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Los expertos alertan: Marruecos busca hacerse con Ceuta y Melilla mediante una estrategia híbrida que evite la guerra

Soldados del Ejército español vigilan la frontera del Tarajal que separa Ceuta de Marruecos.
BRAIS LORENZO / EFE

Buena parte de las medidas que ha venido adoptando en los últimos tiempos Marruecos con respecto a España, y en particular en lo que se refiere a Ceuta y Melilla, entran en lo que los expertos consideran que puede ser una estrategia híbrida para terminar haciéndose con la soberanía de estos dos enclaves pero evitando la confrontación directa.

Esta es la principal conclusión del informe 'Las pretensiones de Marruecos sobre Ceuta y Melilla desde la perspectiva de la zona gris' publicado por el Observatorio de Ceuta y Melilla y elaborado por Josep Baqués, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Barcelona, Javier Jordán, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Granada, Manuel R. Torres, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, y Guillem Colom, profesor de Ciencia Política en esta misma universidad.

En él, analizan los pasos dados por Marruecos en los últimos años para ver si encajan en lo que en geopolítica se llama zona gris y que lo que busca es alterar el 'statu quo' con otro país, en este caso España, y alcanzar con ello "fines similares a los de una guerra, pero sin guerra".

Dos de las características distintivas de la zona gris son la ambigüedad, es decir la dificultad para verificar que realmente es un Estado el que está detrás de determinadas acciones, y por otra parte la gradualidad, ya que los efectos que se aspira a conseguir son a medio y largo plazo.

En este caso concreto, la meta a alcanzar es la soberanía sobre Ceuta y Melilla, así como el resto de peñones e islas españolas en la zona, y sus aguas territoriales, si bien por el momento, según los autores, "la situación de Marruecos dista de ser desesperada" puesto que hacerse con estos enclaves "no se deducirían de eso ni beneficios económicos ni beneficios estratégicos relevantes".

La adopción de la llamada zona gris requiere "una narrativa que la sostenga", en general anclada en la historia y el Derecho. "Para que esa narrativa sea efectiva, no es preciso que pase ninguna prueba de la verdad", inciden los autores, sino que "lo importante es que se trate de un discurso que goce de la capacidad para atraer al público adecuado, dentro y fuera (...) aunque sea a costa de su rigurosidad". Se trata, subrayan de "un choque de legitimidades, disfrazado de choque de legalidades".

Uso de la población civil

Lo que busca esa narrativa es movilizar a la población civil en favor de la causa, pero existe el riesgo de que el Estado termine "jugando con la vida" de sus propios ciudadanos. En este punto, los autores apuntan a que la crisis migratoria en Ceuta el pasado mes de mayo encajaría perfectamente en un caso de manipulación por parte de Marruecos para servir a sus objetivos.

En general, "Rabat procura influir sobre la acción exterior española utilizando como palanca el control del flujo migratorio, la cooperación antiterrorista o la ratificación periódica de los acuerdos pesqueros con la Unión Europea", aspectos todos ellos que, según el informe, encajan en lo que es la "competencia pacífica" entre dos países.

Sin embargo, "Marruecos no reconoce las aguas territoriales de Ceuta ni, más al este, las de Melilla y los peñones de soberanía española" y "ha protagonizado distintas actuaciones susceptibles de ser interpretadas" en el marco de lo que se considera una estrategia híbrida.

En este sentido, el informe repasa una serie de acontecimientos en los últimos años, como la decisión de llamar a consultas a su embajador en 2007 en "rechazo" a la visita de los Reyes a Ceuta y Melilla o la expedición en 2010 de pasaportes marroquíes de personas nacidas en Ceuta y Melilla en los que se identificaba estos territorios como marroquíes.

Durante la década de 2010 aumentó "sustancialmente" la llegada de inmigrantes irregulares a Ceuta y Melilla y, aunque "la presión migratoria per se no depende de la voluntad del Gobierno marroquí", los autores apuntan a que el país dispone de los medios para controlar los flujos migratorios gracias al apoyo de la UE.

A esto se suma el cierre unilateral por parte de Rabat en 2018 de la frontera comercial entre Melilla y Marruecos, con el fin de "favorecer al puerto de Nador" pero que "está teniendo consecuencias severas sobre la economía de Melilla". Esto coincide con otro de los elementos clave de la zona gris, el despliegue de medidas de presión económica, con la mirada puesta en debilitar el territorio sobre el que opera".

En 2019, Marruecos optó por endurecer los controles contra el contrabando en la frontera con Ceuta, una medida "perfectamente legítima" pero que "está perjudicando gravemente a la economía ceutí, así como a los miles de marroquíes del otro lado de la frontera que vivían del porteo de mercancías". Los autores cuestionan por qué Rabat actuó entonces cuando el problema ya venía de largo y cuando también afecta a sus propios ciudadanos.

Ya en 2020, las autoridades aduaneras marroquíes vetaron en febrero la entrada de pescado fresco en Ceuta mientras que en diciembre, después de que Estados Unidos reconociera el Sáhara Occidental como marroquí, el entonces primer ministro, Salahedín el Othmani, dijo que una vez resuelto este conflicto habría que resolver la cuestión de Ceuta y Melilla.

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