Sexo oral, relaciones en lugares públicos, tríos... ¿debemos contar nuestras fantasías sexuales a la pareja?

Una escena inolvidable del clásico 'De aquí a la eternidad' protagonizada por Burt Lancaster y Deborah Kerr.
Una escena inolvidable del clásico 'De aquí a la eternidad' protagonizada por Burt Lancaster y Deborah Kerr. Tener sexo en la playa es una de las fantasías más habituales. 
Columbia Pictures
Una escena inolvidable del clásico 'De aquí a la eternidad' protagonizada por Burt Lancaster y Deborah Kerr.

La imaginación es el afrodisiaco más potente que existe (y el más económico, por cierto), por eso los sexólogos no ponen reparos a la hora de afirmar de forma rotunda que tener fantasías sexuales también es síntoma de buena salud sexual.

Pero, ¿cuáles son las fantasías más frecuentes de hombres y mujeres? Uno de los pocos estudios que han analizado esta cuestión se publicó en 2014 en la revista especializada Journal of Sexual Medicine. Realizado por investigadores del departamento de Psicología de la Universidad de Quebec en Canadá - con la colaboración de más de 1.500 personas de ambos sexos-, su objetivo fue identificar cuáles eran los comportamientos más típicos en este aspecto pero también los más inusuales o extraños.

En el caso de las mujeres el análisis concluyó que sus cinco fantasías más comunes pasaban por tener sexo un un lugar romántico (84,9%), mantener relaciones sexuales en lugares extraños o insólitos (81,7%), participar en una experiencia en la que reciben sexo oral (78,5%), practicar una felación a un hombre (72,1%) y ser masturbadas por su pareja (71,4%).

Mientras que para los hombres la fantasía más recurrente es tener sexo oral (87,6%), hacer un trío con dos mujeres (84,5%), tener sexo con alguien que no es su pareja (83,4%), tener una tórrida relación en un sitio inesperado (82,3%) y ver a dos mujeres tener sexo (82,1%).

Los expertos, siguiendo la máxima del “mens sana in corpore sano”, consideran que las fantasías favorecen y reactivan la vida sexual y recomiendan echar mano de ellas, por ejemplo, cuando existe una reducción del deseo sexual previo a mantener las relaciones o para recuperarlo durante el propio acto. Poner la cabeza en fantasías puede potenciar la energía sexual y alejar nuestra mente de las preocupaciones diarias para rebajar la ansiedad y, a la vez, intensificar la sensación de placer.

Sin embargo, ¿es aconsejable confesarlas y/o compartirlas con la pareja? Aunque los especialistas aseguran que sí, ya que puede convertirse en una de las herramientas más eficaces para salir de la rutina y reactivar la vida sexual, también es muy importante tener algunos otros factores en cuenta: el punto en el que se encuentra la relación, el grado de comunicación, confianza e intimidad que tenemos con la pareja; y qué tipo de fantasía queramos abordar con ella. No será lo mismo, por ejemplo, comentarle que nos gustaría que nos masturbara o tener sexo oral a sugerirle participar en una orgía.

Al respecto, los psicólogos de la aplicación online Therapy Chat sugieren diferenciarlas en dos tipos:

Las permitidas: que son aquellas que “no entran dentro de las práctica sexuales comunes pero no atentan contra los estatutos de la relación”. En este grupo se podría incluir, por ejemplo, los disfraces, incorporar juguetes sexuales, posturas nuevas o realizar el coito en lugares 'originales'.

Y las prohibidas: o aquellas que podrían generar polémica por su naturaleza. Como practicar sexo con una persona conocida o invitar a una ex pareja a realizar un trío.

Por tanto, aunque no es lícito poner límites a la imaginación cada cual debe sopesar de forma individual lo que quiere, puede y debe confesar al otro para no llegar a un conflicto y mantener la relación de una forma saludable. Confesemos pues aquellas fantasías que queremos compartir con la pareja y reservemos para el ámbito privado las que creemos pueden herir su sensibilidad o hacerle daño.

Algunos falsos mitos sobre las fantasías sexuales

- Cuando se tienen fantasías sexuales no se comete una infidelidad. Hay que borrar de la mente cualquier sensación de vergüenza y/o culpa.

- Una fantasía sexual no es síntoma de que estemos insatisfechos con nuestra sexualidad.

- Tampoco deben asociarse a una falta de deseo sexual hacia la pareja. De hecho, suelen trabajarse cuando se asiste a terapia sexual como un mecanismo para potenciar este deseo.

- Y por supuesto, si es la pareja la que tiene las fantasías no se debe pensar que no estamos fomentado bien su deseo. Nada más lejos de la realidad, tener fantasías y compartirlas ayudan a reactivar la chispa en las relaciones sexuales.

- No olvidar que las fantasías son fruto de la imaginación. Cuando se llevan a la práctica quizás pierdan parte del efecto estimulante que tenían.

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