Hace ya tiempo que los científicos saben que la microbiota (el conjunto de especies microscópicas que habitan de manera natural) intestinal de las personas con alzhéimer no es como la del resto de la población. Sin embargo, lo que no estaba tan claro es si este cambio se producía con la aparición del cuadro sintomático de la enfermedad o es anterior.
Ahora, una nueva investigación publicada en el medio especializado Science Translational Medicine podría haber solucionado esta duda, ya que ha encontrado evidencias de que la microbiota alterada es detectable antes que la enfermedad. Y aunque se deja una pregunta muy importante en el tintero (¿es este desajuste el que causa la enfermedad o es tan sólo un indicador temprano de la misma?), se trata de una información que podría tener importantes implicaciones diagnósticas.
Placas de beta-amiloide y microbioma
La técnica del estudio era sencilla. En primer lugar, los autores tomaron una muestra de 164 individuos cognitivamente sanos e identificaron entre ellos a aquellos que mostraban evidencias de placas de beta-amiloide en el cerebro. Posteriormente, realizaron un perfil del microbioma de todos ellos, y observaron las diferencias en unos y otros.
Hay que tener en cuenta que el alzhéimer tiende a mostrar un período de entre 10 y 20 años en el que no se produce ningún síntoma, pero en el que ya comienzan a aparecer en el cerebro depósitos o placas de ciertos tipos de proteínas anormales (plegamientos defectuosos de TAU y beta-amiloide) que son visibles a través de escáneres cerebrales. Eso sí, hay que aclarar que aunque este rasgo es característico de la enfermedad, existen algunos casos (llamados asintomáticos) en los que los individuos desarrollan estas placas sin llegar nunca a mostrar síntomas.
Lo que vieron, de esta forma, es que efectivamente los individuos que mostraban estas placas tenían la microbioma alterada con respecto a la población que no mostraba depósitos de proteínas anormales en el cerebro.
Un diagnóstico temprano
Como decíamos, el estudio no puede demostrar una relación de causalidad en ninguna de las dos direcciones; no puede establecer si es el alzhéimer el que causa estas alteraciones del microbioma o viceversa.
Sin embargo, abre dos posibilidades interesantes: una, que el riesgo de alzhéimer pueda detectarse de manera temprana usando una tecnología sencilla y barata como son los test de heces (acompañados, eso sí, de otras pruebas en los sujetos que se consideren de riesgo por este método). La otra, que en un futuro sea posible desarrollar estrategias frente a la enfermedad actuando sobre la microbiota intestinal.
Sea como sea, aporta evidencias adicionales que profundizan en la recientemente descubierta pero cada vez más clara relación que existe entre la salud intestinal y la salud neurológica.
Referencias
Aura L. Ferreiro et al. Gut microbiome composition may be an indicator of preclinical Alzheimer’s disease. Sci. Transl. Med.(2023). DOI:10.1126/scitranslmed.abo2984
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