Desde que comenzó la pandemia, las mascarillas se han convertido en un producto primera necesidad en el carro de la compra, sobre todo, desde que se estableció su uso obligatorio para tratar de frenar los contagios por coronavirus.
Así, con la llegada del otoño y el invierno, surge un nuevo problema asociado al uso de las mascarillas: las frecuentes lluvias que pueden mojar y deteriorar este producto, haciendo que pierda eficacia.
Uno de los primeros consejos que da la Organización Mundial de la Salud en su documento referido a las recomendaciones sobre el uso de las mascarillas en el contexto de la Covid-19 es que, en caso de que se humedezcan, hay que cambiarlas.
La durabilidad de estas mascarillas quirúrgicas depende del fabricante, por lo que conviene consultar las instrucciones, pero suele recomendarse de forma general no usarlas más de 4 horas, estén o no deterioradas.
Además, en caso de notar la mascarilla sucia o que se ha deteriorado por algún motivo, hay que cambiarla. Lo mismo sucede cuando se moja, ya sea por el propio uso, al hablar o respirar, como por causa de la lluvia. Cuando la mascarilla está mojada, pierde eficacia. Además, se puede dar pie a la proliferación de bacterias debido a la humedad.
La mejor recomendación para evitar que se moje con la lluvia es simple: usar paraguas para evitar que se empape y, en el caso de que esto suceda, llevar otra de repuesto para poder cambiarla.
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