuidarnos'.

Se nos educa para alcanzar el nivel máximo de autonomía y creemos que en esa independencia reside nuestro principal valor. Sin embargo, también somos una sociedad de cuidados - se estima que más de 650 millones de personas en edad laboral en todo el mundo se ocupan de atender a familiares dependientes-; en algún momento deberemos cuidar a otros y pasaremos momentos en los que nos tendremos que dejar cuidar.

¿Estamos preparados para asumir nuestra vulnerabilidad? ¿Se encuentra el verdadero valor de los seres humanos en la interdependencia? ¿Cómo crear una verdadera cultura del cuidado? A estas y otras muchas preguntas responde Isabel Sánchez en su nuevo libro: Cuidarnos (Espasa), donde invita a reflexionar sobre la necesidad de cuidarnos a nosotros mismos para estar en condiciones de hacerlo con nuestros seres queridos, con el conjunto de la sociedad y dejar un verdadero legado a las generaciones futuras.

Cuidarnos surge de su propia experiencia personal siendo cuidada y como cuidadora de su padre, ¿cuándo y por qué decide que debe plasmarse en un libro?En realidad Cuidarnos surge de contemplar la necesidad de cuidados que nos grita la sociedad actual: la pirámide demográfica invertida, la mayor longevidad, el calo de la natalidad y una educación en cierto modo individualista nos ponen ante un panorama difícil: mucha gente a la que cuidar, pocos brazos para hacerlo y poca atractividad hacia las profesiones de cuidado.

Las lógicas mercantilistas, hedonistas y de culto a la tecnología que predominan en nuestra cultura occidental, nos incitan a optar por el descarte de los más débiles. Frente a eso, se puede escoger la ruta de una cultura del cuidado.

La experiencia de una enfermedad y de encontrarme – como millones de personas- en la encrucijada de cuidar a un padre dependiente, dieron a mi pensamiento mayor profundidad y fuerza para posicionarme como ciudadana que pide que apostemos por un derecho global a ser cuidados. Esta es la historia y la propuesta de Cuidarnos.

El reconocimiento de nuestra interdependencia es paso imprescindible hacia una sana autonomía

Generalmente asociamos la palabra cuidado a la atención al más vulnerable: personas enfermas, mayores, niños… ¿Hay que darle un giro a este término?Me parecería realista reconocer que todos tenemos fragilidades, vulnerabilidades y grietas, que necesitan ser fortalecidas, curadas y recompuestas. También tenemos potencialidades y talentos que precisan ser cultivados. Toda esta tarea de sanación y cultivo no la podemos realizar solos: precisamos de los demás, así como ellos necesitan de nosotros. El reconocimiento de nuestra interdependencia es paso imprescindible hacia una sana autonomía.

Se nos exigen continuamente éxitos y no se contemplan las debilidades, por eso no sabemos reconocerlas ni gestionarlas

Afirma que “no se nos educa para cuidarnos, tampoco para cuidar a otros”. ¿Por qué cree que la sociedad todavía no está concienciada con la envergadura del autocuidado y el cuidado a quienes nos rodean? ¿Cómo hay que reeducar a la sociedad en este sentido?Con mucha facilidad se nos propone la meta de una completa autonomía, de un autodesarrollo individualista y egocéntrico. Se nos exigen continuamente éxitos y una imagen perfecta. En ese panorama no se contemplan las debilidades, por eso no sabemos reconocerlas ni gestionarlas. En muchas ocasiones, lo que se nos ofrece como solución es la evasión: el placer, el consumismo, la diversión…

Por otra parte, la aceleración de la vida nos impide detenernos a escuchar nuestra intimidad y a mirar de cerca las necesidades propias y ajenas. Se nos ha olvidado que la vida no es fundamentalmente acumulación de éxitos, sino tiempo de encuentros personales, de tejido de vínculos que la llenan de sentido y la hacen fuerte.

Se nos ha olvidado que la vida es fundamentalmente tiempo de encuentros personales, de tejido de vínculos que la llenan de sentido
Isabel Sánchez, autora de 'Cuidarnos'.

Isabel Sánchez

  • Directora de la Asesoría Central del Opus Dei y autora de 'Cuidarnos'
Nació en Murcia en 1969. Tras licenciarse en Derecho, se trasladó a Roma para cursar estudios de Filosofía y Teología. En 1995 comenzó a trabajar en las oficinas centrales del Opus Dei y desde 2010 dirige el consejo de mujeres que asesora al prelado en el gobierno de esa institución católica. Con motivo de su puesto, ha visitado más de cincuenta países, colaborando estrechamente con personas de los cinco continentes. En 2020, en plena pandemia, publicó su primer libro: 'Mujeres brújula en un bosque de retos'.

¿Nos damos cuenta de la verdadera importancia del cuidado demasiado tarde? Solo cuando necesitamos recurrir a él o tenemos que cuidar de otro.Con demasiada frecuencia nos damos cuenta de la necesidad del cuidado cuando ya están los platos rotos (nuestra salud, una relación de pareja, una amistad, etc.). El cuidado es una cualidad que debería regar nuestras relaciones día a día, gota a gota.

¿Por qué tenemos tan mal concepto de la vulnerabilidad?Porque la vemos sólo como un límite, como algo que paliar o que eliminar. No nos damos cuenta de la carga de humanidad que conlleva y de las oportunidades que nos abre para crecer en magnanimidad. La disposición a cuidar y sanar nos hace compasivos, misericordiosos, generosos, humildes, magnánimos. Muchas veces es en el dolor donde se fraguan los sueños mejores.

Muchas veces es en el dolor donde se fraguan los sueños mejores

Nos movemos en una sociedad cada vez más egocéntrica y egoísta, ¿cómo encajamos en ella la necesidad de la interdependencia?El egocentrismo puede tener alguna recompensa inmediata (evita complicaciones en la vida) pero nos aboca a la soledad. Esa soledad –nos lo advierte la comunidad científica- puede aumentar hasta un treinta por ciento el riesgo de mortalidad y eleva la posibilidad de padecer enfermedades cardiovasculares, ictus, demencia y problemas de salud mental.
 
Por otra parte, estudios como el de Robert Waldinger, sobre la felicidad, respaldan que las buenas relaciones nos mantienen más felices y más saludables. Aunque solo fuere por evidencia científica, deberíamos convencernos de la necesidad de aprender a abrirnos a los otros, a convivir, a construir juntos y a ayudarnos mutuamente a llevar las cargas que la vida nos impone.

Aunque solo fuere por evidencia científica, deberíamos convencernos de la necesidad de aprender a abrirnos a los otros

¿Por dónde debe empezar un buen autocuidado?Por hacer las paces con nuestra fragilidad. Por amarnos y respetarnos, así como somos, con nuestras imperfecciones. Por descubrir a quién amamos y aprender a extraer la fuerza interior necesaria para cuidar ese amor. Después viene el saber colocarnos en la distancia justa a la hora de cuidar; repartir con otras personas la responsabilidad del cuidado cuando este se hacer excesivamente fatigoso; darnos pausa en la actividad de cuidar, turnándonos con otros. Y por fin, manteniendo el bueno humor, saber reírnos de las situaciones y aprender a gozar del placer íntimo que supone hacer crecer, sanar o aliviar a los que más queremos.

El autocuidado empieza por hacer las paces con nuestra fragilidad. Por amarnos con nuestras imperfecciones

En el libro habla del cuidado con tres “efes”. Explíquenos en qué consisten.Entiendo el cuidado como cosmovisión, como postura que se toma en el mundo, como continua disposición a hacer florecer (es el cuidado como cultivo de cualidades, habilidades, talentos), a aceptar la justa e ineludible fatiga que el cuidado conlleva y a saborear el gozo ético –verdadera fiesta- que nos procura cuidar a quienes amamos. Florecimiento, fatiga y fiesta serían las tres “efes” que condensan el concepto de cuidado que presento en el libro.

Habrá gente a la que le extrañará que hable del cuidado como una “fiesta”. Usted insiste en que hay que pararse a saborear el fruto de nuestro cuidado. ¿Uno de los grandes errores que cometemos los seres humanos es ver el cuidado únicamente como un sacrificio?Muchas de las personas que he conocido con la ocasión de la presentación del libro son cuidadores de familiares dependientes. La gran mayoría de ellos, si no el cien por cien, han corroborado cuánto bien les ha hecho cuidar, qué alegría más profunda han tenido de acompañar a sus padres en la última etapa de la vida, al cuidar a un hijo enfermo, etc. Se trata de un gozo íntimo, ético y espiritual, que proporciona el saber que estás haciendo lo que es justo y bueno hacer.

Cuidar es una forma de amar que siempre implica sacrificio, sin duda, pero que también trae un retorno: de crecimiento personal, de fortalecimiento de vínculos, de lucidez ante los valores… Pocas veces ponemos el foco en esta cara del cuidado.

Cuidar es un arte. Tenemos que aprender a hacerlo sin que nos vaya la vida en ello

¿Cómo evitar el síndrome del cuidador quemado? ¿Dónde encontramos el término medio para no ser ni muy fríos en esta tarea ni cargar demasiado peso sobre nuestras espaldas?Cuidar es un arte. Tenemos que aprender a hacerlo sin que nos vaya la vida en ello. Para evitar el desgaste total del cuidador, tiene que ser él consciente de la necesidad de autocuidado. Luego, ha de posicionarse en una justa “distancia” frente a la persona que cuida, sabiendo que no puede entregarse a atenderle con el 100% de las energías las veinticuatro horas de los siete días de la semana. También el resto de familiares han de concienciarse de su parte de responsabilidad y asumir turnos y tareas: ayudar a la persona vulnerable a admitir más de un cuidador es un paso importante.

Unos 650 millones de personas en edad laboral en todo el mundo (la inmensa mayoría mujeres) se ocupan de atender a familiares sin remuneración y muchas veces renunciando a sus planes profesionales. ¿Cómo debe mejorar la sociedad actual o qué necesitamos cambiar para crear el tejido necesario que proteja y valore realmente a los cuidadores? ¿Cómo crear una verdadera cultura del cuidado?Para llegar a una sociedad de los cuidados necesitamos cambios educativos, laborales, fortalecimiento del tejido social, empezando por el de las familias, políticas transversales que prevean medidas económicas favorecedoras para los cuidadores, ayudas para empresas que se propongan cuidar e incentivos para los cuidadores. A nivel, macro, son muchos los agentes en juego.

A nivel más individual, quizá hay que interiorizar un “credo” como el que propone la empresa “Familiados”: cuidar es una de las labores clave que se realizan en la sociedad; esa labor nos compete a todos. Las personas que hacen de esta ocupación su profesión son miembros clave de nuestra sociedad y deben ser cuidadas, reconocidas y retribuidas como tales. Un modelo de cuidados mejor, más inclusivo, menos intrusivo, más flexible, con mayor confianza y más humanidad es posible, necesario y asequible. Los cuidados de calidad deben estar al alcance de todas las personas.

Parte de las ganancias del libro las va a dedicar a la Fundación Curativos, ¿en qué consiste su trabajo?La demanda de cuidados es mucha, pero faltan espacios profesionales que, en alianza con las familias atiendan a las personas. Esta fundación se plantea dotar a la región de Murcia de un hospital de cuidados paliativos, una residencia y centro de día para mayores, con zona de corta estancia para recuperación y respiro familiar, y un centro de día para cuidados paliativos pediátricos. Su meta es que los pacientes puedan ser asistidos, comprendidos y queridos hasta el último instante, con todos los medios necesarios, y sus familias apoyadas y alentadas. Me gustaría ofrecer a quien compre el libro la oportunidad de contribuir a hacer realidad este sueño.

Portada de 'Cuidarnos' de Isabel Sánchez.
Portada de 'Cuidarnos' de Isabel Sánchez.
Editorial Espasa.
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