Hacer ejercicio y evitar el sedentarismo es una de las recomendaciones para conseguir un estilo de vida saludable. Según la Organización Mundial de la Salud, una persona adulta de entre 18 a 64 años deben hacer un mínimo de 150 minutos semanales de actividad física aeróbica, de intensidad moderada, o 75 minutos de actividad física aeróbica vigorosa cada semana.
De este modo, la propia OMS define lo que se entiende por ejercicio moderado y ejercicio vigoroso, que tiene que ver con la intensidad de la actividad. Esta intensidad "refleja la velocidad a la que se realiza la actividad, o la magnitud del esfuerzo requerido para realizar un ejercicio o actividad. Se puede estimar preguntándose cuánto tiene que esforzarse una persona para realizar esa actividad".
Esta intensidad variará dependiendo de lo ejercitada que esté cada persona y de la forma física, por lo que cada uno deberá saber hasta qué intensidad puede llegar. Cuando se realiza actividad física de forma regular, se puede ir subiendo la intensidad de forma progresiva.
¿Qué es la actividad moderada? Beneficios que aporta
La actividad física moderada es en la que, aproximadamente, se da un consumo calórica de entre 3 y 6 MET. El MET es la relación entre el metabolismo de una persona durante la actividad física y su metabolismo basal. Por tanto, un MET es el gasto energético de estar en reposo, equivalente a un consumo de 1 kcal/kg/h.
De este modo, se calcula que el consumo calórico es unas 3 a 6 veces mayor cuando se realiza una actividad de intensidad moderada, y más de 6 veces mayor (> 6 MET) cuando se realiza una actividad vigorosa, según la OMS.
Estos son algunos ejemplos de actividad física moderada:
- Caminar a paso rápido
- Bailar
- Tareas domésticas
- Caza y recolección
- Participación activa en juegos y deportes con niños
- Paseos con animales domésticos
- Trabajos de construcción generales, como pintar
- Desplazamiento de cargas moderadas (< 20 kg)
Entre los beneficios generales de la realización de ejercicio de intensidad moderada se encuentran los siguientes:
- Mantener el cuerpo sano, evitando el sedentarismo
- Conseguir reducir el estrés, mejorando el estado de ánimo y despejando la mente.
- Mejora del descanso y disminución de problemas como el insomnio.
- Mejorar la resistencia física, fortaleciendo y tonificando los músculos y los huesos.
- Mejorar la flexibilidad y las articulaciones, consiguiendo una mejor movilidad y evitando enfermedades como la artrosis.
- Mejorar la resistencia cardiorrespiratoria. Así, el corazón y los pulmones se van adaptando cada vez más para llevar la suficiente sangre oxigenada a los músculos y recuperarse del esfuerzo realizado, según el Ministerio de Sanidad.
- Aumentar la coordinación motriz, especialmente la visión y la audición, para desarrollar movimientos con precisión. Esto influye en el equilibrio, el ritmo y la percepción del cuerpo en el espacio.
- Aumentar las relaciones sociales, sobre todo, si se realiza el ejercicio en lugares al aire libre o centros deportivos.
- Reducir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, tensión arterial alta, cáncer de colon y diabetes, entre otras patologías.
- Beneficiar al aparato digestivo, regulando las funciones intestinales. Por tanto, se evitan otras enfermedades como la obesidad.
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