Gatos

Adoptar un gato adulto cuando hay niños en casa, estas son las variables a tener en cuenta

Adoptar a un gato es una responsabilidad enorme, por lo que si tenemos hijos pequeños conviene pensar muy bien tanto en la preparación de los más pequeños para recibirlo adecuadamente, entendiendo cuando dejar al animal tranquilo e interactuar con el felino de forma sana, como cuál es el individuo más idóneo para ellos. Y el aspecto es lo menos relevante en estos casos. Como cantan en 'La bella y la bestia', la belleza está en el interior. Cada felino tiene su propia personalidad a respetar y existen gatos que son poco aptos para convivir con niños pequeños en casa.

En ese proceso de adopción, siempre es buena idea acudir a una buena protectora de animales y contar con el asesoramiento de las personas que allí trabajan o colaboran, conocedores de los gatos que albergan y sus incompatibilidades. En estas entidades abundan los gatos adultos que, por su edad, tienen menos posibilidades, pese a ser animales igualmente merecedores de un hogar. 

¿Qué hay que tener en cuenta desde el primer momento? Lo primordial es ver cómo son los niños en casa. Puede que tengan mucha energía o, por el contrario, que sean tranquilos. Es posible que vayan a ser suaves o excesivamente intentos en sus interacciones. También que se trate de pequeños que atiendan a las indicaciones que les hagamos o que se dejen llevar por por sus impulsos olvidando nuestras recomendaciones. Saber esto permitirá adoptar a un gato cuyo carácter sea parecido al de los más pequeños de la casa para que puedan hacer buenas migas desde el principio.

Gatos propensos al juego o más serenos

Todos los gatos duermen muchas horas al día, pero algunos gatos son especialmente tranquilos y apenas juegan. Puede que corran en alguna ocasión o que se diviertan con un juguete durante unos minutos, pero por lo general suelen estar tirados en el sofá o durmiendo en su parte preferida de la casa. Esto puede ser un problema si los niños en casa quieren jugar con intensidad con el gato, porque este no responderá a sus expectativas. En ese caso un individuo más juguetón y explorador, más activo, puede ser más apropiado.

Los gatos mayores, también suelen ser gatos más tranquilos que pueden alejarse de los niños y que están mucho más tiempo descansando. Si los pequeños de la casa, por su carácter, van a entender que la relación tendrá que ser suave y respetuosa, no tiene que ser un inconveniente, pero es un aspecto a tener en cuenta.

Aquellos que se dejan coger en brazos

Hay gatos adoran ser alzados y abrazados, mientras que también abundan aquellos que suelen huir o rebelarse cuando se les coge. Es interesante educar a los más pequeños de la casa para que estén preparados para cuando llegue el nuevo integrante y puedan interactuar con él de una buena manera. 

Si es un gato que no gusta de ser retenido, el niño tiene que ser capaz de entender que no debe hacerlo. Se juega algún que otro arañazo de fuga y puede afectar a la relación con los niños, ya que puede que teman estar cerca de ellos.

Gatos que se asustan con facilidad

Otros gatos menos aptos para convivir con niños son aquellos que se asustan con facilidad y que no toleran bien los ruidos fuertes. Los gritos de los pequeños o los juguetes cuando se caen al suelo o hacen ruidos pueden provocar que los gatos salgan huyendo, sacando uñas en el proceso, y que teman acercarse a los niños. .

Preparar a los niños antes de que un gato entre en casa es fundamental para que no le hagan daño sin querer o no lo asusten. En cualquiera de los casos, la supervisión de las interacciones entre niños y gatos es obligada. Sobre todo las primeras, por supuesto, pero nunca debemos bajar la guardia. Las ventajas para los pequeños de convivir con una animal y desarrollar un vínculo sano con él son muchas, pero los últimos responsables de que crezca y se afiance una buena relación somos los adultos.

Redactora jefe de '20minutos'

Soy periodista en '20minutos' y escritora. Coordinadora de 'Capaces' y 'Animaleros'. He ganado el premio Tiflos 2019 de la Once por el reportaje 'La otra vuelta al cole, la de los niños con discapacidad y enfermedades crónicas'; fui ganadora española y finalista europea en 2012 del Health Prize for Journalists de la Comisión Europea; Premio Blasillo al Ingenio en Internet en el Congreso de Periodismo Digital de Huesca en 2008 y Premio Huella de Oro en dos ocasiones al Periodista más comprometido con la protección animal de la Asociación Nacional de Amigos de​ los Animales. Como escritora tengo tres libros publicados: la novela de ciencia ficción Galatea (Lapsus Calami, 2014); el ensayo Tener un hijo con autismo (Plataforma, 2017) y Mastín y la chica del galgo (2019) a beneficio íntegro de la Fundación Amigos del Perro.

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