Los correctores de postura están cada vez más de moda, ¿sirven para algo?

  • Según Pablo Herrera, Vicedecano del Colegio Oficial de Fisioterapeuta de la Comunidad de Madrid, más que correctores de postura deberíamos llamarlos 'recordatorios de postura', pues no sirven para corregir curvaturas. 
  • Para evitar molestias en la espalda, lo mejor es hacer ejercicio físico y no permanecer mucho tiempo en la misma postura.
Estos productos son indicados para mantener siempre una correcta higiene postural.
Los correctores posturales están indicados para mantener siempre una correcta 'higiene postural'.
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Estos productos son indicados para mantener siempre una correcta higiene postural.

En los últimos meses se han puesto de moda los llamados ‘correctores de postura’, unos archiperres que nos ayudan a mantener una postura correcta y erguida mientras estamos sentados delante del ordenador con el objetivo de evitar malas posturas que nos produzcan molestias en las cervicales o la espalda.

Por un precio bastante asequible, los fabricantes de estos correctores aseguran que nos ayudan a mantener la espalda recta, la columna alineada, así como a fortalecer los músculos y evitar así las molestias provocadas por las malas posturas, como dolores lumbares o cervicales. Incluso aseguran que reduce el encorvamiento.

Pablo Herrera, fisioterapeuta y vicedecano del Colegio Oficial de Fisioterapeuta de la Comunidad de Madrid (CPFCM), nos aclara hasta qué punto son eficaces y necesarios. 

¿Qué hacen realmente los correctores de postura?

Según Pablo Herrera, los gadgets que compramos a través de internet como correctores de postura, en realidad no lo son, pues más que corregirnos la postura, nos ‘recuerdan’ que estamos adoptando una supuesta postura incorrecta, “la única utilidad de estos aparatos es que actúan como un recordatorio de que te coloques bien. Si te echas para adelante, y algo te tira, te recuerda que te tienes que colocar de una determinada forma, pero estos correctores nunca van a tener la fuerza suficiente como para colocarnos en posición erguida, sólo nos lo recuerdan”. Su utilidad es, por tanto, muy limitada, pues conseguirá un efecto parecido al que logran los fisioterapeutas con las tiras kinestésicas, que nos ‘tiran’ cuando estamos adoptando una postura que nos perjudica.

Los únicos correctores de postura son los profesionales, “los corsés que se realizan en ortopedia y se utilizan para corregir curvaturas patológicas, que son peligrosas y hay que frenar, sobre todo en la infancia. Pero estos corsés se recomiendan tras un estudio médico. Son corsés hechos a medida y son muy rígidos, de plástico duro. Aparte del corsé hay que hacer trabajo de fisioterapia y de un seguimiento médico. Eso sí que son correctores de postura de verdad, y vienen de siglos atrás”, asegura.

¿Es tan importante la postura?

No hay duda de que pasarnos horas delante del ordenador o mirando el móvil sin levantar la cabeza nos perjudica, pero Herrera asegura que, en realidad, la postura no es tan importante como nos cuentan, “de lo que de verdad habría que hablar es de si existe una postura correcta o no. Los estudios nos están diciendo desde hace mucho que la postura correcta es un mito que arrastramos desde hace décadas, porque cuando se hacen estudios a largo plazo no se encuentra ninguna relación causal entre postura y patología. Vemos a menudo personas que adoptan posturas que podríamos calificar como incorrectas y que no tienen ningún tipo de patología, y a gente que, con posturas según el canon, sí la tienen”. Entonces, ¿por qué nos duelen las cervicales cuando pasamos horas con el móvil y la espalda cuando trabajamos durante toda la jornada? “La clave está en moverse. Lo que no es bueno, no es tanto la postura en sí como estar en una posición estática mucho tiempo, por muy ‘buena’ que sea la postura. Por eso siempre hablamos de que la mejor postura es la siguiente, es decir, moverte.

Ahora se habla mucho de la gente que está todo el rato mirando el móvil, con las cervicales hacia abajo, lo perjudicial que es… cuando de toda la vida ha habido actividades en las que la cabeza ha estado más hacia adelante, como coser, hacer manuscritos o incluso leer el periódicos o libros. Por lo tanto, lo que hay que hacer es no estar tanto tiempo es esa postura -u otras- porque estés haciendo lo que estés haciendo, te va a doler”, asegura.

Pausas y ejercicio en lugar de correctores

La alternativa está clara, moverse y, cuando estamos trabajando, hacer todas las pausas que podamos y aprovechar cualquier oportunidad para movernos, “lo que recomendamos los fisioterapeutas es ejercicio para fortalecer la musculatura, para prepararnos para nuestra actividad diaria, y cuando estamos trabajando, hacer micropausas cada 45 minutos, más o menos”. Esas pausas, según apunta Herrera, se han vuelto más infrecuentes debido al teletrabajo, pues “salvo que tengas a los niños pequeños, la mayoría de la gente se distrae menos teletrabajando, se sientan en la silla, que además no es la más adecuada, y están ocho horas sin darte cuenta”. Estas micropausas no tienen por qué ser muy complejas en cuanto a ejercicio, basta con “levantarte, erguirte y estirarte un poco, girar la cabeza a un lado y al otro, y si ya de paso hacemos cinco sentadillas, mejor. También podemos cambiar de postura mientras trabajamos, por ejemplo, trabajar un rato de pie, aprovechar las llamadas para levantarnos y caminar…”.

Entonces, ¿nos compramos un corrector o no? “Si unimos que la postura en realidad no es tan importante y que estos correctores no tienen la fuerza para hacerlo, su utilidad es muy limitada. El único efecto positivo sería ese, que quizás nos recuerde que debemos cambiar de posición”. Un efecto positivo puede ser que nos invitan a cuidarnos más, “si inviertes comprándote un producto es que te preocupas de tu salud, y eso puede implicar que te hagas otras cosas, como ir la fisio, preocuparte por hacer ejercicio… y haciendo todo eso, si no se trata de patologías graves, te va a hacer mejorar. Pero lo conseguiríamos igual sin gastarnos el dinero”, asegura sincero.

Además de moverse, Pablo Herrera recomienda acudir a los profesionales cuando tenemos un problema que persiste, pues, además de tratarte, te dará pautas para aplicarlas en tu vida diaria, en lugar de “pensar que pagando unos cuantos euros se te va a arreglar el dolor de espalda. Las pastillas y los aparatos milagrosos no son eficaces a largo plazo, siempre es mejor aprender a hacer las cosas por nosotros mismos”, dice tajante. 

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