El Día Mundial del Enfermo, ¿cuáles son las consecuencias de vivir con una enfermedad crónica?

La OMS alerta de la falta de prevención del suicidio.
Vivir con una enfermedad crónica puede causar estrés y depresión.
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La OMS alerta de la falta de prevención del suicidio.

Este día, 11 de febrero, celebramos el Día Mundial del Enfermo. Por eso, este año hemos querido brindar un espacio para hablar sobre los enfermos crónicos. Personas que tienen que vivir con una enfermedad que no tiene cura y cuyos tratamientos intentan mejorar su calidad de vida. ¿Cómo es vivir así?

Existen muchos tipos de enfermedades crónicas como la enfermedad de Crohn, la diabetes, el EPOC, la artritis, la epilepsia, el Parkinson o el VIH, entre otras. Todas ellas tienen algo en común: no tienen cura por el momento. Por todo esto, hoy queremos mostrar algunas de las consecuencias que sufren los pacientes que han sido diagnosticados con alguna de estas enfermedades. 

Existe un mayor riesgo de depresión

Recibir un diagnóstico de diabetes, cáncer o esclerosis múltiple aumenta el riesgo de sufrir depresión. Según la OMS, en el mundo hay "350 millones de personas con depresión". Una cifra que aterroriza y en la que probablemente estén muchas personas que tienen una enfermedad crónica. 

Un estudio del NIH afirma que los síntomas de la depresión suelen aparecer tras el diagnóstico, pero desaparecen cuando la enfermedad se trata, la calidad de vida mejora y la persona se adapta. No obstante, puede haber pacientes que no acepten su situación, que les cueste adaptarse a su "nueva normalidad". Cuando esto sucede la terapia psicológica es fundamental.

También el estudio del NIH menciona los fármacos. Muchos de ellos, necesarios para tratar la enfermedad que padece el paciente, pueden tener efectos secundarios entre los que se encuentre la depresión, la apatía, la falta de ganas por hacer cosas... En estas situaciones la terapia puede ayudar, pero tal vez haya que ajustar la medicación o incluso cambiarla si esto es posible. 

El estrés está más presente que nunca

El estrés se ha convertido en un verdadero problema para la sociedad, pero los enfermos crónicos lo sufren doblemente. Un artículo especial titulado El estrés y las enfermedades crónicas menciona que existen diferentes tipos de estrés para las personas que han recibido un diagnóstico de enfermedad crónica.

El primero está relacionado con el diagnóstico y el hecho de hacer frente a una nueva manera de vivir con una enfermedad que puede provocar limitaciones a largo plazo. A este estrés se le denomina interpersonal y si se trata a tiempo impedirá que pueda derivar en una depresión. 

El segundo está vinculado con las demandas del tratamiento. Por ejemplo, una persona con cáncer puede rechazar sentirse tan mal tras someterse a la quimioterapia o la pérdida del cabello. Esto puede generarle un estrés que puede potenciarse cuando el médico no le brinda otras opciones porque no las hay o no son viables para su caso en particular. 

El tercer tipo está relacionado con las situaciones estresantes que el paciente puede vivir en su vida diaria. La frustración ante el diferente modo de hacer las cosas, la sensación de no mejoría, el que no haya una esperanza de cura, sentir que todo el mundo siente pena... Esto genera un gran estrés.

Cansancio, fatiga, tristeza, frustración, rabia, rechazo... Estas son algunas de las muchas emociones que pueden ser fruto del estrés y que pueden terminar en una profunda depresión. La ayuda de un profesional de la psicología es importante, así como una empatía y comprensión por parte de los médicos. Vivir con una enfermedad crónica no es fácil y este 11 de febrero no queríamos olvidarnos de ello. Ojalá, algún día, haya cura para todas las enfermedades.

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